22/09/2024 00:16hs.
Para Nicolás Ramírez era un desafío altísimo debutar en un Súper después de un error grave (gol mal anulado a Estudiantes), en la Bombonera, y lo encaró con bastante más valentía que la que últimamente se ve en sus colegas. Incluso, sin el respaldo de los mejores asistentes (eligieron a Del Yesso y Rodríguez por sobre los mundialistas Belatti, Bonfá o Brailovsky) ni un árbitro suplente de nivel internacional (estaba Barraza, eterno del Ascenso). No fue a sacarse el partido de encima, fue a dirigirlo.
Así fue como amonestó a un jugador antes de los 10”, no le quitó ritmo al final, y agregó en los dos períodos el verdadero tiempo que se había demorado (jugó el primero hasta los 49’ y el segundo, casi hasta los 59’).
Claro, esa presencia que quiso imponer con la temprana amarilla a Gattoni (justificable, fue con los brazos arriba al topetazo mientras Cavani le tiraba el cuerpo para atrás), ese rigor disciplinario, es muy difícil de sostener con coherencia todo el partido.
En el mismo primer tiempo, por ejemplo, hay una intervención temeraria de Advíncula sobre Enzo Díaz (16’) y otra de Rojo sobre Colidio (28’) que dejó sin tarjeta, lo mismo que una falta de González Pirez a Cavani (46’) que podía considerarse que cortaba un avance prometedor, una causal de amonestación.
Ni qué hablar cuando, dentro de un mismo minuto del segundo tiempo, los jugadores fueron estirando la vara y cometieron faltas que difícilmente serían discutidas si las castigaba con expulsión directa: Fonseca a Zenón a los 4’ST, y otra vez Rojo, a Lanzini a los 5’.
Esos desniveles en la conducción del partido desmerecen sus otras virtudes, más allá de algunas dudas puntuales: cuando amonesta a Lema por un foul (43’ST) se apura a pitar, al momento en que salía una contra peligrosa de Mastantuono.
Y está la jugada definitoria del resultado: Ramírez no ve la mano de Giménez, y si no hubiese habido VAR, hoy todo el mundo estaría hablando de que un clásico se definió por un gol con la mano. Eso habría arruinado su debut en el Súper y entorpecido su proyección, que es muy buena. Cierto, verlo en el momento no es fácil: tiene al jugador de espaldas y hay tres rebotes de la pelota (pie, rostro y brazo). Pero lo que falló a su ojo lo subsanó el VAR, donde Héctor Paletta sí vio el toque en la mano y lo llamó a revisar en pantalla.
Hecho el On Field Review, Ramírez anula el gol, amonesta a Lema por la protesta (y lo echa por doble amarilla) y decide hacer jugar el tiempo que faltaba para llegar a los 52’ cuando Giménez convirtió el gol. La discusión sobre esa amarilla a Lema tiene un matiz: si al salir Pol Fernández había quedado como el jugador habilitado a dialogar con el árbitro (esto no está claro), igualmente el tono del reclamo puede determinar una amonestación.
Y lo principal a aclarar es que si un jugador mete un gol con la mano o inmediatamente después de un toque en la mano, no hay interpretación: esa mano se cobra “incluso si es accidental”. Por eso pareció raro que Paletta llamara a Ramírez a ver, pues la regla es taxativa: si se comprueba la mano del que hace el gol, se debe cobrar sin medir intención, ampliación de volumen o nada.
Pero el protocolo VAR únicamente considera jugadas “fácticas” (no hace falta llamar al árbitro, solo se le avisa) las de offside con intervención del jugador adelantado. Para toda otra incidencia, debe convocarlo a la cabina y que el árbitro la vea y decida
La polémica: mano de Giménez, el gol no vale (REUTERS / Agustín Marcarian).
Medina, Cavani y Merentiel le piden a Ramírez amarilla para González Pirez (REUTERS / Agustín Marcarian).
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Fuente: ole.com.ar