Hoy miércoles 29 de Mayo marca un hito importante en la historia de Monteros, ya que se conmemoran 305 años desde el famoso “Milagro de la Virgen del Rosario”. La comunidad eclesiástica continúa con la celebración este evento con un serie de festejos, incluyendo una los Misterios del Rosario.
La leyenda detrás de este milagro se remonta a un día lunes, extendiéndose hasta el miércoles 31, cuando la imagen milagrosa de la Virgen del Rosario fue traída a estas tierras por don Juan de Espinoza en 1543. Sin embargo, fue en el año 1719 que este suceso tomó un giro inesperado que conmocionó a la comunidad.
En aquel año crucial, un grupo de mujeres devotas se vio envuelto en un acontecimiento extraordinario que cambiaría la historia de Monteros para siempre. Mientras rezaban por la protección de los soldados que habían partido hacia el Chaco en combate contra los indios, se toparon con la Virgen del Rosario llorando y sudando, revelando un misterio que desafía la explicación racional.
Este descubrimiento sacudió los cimientos de la ciudad y sus habitantes, provocando una reacción en cadena de eventos que desencadenaron una serie de sucesos asombrosos y un profundo sentido de devoción en la población.
El Milagro de la Virgen del Rosario de Monteros: “El Curioso Suceso del Sudor”
En 1719 -según consta en las actas del Cabildo- el cura vicario de Monteros informó al teniente de gobernador, Urbano de Medina y Arze, sobre un suceso extraordinario.
Según el vicario, “una imagen de Nuestra Señora del Rosario que se hallaba en el pago de los Monteros, en un rancho, por haberse arruinado la capilla (hará) 3 ó 4 años”, había sido descubierta por unas mujeres devotas.
Cuando fueron a iluminarla para rogar por los soldados que salían en campaña, vieron que “empezó a sudar de tal modo que, dando cuenta aquellas pobres, se alborotó la ciudad y su jurisdicción”.
Se avisó al Visitador Eclesiástico, quien acudió al lugar con el Guardián de San Francisco. Verificaron que el sudor duró desde el lunes 29 de mayo al miércoles siguiente, “tan coloso que bañó todo el vestido y el pie del cajón donde estaba”.
Llevaron entonces la imagen a unas capilla, y allí “ha continuado el sudor, en la misma circunstancia de mudar colores en el rostro, poniéndose un lado sumamente encarnado, y por aquella parte sudaba y lloraba de todo un ojo, quedando el otro sumamente pálido. Y a poco rato se veía el mismo efecto en el otro lado…”
Con todos estos informes, el gobernador Alejandro de Urízar y Arespacochaga encontró que se trataba de “señales milagrosas”, que indicaban la necesidad de arrepentimiento por parte del pueblo pecador.
Así, dispuso rogativas y procesiones, y en especial “el sacramento de la Penitencia” para aplacar la ira divina así manifestada.