La merma que evidencia el consumo interno de alimentos, sumada a ventas al exterior que no alcanzan a compensar los números del mercado doméstico, sigue complicando el presente de las principales compañías de alimentos de la Argentina. Desde SanCor hasta Lipo, pasando por Tía Maruca, Verónica, ARSA y Nestlé, las empresas que conforman ese bloque no dejan de acumular resultados económicos negativos y, en paralelo, se disparan las situaciones de endeudamiento extremo para garantizar la supervivencia. A ese bloque ahora se añadió Molinos Río de la Plata, que comenzaría a aplicar recortes de personal y congelar los salarios en su planta de Esteban Echeverría.
En esas instalaciones la motosierra caería sobre buena parte de los 200 empleos que integra la planta y esa posibilidad ya mantiene en alerta y movilización a las organizaciones gremiales, que anticiparon la generación de medidas de fuerza.
Tanto la comisión interna de los empleados de Molinos como el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) solicitaron a la empresa que otorgue garantías de que se desactivarán los planes de despidos. “No descartamos profundizar las medidas de fuerza si la empresa no retrocede”, advirtieron.
“Quieren producir lo mismo con menos gente y eso lo pagaremos las familias de los operarios despedidos y con la salud de quienes sigan trabajando. No lo vamos a permitir”, indicaron las organizaciones.
Añadieron que el 9 de mayo pasado, Molinos comunicó internamente que “necesitaba hacer reducción de personal y rebajas salariales a través de la quita de adicionales de convenio”.
Molinos Río de la Plata y un momento comercial complicado
La compañía viene atravesando un duro momento económico y comercial: recientemente presentó su balance correspondiente al primer trimestre del año, en el que registró ingresos netos por 199.548 millones de pesos. Ese monto representó una disminución del 25,9% en términos reales en comparación con el mismo período del año anterior.
Molinos afirmó que, a pesar del incremento del 6,1% en el volumen de ventas en el mercado local, la caída en los precios en términos reales no compensó dicho aumento. Los precios fueron ajustados nominalmente en un 8,4% durante el último año, mientras que la inflación medida por el INDEC fue del 55,9% en el mismo período.
A través de un comunicado, la empresa informó que en la primera parte de 2025 los costos de venta unitarios aumentaron nominalmente un 24%, superando el ajuste de precios del 8,4%, lo que derivó en un resultado neto negativo de 5.460 millones de pesos.
En cuanto al mercado externo, Molinos registró un incremento del 32% en sus exportaciones durante el primer trimestre del año. Sin embargo, la compañía indicó que el contexto de consumo interno sigue siendo desfavorable. Según consultoras de mercado, el consumo cayó un 8,6% trimestre contra trimestre, lo que impactó en las ventas locales.
Las alimenticias, en un contexto de crisis e incertidumbre
El escenario de conflictos que parece abrirse en Molinos se suma a las últimas novedades e en torno a firmas como Lipo, la tradicional marca de caramelos, y Dilexis, la controlante de la reconocida marca de galletitas Tía Maruca.
En ambos casos, el síntoma más evidente de los inconvenientes derivados de las menores ventas y el costo laboral en alza está en la imposibilidad de ambas compañías de cumplir al 100% con el pago de los salarios. En el caso de Lipo, recientemente los 100 empleados de su planta en Lanús, en la provincia de Buenos Aires, implementaron un cese de tareas exigiendo se abonen los sueldos.
SanCor, en tanto, transita este momento de mayo con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá con su concurso de acreedores, mientras que La Serenísima sigue expectante ante el tire y afloje que vienen promoviendo Arcor, Danone y la familia Mastellone.
Por su parte, La Lácteo y ARSA experimentan un drama económico sin solución inmediata. La semana pasada, a esos nombres se sumó el de Verónica, que cayó en un freno productivo a partir de medidas sindicales derivadas de la falta del pago completo de los salarios y la retención de aportes sociales.
La empresa dejó de producir hace poco más de una semana como consecuencia de una medida de protesta promovida por el gremio ATILRA que redundó en la parálisis de las actividades en las plantas que la firma posee en Totoras, Lehmann y Suardi, todas en Santa Fe.
Fuente: iprofesional.com