Alimenticias en crac: otro emblema de la lechería se suma a la crisis de SanCor y ARSA

Las alimenticias atraviesan una instancia de crisis cada vez más profunda y, dentro de ese grupo, varias de las principales lácteas de la Argentina se ubican entre las empresas más complicadas en términos comerciales y financieros. SanCor transita este momento de mayo con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá con su concurso de acreedores, mientras que La Serenísima sigue expectante ante el tire y afloje que vienen promoviendo Arcor, Danone y la familia Mastellone. Por su parte, La Lácteo y ARSA experimentan un drama económico sin solución inmediata. Esta semana, a esos nombres se sumó el de Verónica, que cayó en un freno productivo a partir de medidas sindicales derivadas de la falta del pago completo de los salarios y la retención de aportes sociales.

La empresa dejó de producir hace poco más de una semana como consecuencia de una medida de protesta promovida por el gremio ATILRA que redundó en la parálisis de las actividades en las plantas que la firma posee en Totoras, Lehmann y Suardi, todas en Santa Fe.

Este mes, Verónica cubrió apenas el 30% de los salarios de sus 700 empleados. Fuentes cercanas a la firma señalan, también, que la cúpula de la compañía acumula dos años de efectuar retenciones a los montos que corresponden a las obras sociales y los aportes previsionales.

La compañía arrastra una crisis financiera que ahora ya se evidencia en la falta de fondos para cubrir los sueldos. Según revisó iProfesional en la base de deudores del Banco Central (BCRA), Verónica acumula 107 cheques rechazados en lo que va del año, con un monto total del orden de los 344,5 millones de pesos.

En el ámbito de la lechería afirman que la compañía ostenta una deuda financiera del orden de los 9.000 millones de pesos.

La falta de espalda financiera para sostener una producción a gran escala queda a la vista, también, si se toma en cuenta que hace menos de tres años la marca procesaba a razón de 1 millón de litros de leche diarios y en la actualidad apenas si llega a los 200.000.

Ante el incumplimiento con los salarios, los operarios alineados con ATILRA activaron una “retención de crédito laboral“, esto es, los trabajadores se presentan en las plantas pero no efectúan actividad alguna a la espera de que Verónica cancele las deudas de sueldos y regularice las contribuciones sociales.

En el transcurso de este miércoles, directivos de la empresa láctea y representantes de sus empleados se reunirán en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la provincia de Santa Fe para discutir un eventual acuerdo.

ARSA, otra de las lácteas en crisis profunda

La crisis en Verónica ocurre a escasos días de que Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA) frenó por completo su producción por el lapso de un mes.

La dueña de marcas por demás de conocidas como Yogs y Shimy se encuentra bajo concurso de acreedores y, en simultáneo a la merma en las ventas que padece todo el sector, el mal momento que sacude a la empresa también guarda relación directa con dos actores con incidencia directa en el destino financiero y comercial de la láctea: el gremio ATILRA y la cerealera Vicentin.

Si bien en la actualidad el gerenciamiento de la compañía corre por cuenta del grupo venezolano Maralac, ligado a La Suipachense, lo cierto es que las dificultades económicas y judiciales que golpean a Vicentin repercuten de lleno en la operatividad de ARSA.

En ese sentido, fuentes cercanas a la láctea explicaron a iProfesional que Vicentin es tanto el principal accionista como acreedor de la misma ARSA.

A la incidencia de ese primer factor hay que agregarle el peso del gremio ATILRA, que desde 2024 a esta parte viene intensificando la presión en un intento por ejercer el control de las labores dentro las plantas de ARSA en Córdoba y Arenaza, en la provincia de Buenos Aires.

En diciembre del año pasado, y por poner un ejemplo de las acciones promovidas por el sindicato, la Justicia Federal hizo lugar a un pedido de ATILRA y ordenó un embargo de $83 millones contra la empresa por deudas con la obra social del gremio.

“Con el embargo que pidió a la Justicia, ATILRA le paralizó la caja a ARSA. Se embargaron los pagos de las cuentas de proveedores como las grandes cadenas de supermercados. Hubo dos meses donde ni siquiera se pudo pagar la luz de las plantas”, afirmaron las fuentes consultadas.

La Lácteo, también en un momento de dificultades

Otra firma que situación complicada, y también fuertemente enfrentada con el sindicato, es La Lácteo, con operaciones concentradas también en la provincia de Córdoba. A principios del año pasado, la lechera sufrió un bloqueo por parte de ATILRA que, extendido por un lapso de dos meses, pegó de lleno en la endeble situación financiera de la compañía.

El conflicto redundó en la pérdida de proveedores, una caída en la comercialización por demás de pronunciada, y la merma en los fondos para cubrir los salarios. Al día de hoy, la operatividad de la empresa sigue comprometida y La Lácteo continúa haciendo esfuerzos por recuperar su caudal de producción.

Dada la dificultad para hacerse con financiamiento fresco, y mientras hace malabares para cubrir los sueldos, la cúpula de la compañía mantiene el diálogo con otra láctea, esto es, la santafesina La Ramada, que según medios como Bichos de Campo, podría hacerse con el 50% de las acciones de La Lácteo.

¿En qué situación se encuentra SanCor?

Mientras tanto, siguen los interrogantes respecto de qué ocurrirá con el futuro de SanCor, otro de los emblemas de la lechería nacional.

El 29 de este mes vence el plazo para que los acreedores de la láctea presenten la documentación requerida para verificar créditos. Lo que sigue a esa instancia será delimitar el pasivo de la unión de cooperativas. Se estima que SanCor debe al menos 400 millones de dólares.

Mientras tanto, la compañía prácticamente desapareció de la escena comercial. Su nivel de procesamiento es el más bajo del que se tenga registro: se ubica por debajo de los 60.000 litros diarios, una sombra de los 4 millones constatados en sus mejores épocas.

La compañía sigue adelante con la reducción de su plantel de trabajadores y, a través de jubilaciones, despidos y retiros voluntarios, achicó el número de empleados de 1.350 a 850 en el lapso de un año.

Fuente: iprofesional.com

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