En una audiencia histórica que ha marcado el Centro Judicial de Monteros, una valiente joven monteriza se ha convertido en protagonista de un proceso judicial que culminó con un acuerdo inusual: los tres acusados de haberla agredido sexualmente han accedido a someterse a una probation.
Sin embargo, este convenio no solo incluye esta medida, sino también un pedido de disculpas de los agresores a la víctima.
El caso remonta a agosto de 2014, durante un viaje de egresados de estudiantes de Monteros. Después de un largo camino en la justicia, finalmente se ha conocido el expediente. La joven víctima monteriza, identificada como P, decidió finalmente contar la pesadilla que vivió durante todo este tiempo.
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Según consiga La Gaceta, “P” relató que después del ataque, se convirtió en víctima de acoso social. Incluso dejó de asistir a la escuela durante un tiempo debido a que dos de los acusados eran sus compañeros. Cuando finalmente regresó, lo hizo en otro curso debido al miedo.
Se encontraba tan angustiada que no era consciente de la realidad de lo que le había ocurrido. La sociedad parecía respaldar a quienes la habían agredido, incluso llegaron a confeccionar camisetas y canciones insultantes en su contra.
Este terrible episodio la cambió profundamente. Su viaje a Bariloche la llevó de vuelta como una adolescente diferente. El sufrimiento al que fue sometida la llevó a madurar a través del dolor. A pesar de su valentía al denunciar, siente que la ley no la protege lo suficiente y que tuvo que aceptar la probation por temor a que el caso prescribiera.
La joven describió el dolor de sentirse sola y desamparada, con pensamientos suicidas. Recordó que los acusados eran compañeros de secundaria y que muchos, influenciados por los coordinadores del viaje, le dieron la espalda en lugar de apoyarla.
Esta valiente monteriza resaltó cómo los empleados de la empresa organizadora del viaje actuaron como si el abuso fuera algo común en ese tipo de eventos, alegando que sucedía desde hacía años y seguía ocurriendo. Pocos la apoyaron en ese momento y sufrió tanto la exposición pública como la condena social.
Sin embargo, a pesar de la adversidad, “P” ha encontrado fuerzas para rehacer su vida. Terminó la secundaria en el mismo colegio, estudió inglés, se convirtió en docente y ha formado una familia.
A pesar de los desafíos, ahora busca empoderar a otros, brindándoles herramientas para que lo que estaba naturalizado ya no lo esté. Su mensaje para otras víctimas es claro: aunque los tiempos de la justicia pueden ser lentos y la lucha difícil, el apoyo está creciendo y la voz de las mujeres está siendo escuchada con más fuerza que nunca.
La resiliencia de la monteriza “P” es un testimonio de valentía y fortaleza en la búsqueda de justicia y cambio social.