La rebelión viene marchando y Javier Milei tiene que tomar una decisión

Hasta hace solo un par de meses, los cinco radicales con peluca que el año pasado fueron parte del grupo de 87 diputados que Javier Milei calificó como héroes porque ayudaron a blindar el veto a la reforma jubilatoria, estaban dispuestos a pintarse de violeta. Ya no. O al menos eso dicen. Están molestos por el destrato al que los someten los libertarios. Es una pequeña muestra de una rebelión, si se quiere incipiente, más grande e inquietante. Los gobernadores, aun los que no tienen nada que ver entre sí, chatean en privado y aceleran en público: quieren imponerse en el Congreso y obligar al Gobierno a discutir el reparto de fondo para las provincias. ¿Y el PRO? Aunque el partido amarillo acaba de cerrar un acuerdo electoral en la provincia de Buenos Aires con La Libertad Avanza y posiblemente lo haga también en la Ciudad, su fundador, herido en su narcisismo, espera y podría tramar una venganza. “No den por muerto a Mauricio. ¿Saben lo que es tener agazapado al calabrés enojado?”, dice una de las personas que más conoce a Mauricio Macri.

Una tormenta política podría acechar sobre la Casa Rosada. Está en danza la férrea política fiscal, aunque no solo eso. La gobernabilidad es hoy un tema de discusión central tanto puertas para afuera de Balcarce 50 como para adentro, justo en momentos en que el establishment se pregunta cómo afectará el tránsito hasta las elecciones de octubre y, sobre todo, qué ocurrirá el día después con el tipo de cambio, la acumulación de reservas y las grandes reformas estructurales que promete Milei para el caso de salir fortalecido del paso por las urnas.

No deja de ser curioso. El oficialismo, que supo surfear con éxito la extrema debilidad parlamentaria con la que afrontó su primer año y medio de administración, viene de una victoria contundente en territorio porteño y podría repetir el triunfo en tres meses, además de hacer una gran elección en la Provincia, si es que no la gana. Su poder de fuego debería ir en aumento. Sin embargo, la performance en el Congreso se debilita. Hay quienes elucubran que el estilo belicoso al que apuesta el mileísmo, cuando no de humillación hacia sus rivales -incluidos los que han apoyado los vetos presidenciales y las medidas más polémicas en pos de darle herramientas de gestión-, podría estar experimentando señales de agotamiento.

“Milei paga poco y mal o no paga y encima te tenés que comer que diga que él es el genio y que los demás somos todos idiotas y parte de la casta”, dice uno de los gobernadores del norte del país. Otro mandatario, de los más respetados por sus pares, agrega: “Nos quitaron recursos y subsidios, nos suspendieron obras y así y todo apretamos los dientes para ayudarlo a construir el superávit, pero el costo social en los distritos lo asumimos nosotros y a muchos nos putean”.

Video

El Gobierno endurece su postura frente al reclamo de los gobernadores: “No vamos a hipotecar el orden fiscal por presiones políticas”

Son asuntos que desvelan a la oposición no kirchnerista, que oscila entre el acompañamiento y la toma de distancia. Los movimientos turban el ánimo de los integrantes del Círculo Rojo. La mayoría le pregunta a periodistas y analistas: “¿Qué va a pasar después de octubre?” Es que, aun cuando La Libertad Avanza logre una mejora en la composición de las bancas al cabo del proceso electoral nacional, deberá esperar hasta diciembre para el recambio. Una eternidad para una Argentina siempre en estado de ebullición.

Hasta hoy, a Milei le bastó con la estabilización cambiaria y el equilibrio de las cuentas, que no es poco, -además de la baja de la inflación- para conquistar o al menos domesticar a los actores del poder. También, para ocultar debajo de la alfombra, por un lado, ciertas inconsistencias del plan y, por otro, su estilo de denostación pública al que se atreve a cuestionar sus ideas.

La primera alarma potente sonó el 23 de junio, cuando, en una especie de milagro, los 23 gobernadores y el alcalde porteño firmaron un comunicado conjunto para plantarse por el reparto de recursos. Quedaron todos de un mismo lado: los más duros, como Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa) y Sergio Ziliotto (La Pampa); los más dialoguistas, como los radicales Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco); y quienes aspiran a la construcción de una opción de centro, monitoreada por Martín Llaryora (Córdoba) y, desde las sombras por Juan Schiaretti. Una alternativa que miran con buenos ojos por, entre otros, Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Rolando Figueroa (Neuquén) y Gustavo Sáenz (Salta), a los que podrían plegarse dirigentes como Martín Lousteau, Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzó.

Aquella alarma se encendió a todo volumen esta semana, cuando la oposición, además de presentar los dos proyectos para regular el reparto de los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) y hacer coparticipable el impuesto a los combustibles líquidos, logró mayoría en el Senado para tratar y sacar despacho en comisión en favor de los proyectos que promueven un aumento en las jubilaciones, una moratoria previsional y para declarar la emergencia en discapacidad. Todos ya tienen media sanción en Diputados. Los bloques opositores planean sancionar la ley el jueves. Milei anunció que vetará la iniciativa, pero luego -si todo sigue así- no tendría los votos para sostener el veto.

La presión opositora coincide con un fuerte cimbronazo interno en la cima de la Casa Rosada. Karina Milei y Santiago Caputo hacen temblar dos de los vértices del Triángulo de Hierro. La hermanísima trabaja para la emancipación definitiva de La Libertad Avanza; esto es, pretende un armado nacional fuerte que le permita tomar distancia de los gobernadores y el PRO: apuesta a la construcción del partido y a desafiar a los gobernadores, a los que quiere ir despojando de sus espadas parlamentarias en reemplazo de dirigentes propios.

“Quiere mileístas puros, puros… dice que no le va a suceder lo que le pasó a Macri” , asegura uno de sus principales laderos. Una tarea de años que podría hacer tambalear en el corto y mediano plazo, como ya lo hace, la alianza estratégica con algunos mandatarios. Martín y Eduardo “Lule” Menem se mueven en tándem con Karina. La orden es inflexible.

Los intereses de la secretaria General de la Presidencia y los hermanos Menem chocan a menudo con los de Caputo, el gurú que guió la campaña de 2023 y que no paró de acumular poder desde el 10 de diciembre. El otro hombre incómodo es el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Francos y Caputo registran con preocupación que gobernadores como Osvado Jaldo (Tucumán), Sáenz, Raúl Jalil (Catamarca) y Hugo Passalacqua (Misiones) pasaron de pedirle a sus diputados y senadores que acompañaran las iniciativas oficiales a darse vuelta y ordenar la contrario. Con muchos de ellos, hubo roces innecesarios.

La foto que muestra hoy el Congreso para Milei se agrava cuando sus propios legisladores se trenzan en discusiones bochornosas en plena sesión y se acusan por las redes de cuestiones gravísimas, muchas de ellas asociadas a la vida privada. Y se completa con el no diálogo con Victoria Villarruel, la titular del Senado. En los últimos tiempos la vicepresidenta buscó cierto acercamiento, pero Milei no quiso saber nada. La acusa, con frecuencia, de ser traidora a la causa. Pero no la menciona. Cerca de Villarruel no se amilanan: “Si quiere decirle algo a Victoria que lo haga con nombre y apellido y discutimos todo de cara al sol”.

Milei detesta las internas, pero con Villarruel se toma una licencia y arremete contra ella (sobre todo con los confesores que asisten a la Residencia de Olivos), con frases que la dejan bajo sospecha. El Presidente se vuelve más cauteloso cuando debe lidiar en el vínculo de Karina y Caputo. Ambos son clave en la estructura que montó desde que abrió su despacho, el 10 de diciembre. Un triunfo en la provincia de Buenos Aires, dice, liberaría tensiones hasta terminar de ordenar la macroeconomía.

El kirchnerismo lo ayuda. La pelea entre kicillofistas y cristinistas por las listas y la estrategia electoral no cede y Cristina empieza a salir del foco mediático. El atractivo social por su detención pierde vigor (ni siquiera conmovió demasiado la foto con Lula) y Máximo Kirchner y Mayra Mendoza, los principales dirigentes de La Cámpora, están salpicados por el ataque a José Luis Espert.

Una camioneta que pertenece a la municipalidad de Quilmes se utilizó para el escrache del 18 de junio. Por el hecho están detenidos la concejal Eva Mieri, muy cercana a Mendoza, y Alesia Abaigar, la funcionaria de Axel Kicillof. Ambas integraban un grupo de WhatsApp desde el que se organizó el ataque.

Las cámaras de tránsito que analizó la Justicia demostraron que, el día previo a ir a la casa de Espert con seis bolsas de bosta de caballo, la camioneta -con patente adulterada- estuvo durante veinte minutos en las inmediaciones de San José 1111. ¿A qué fue? ¿Quién la manejaba?

Fuente: clarin.com

Más Leídas

Temas en esta nota:

Más sobre:

También puede interesarte