El 24 de marzo de este año, reunidos a solas, Karina Milei le dijo a Manuel Adorni: “Te necesito”. Un tiempo antes, el vocero del Presidente había recibido el mensaje informal de Javier Milei de que no sería candidato. Pero las cosas habían cambiado. El alcalde porteño, Jorge Macri, había decidido adelantar las elecciones porteñas y desdoblarlas de las nacionales. A La Libertad Avanza no le daban los tiempos para fabricar un candidato y, para colmo, se enteraron de que Ramiro Marra, un libertario mediático y popular al que dos meses antes habían expulsado del partido, se alistaba para competir. Adorni tenía pocas ganas de dar el salto a la Legislatura, pero no se resistió, acaso porque conoce como pocos el destino que les depara a los que se rebelan frente a la hermanísima: “Voy donde vos y Javier me digan”, contestó.
La decisión se anunció tres días más tarde y cayó como una bomba en la jefatura de Gobierno. Era la segunda explosión en el bastión macrista: diez días antes, Horacio Rodríguez Larreta se había anotado para competir y amenazaba con disputar el electorado históricamente amarillo. Pero ahora, con Adorni, la cosa se volvía peor. Su designación desbarataba el plan del gurú catalán, Antoni Gutiérrez-Rubí, de porteñizar la contienda. No se podía poner a cualquier candidato. No bastaba con conocer dónde hay veredas rotas o qué barrios están más afectados por la ola de motochorros. O con saber cómo justificar el olor a pis. Karina Milei acababa de lanzar un plan para destronar al PRO y, si fuera posible, apartarlo para siempre de la discusión nacional.
Mauricio Macri, incrédulo frente a lo que considera un atropello de parte de quien él ayudó a llegar a la Casa Rosada y a sostener la gobernabilidad en el Congreso durante un año y medio, pensó en María Eugenia Vidal para dar batalla. Habló con ella, trató de persuadirla no una, sino varias veces, y hasta utilizó una de sus viejas técnicas: propuso que distintos protagonistas del Círculo Rojo charlaran con ella para convencerla. No hubo caso. La diputada no quería competir. Aceptó convertirse en jefa de campaña. Es probable que en octubre se presente para encabezar la lista de senadores nacionales del PRO.
Jorge Macri evaluó varios nombres que integran su administración para liderar su primer desafío electoral desde que asumió como máxima autoridad de la Ciudad. Su responsabilidad es enorme: se discute la profundidad de su gestión y está en riesgo el predominio en las urnas del partido desde 2007 a la fecha. En las deliberaciones internas, si es que las hubo, se impuso su primo. La elegida resultó Silvia Lospennato, una de las debilidades del ex presidente. Lospennato es la autora del proyecto original de Ficha Limpia, una iniciativa con amplio consenso social, que se frustró en el tramo más caliente de la campaña por el giro inesperado de dos senadores misioneros que responden al hombre con más poder de la provincia, Carlos Rovira. El ex gobernador es aliado del mileísmo. En una reunión con integrantes de su partido afirmó que el giro fue un pedido expreso de la administración nacional. En la Casa Rosada lo negaron, pero no dijeron una sola palabra sobre la conducta de Rovira.
“Con todo lo que me dio el PRO no me podía negar”, confesó Lospennato en una reunión con sus asesores más cercanos cuando le propusieron la postulación. Una forma de reconocer que no la esperaba un paraíso. Ni en la campaña ni en la futura Legislatura, una caja de resonancia muy inferior a la del Congreso. La rodearon con nombres atractivos para los adherentes del partido gobernante y Macri (Mauricio) se puso a caminar la Ciudad y a acompañarla en los estudios de televisión.
La movida a todo o nada que pareció hacer el fundador del PRO obligó a Milei a meter, él también, los pies en la campaña. Acompañó a Adorni en varias actividades y se puso al frente del acto de cierre en Recoleta -el corazón de los votantes del PRO-, al que invitaron a todos los ministros. El Gobierno, además, copió el método kirchnerista de reservar anuncios para hacerlos en los días previos a la elección. Uno por día, hasta el filo mismo de la veda. El lunes anunció un nuevo sistema de entrega directa de pañales del PAMI. El martes se comunicó la quita de aranceles para importar celulares. El miércoles se difundió que la Casa Rosada prepara un DNU para endurecer las políticas migratorias. Los tres anuncios los hizo Adorni. El vocero y candidato.
El oficialismo tenía en mente jugar la última carta el jueves, que consistía en un plan para que los argentinos puedan usar los dólares guardados en el colchón sin ser perseguidos por la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) ni por la Unidad de Información Financiera (UIF). No llegó a tiempo porque se trata de una iniciativa compleja y polémica que apunta a remonetizar la economía. “Se está trabajando en su encuadre jurídico”, argumentó el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Milei cree que Adorni se impondrá hoy y se prepara para brindar un encendido discurso en el búnker de La Libertad Avanza. Hasta resignó el viaje a Roma para participar en el Vaticano de la asunción del nuevo papa, León XIV, como se había anunciado a través de voceros de la secretaría de Culto. “Libertad o kirchnerismo”, fue la campaña.
El Gobierno recibió un buen envión el miércoles, cuando el Indec difundió que la inflación de abril fue del 2,8%, un descenso importante del 3,7% que marcó marzo, sobre todo porque en abril se levantó el cepo cambiario. La mayoría de los economistas había pronosticado subas por encima del 4 y 5%. Más allá del discurso violento que desde el poder se ejerce contra ellos -como contra otros sectores, como el periodismo- es cierto que no han parado de hacer proyecciones, de distinta índole, que luego no se constatan en la realidad. La inflación interanual llega hoy al 47,3%, luego de más del 200% que dejó el trío Alberto Fernández-Cristina-Massa en 2023, con tarifas congeladas y un nivel de emisión altísimo por el Plan Platita con el que Unión por la Patria buscó apuntalar la campaña presidencial de Massa.
Cristina Kirchner, el día que el Procurador pidió 12 años para ella de prisión. Foto: Enrique García Medina.Leandro Santoro, que representa esos colores, voló bajito durante todo el proceso electoral. Libertarios y macristas, tan poseídos por su propio enfrentamiento, se la hicieron fácil. Santoro dijo que no a muchas entrevistas, caminó casi en soledad por la Ciudad y -gracias a la división reinante y a la eliminación de las PASO- se convirtió en el favorito de los encuestadores. Se verá si esta vez aciertan. Vienen de hacer un papel grotesco en 2023, para no ir más lejos.
El actual diputado nacional, con pasado en el radicalismo hasta el día que saltó al kirchnerismo, contó con la colaboración de Cristina, que se mostró indiferente de las elecciones porteñas, lo mismo que Massa. Eso no impide pensar que ambos están agazapados, esperando el triunfo para salir a escena. Habrá que ver qué hace Alberto, el amigo de Santoro -con el que tocaba la guitarra en el departamento de Puerto Madero-, cuyo futuro es cada vez más sombrío por la causa de violencia de género que le inició su ex pareja, Fabiola Yañez, y que podría conducirlo a prisión.
Macri dijo públicamente que Santoro lleva ventaja, aunque se resiste a creer que, después de 18 años de victorias -en su mayoría holgadas-, el PRO pueda quedar marginado del primer puesto. Hubo momentos de nervios durante las últimas semanas. Macri tiene dos motivaciones que le resultan irresistibles. Una es Boca, cuyo poder perdió hace tiempo y todavía no puede superar. La otra es la Ciudad.
El fervor con el que el Gobierno nacional y el porteño abordaron la campaña y la multiplicación de candidatos -diecisiete listas que pelean por 30 de las 60 bancas de la Legislatura local- contrastaron con la apatía que se vio en las calles. Quienes repartieron volantes con la cara de los candidatos se toparon con muchos vecinos que no sabían qué se vota o, peor, que saben y no les interesa. “No, gracias”, fue una respuesta frecuente entre quienes se paraban en las esquinas. Hubo comandos de campaña que, directamente, decidieron suspender la entrega de volantes. “Tirábamos la plata”, decían.
Una pregunta, incómoda para los Macri, se agita con fuerza desde hace algunas semanas: ¿Hicieron bien en adelantar las elecciones para legisladores? Una primera respuesta se conocerá esta noche, cuando se abran las urnas y se cuenten los votos.
Fuente: clarin.com