Lo juro: no quiero tener razón. Quiero estar equivocado y tener que pedir disculpas. No lo digo con falsa modestia, ni con el dedito acusador, ni para ganar discusión alguna. Quiero estar equivocado porque me gustaría que Boca juegue bien, gane e, incluso, ya utópicamente, que salga campeón de algo. Pero no es el caso. Cuando el año pasado, en este mismo espacio, expresé mis dudas (o mejor dicho: mis certezas) con Gago, un amigo bostero me dijo que me estaba apresurando, que había que darle tiempo. El mismo amigo me criticó cuando, hace poco, escribí que no me gustaban las incorporaciones porque la prioridad era un 6 y un 2, cosa que no ocurrió (Rodrigo Battaglia siempre jugó de 5, y cuando lo hizo de 2 –solo el último año– lo hizo de líbero en una línea de 5. Es decir que nunca jugó de 2 en una línea de cuatro tradicional. Eso no es comprar un 2). Un partido más como los que jugó contra Argentinos y Unión (el de mañana contra Huracán, por ejemplo) y ya vamos a empezar a hablar de crisis en Boca. Es cierto que a varios de los jugadores nuevos les falta fútbol (Velazco no jugaba desde octubre) y es cierto también que hay que darles tiempo, pero el cambio permanente de jugadores y de tácticas (en solo dos partidos, en diferentes momentos de ellos, Boca ya jugó 4-3-3, 4-3-1-2, 4-2-4, 5-3-1-2 y 5-4-1, como terminó jugando contra Unión, e igualmente le empataron), todos esos cambios de tácticas y jugadores, digo, no pueden sino confundir. ¿Será Gago el que está confundido? Yo creo que no. Se lo ve muy seguro. Es que Gago es esto, lo fue incluso cuando perdió seis partidos seguidos dirigiendo Aldosivi. Justamente por eso tengo tantas dudas con él. A este ritmo, Boca va a llegar a los partidos del repechaje de la Copa envuelto en dudas, problemas, inseguridades. No importa: querido amigo bostero que dice que hay que darle tiempo: ok, volvamos a hablar del tema en unas semanas. Prometo hasta entonces no volver a escribir sobre Boca.
Hablemos de River, entonces. El equipo que, por lejos, tiene el mejor plantel del fútbol argentino (y no sé si de Sudamérica) tampoco viene jugando a nada (incluso en el Monumental, que tiene un césped hermoso, después de que Gallardo llorara sobre el mal desempeño del equipo a causa del pasto de Platense). Pero tuvo dos diferencias, no menores, con Boca. Uno, jugando mal, de carambola, como sea, ganó su partido de local. Dos, más importante: Gallardo está intentando armar una base y un esquema de juego. Por ahora no le sale. El esquema no funciona, los jugadores tampoco. Pero ese es el camino: una base y un esquema. Siempre hay tiempo para ir cambiando la base, ir haciendo cambios y también tocar el esquema. Pero la improvisación permanente es el peor camino a seguir. El domingo River juega contra San Lorenzo de visitante, no va a ser sencillo. El equipo del Papa sacó mejores resultados de lo esperado, pero River, tarde o temprano, va a tener que despertarse.
Van solo dos fechas, con la tercera casi en curso. Esto recién comienza. ¡Está divertidísimo!
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Fuente: perfil.com