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El brazo armado de Javier Milei y los motivos inconfesables de la guerra con Victoria Villarruel

El dólar blue está en calma desde agosto. La brecha entre el oficial y los financieros, que el 10 de diciembre de 2023 alcanzaba el 157%, se redujo hoy a menos del 10%. La inflación perforó el 3% en octubre y 2024 terminará con una suba inferior a la prevista por la mayoría de los economistas. El riesgo país cayó de los 1.930 puntos básicos del final de la era Alberto Fernández-Cristina-Massa a 746. Javier Milei viajó a Estados Unidos y Donald Trump lo recibió a los abrazos en su primer encuentro con un jefe de Estado después de su victoria. Una semana más tarde, Emmanuel Macron visitó Buenos Aires y salió con él a saludar desde los balcones de la Casa Rosada. A las pocas horas, Milei voló a Río de Janeiro para el G-20 y consiguió una cita con Xi Jinping. El círculo se cerró con elogios de Kristalina Georgieva, la jefa del FMI, que pronostica un crecimiento de la Argentina en 2025 y que abrió la puerta para un nuevo acuerdo que le daría herramientas al Gobierno para eliminar el cepo cambiario.

La política doméstica también arroja noticias que le hacen más cómodo el tránsito al Gobierno. Cristina Kirchner pasó de la pelea con Axel Kicillof a que la Cámara de Casación Penal le confirmara la condena a seis años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos públicos y, de ahí, a presentar un recurso administrativo ante la ANSeS para pedir que le devuelvan los 35 millones de pesos que cobra de sus dos pensiones. Mauricio Macri tomó distancia de la escena pública, tal vez, porque el avance de los libertarios le impide hallar su lugar. A Eduardo Belliboni, el piquetero más famoso de los últimos años, la Cámara Criminal y Correccional le acaba de confirmar el procesamiento por desviar fondos destinados a la asistencia social para fines partidarios. Y la CGT entró en crisis y, en una misma maniobra, se quebró el vínculo del clan Moyano.

Podrían ser tiempos de festejos, aunque más no fueran moderados, para Milei. Es cierto que hay inconsistencias en el modelo económico, que La Libertad Avanza carece de peso propio en el Congreso, que la suba de la pobreza por encima del 50 por ciento es una marca dramática, que la economía cayó 3,1% hasta septiembre y que el consumo masivo se desplomó 20,4% en comparación con el año anterior, un combo que dejó a 174.000 personas sin empleo en el sector privado. Pero no es ninguna de esas estadísticas lo que lo inhibe: para él está haciendo la mejor presidencia de la historia. ¿Y entonces? ¿Por qué se lo ve tan irascible? Milei no tiene paz.

Puede estar en Río de Janeiro, rodeado de los mandatarios más importantes del mundo, pero apenas abre su celular se zambulle en X para tildar de “basura inmunda” a un periodista que le hizo una crítica. A uno o a varios, da igual, como también da igual si se trata de periodistas que siempre fueron severos o si le toca a aquellos que están habituados a ser gentiles con el poder de turno y que un buen día, ante una mínima disidencia, pasaron al bando adversario. Su teclado dispara tuits y retuits de posteos agresivos, no importa si las cuentas tienen o no procedencia dudosa. La compulsión lo lleva a machacar sobre un mismo periodista muchas veces al día, o incluso durante semanas. El escarnio es la consigna y puede saltar de un periodista a un economista. Pero hay cosas aun más inquietantes.

Una de ellas sucedió esta semana, tras su regreso del G-20. Una entrevista en TV, originalmente pensada para resaltar los logros del viaje, derivó en un cuestionamiento feroz contra Victoria Villarruel, la vicepresidente, la suya, la que eligió cuando ambos eran los únicos miembros libertarios en el Parlamento. El divorcio del binomio se veía venir. Ya es oficial. Cualquier comparación con hechos fatídicos del pasado, incluso con las desavenencias de la dupla Alberto-Cristina, podría quedarse cortas si se profundizan las tensiones y comentarios que se recogen detrás de bambalinas.

La bronca con Villarruel por parte de Milei -y no ya de su hermana Karina, como se ha minimizado- viene de lejos, aunque acaso no se hayan contado todavía los verdaderos alcances de semejante animosidad. Parece que, en pleno período electoral, Milei vio algo de Villarruel que no le gustó, que lo dejó en shock. Maniobras extrañas que habrían continuado después del triunfo. Por ahora, situaciones inconfesables, pero que llevan al líder libertario a decir en privado que Villarruel: “Es mi enemiga”. ¿Tendrá algo que ver la asociación con “la casta”?.

Las declaraciones tomaron por sorpresa a su propio equipo y, una vez que fueron reproducidas por los medios gráficos, en el staff se dividieron entre quienes creen que la nueva polémica los perjudicó porque corrió el foco de los encuentros internacionales de su jefe y quienes suponen que esos asuntos no forman parte de lo que le interesa a “la gente” y es más oportuno distraer la atención con “las batallas culturales”.

“Bienvenido, así será hasta el último día. Dense cuenta”, dice a Clarín uno de los funcionarios que trabaja para exacerbar los conflictos desde la cima. “A mí me hubiera gustado disfrutar de lo que nos está pasando con la economía, pero Javier es así”, sostienen desde el otro vértice de la discusión.

Con el lanzamiento de “Las fuerzas del cielo”, la nueva agrupación oficialista que nuclea a dirigentes e influencers pasó lo mismo. Reinó la división y las deliberaciones se extendieron durante dos días. “Nos fuimos de mambo”, reflexionó un funcionairo importante ante la polémica que generó el Gordo Dan -o Daniel Parisini, según su nombre real- al definir el espacio como ”el brazo armado de Milei”. En el equipo de Santiago Caputo, en cambio, aplaudieron. “Queríamos provocar y lo logramos”, decían los más entusiastas. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, extrañamente, se plegó: dijo que el Gordo Dan puede llegar a ser candidato a diputado.

La dueña de las listas será Karina Milei. Muchos se preguntan si a la secretaria General de la Presidencia le simpatizó el acto que hicieron los militantes en el partido de San Miguel. Karina no emitió opinión ni hizo gestos de consentimiento. El viernes, sin que estuviera previsto, se sumó al lanzamiento del partido nacional en Córdoba, la provincia en la que su hermano -como le pasaba a Macri- conserva una enorme popularidad. Junto a ella estuvo Martín Menem, el presidente de la Cámara de Diputados. Llamó la atención el rol que le dieron a otro Menem -Federico Shariff, sobrino de Martín-, que se paró al lado de Karina. El otro “bendecido” fue Gabriel Bornoroni, el jefe del bloque de La Libertad Avanza en la Cámara baja, que se perfila como el referente cordobés rumbo a 2027. “Karina es como Javier: tiene aliados y enemigos”, dicen quienes caminan a su lado.

La funcionaria se dedicará en los próximos meses a construir el partido en el Interior del país. No tiene previsto participar de la contienda electoral como candidata, a pesar de que alguos se ilusionan con una pelea de fondo con Cristina y ella como rivales. “El candidato será Javier: se votará a favor o en contra de su adiministración, sin importar los nombres, sobre todo en la provincia de Buenos Aires”, afirman en el entorno del armador bonaerense, Sebastián Pareja. ¿Será tan así? No todos coinciden. Hay quienes apuestan a una negociación con los referentes provinciales del PRO, a un mix de nombres que potencie la boleta. Pero para eso será vital una negociación con Macri. Y Macri, en el último tiempo, ha enfriado su vocación de diálogo con Milei. Siente que lo ningunean.

Las apariciones cotidianas de Cristina favorece la polarización. Desde ambos espacios la fomentan. Ayer, en el acto central del 11° Encuentro Nacional de Salud, en Rosario, la jefa del peronismo le habló directo a Milei y lo desafió a desregular los medicamentos. “Si sos tan guapo”, le dijo y lo trató de “loco”. Difícil que haya podido herirlo con esa calificación. El seudónimo de loco a Milei no le disgusta. Podría decirse que todo lo contrario.

Fuente: clarin.com

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