Central fue el mismo equipo ambicioso que arrancó el Apertura y por eso tuvo su premio: le ganó 1-0 a Independiente y cerró la fase de grupos en primer lugar. El Rojo también tuvo un arranque demoledor, pero con el correr de los partidos se desdibujó, dejó de ser el equipo eficiente de las primeras diez fechas y recibió su castigo: anoche volvió de Rosario con las manos vacías y ahora deberá esperar el partido de River de hoy para saber si termina segundo o tercero en la zona.
El gol de Central, es cierto, fue un accidente: centro al ras de Copetti, Santi López le pega mordida, la pelota se estrella en la cara de Sporle y entra en el arco de Rey. Una desgracia para un equipo que extrañó demasiado la presencia de Lomónaco entre los centrales y de Loyola como generador de juego. Pero con el pase a octavos del Apertura asegurado y el partido del próximo martes ante Boston River por la Copa Sudamericana en Montevideo, Vaccari prefirió reservar a los titulares.
Como puntero de la Zona B, en octavos de final Rosario Central será local ante Estudiantes, que terminó octavo en la otra zona. Lo del Rojo todavía es un enigma: depende de si queda segundo o tercero, y también de cómo se acomoden entre Barracas Central, Tigre e Independiente Rivadavia en el otro grupo.
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El rendimiento de Independiente debe preocupar a Vaccari. De aquel arranque demoledor en las primeras fechas queda sólo el recuerdo. El equipo no muestra fluidez para generar juego ni reacción cuando está perdiendo. Las últimas fechas, tanto del Apertura como de la Copa Sudamericana, fueron un catálogo de todo lo pobre que mostraba hasta la temporada pasada.
Anoche fue más de lo mismo. Apenas propuso intentos débiles ante un Central que se replegó después del 1-0. Y volvió a descansar en las tapadas de Rodrigo Rey. Si el equipo mantiene las intenciones de avanzar más allá de octavos de final, debe volver a ajustar desacoples defensivos y activar la explosión de la de cancha para adelante.
Fuente: perfil.com