Con un golazo de Thiago Almada, Argentina le ganó a Uruguay y acaricia la clasificación

La Argentina está en estado de gracia. Todo lo que toca lo hace más luminoso. Incluso partidos grises como el de anoche en Montevideo: parecía un clásico para el olvido, pero el golazo de Thiago Almada y un gran segundo tiempo contra la Celeste determinaron lo contrario. Habrá algo para recordar, por más de que la categoría de inolvidable le quede demasiado grande.

Lo que sí, alguien alguna vez tendrá que revisar esta Eliminatoria que convirtió clásicos apasionantes en partidos intrascendentes. Casi abúlicos. Como pasa con el torneo local de 30 equipos en el que todo se diluye y todo se distorsiona, con la clasificación al nuevo Mundial de 48 selecciones pasa algo parecido. Cada Uruguay-Argentina siempre es una garantía de juego, de fricción o de entretenimiento. Pero ayer, la sensación por momentos fue casi de partido amistoso. Al menos esa fue la sensación en el primer tiempo, en el que casi no pasó nada. Un poco de dominio uruguayo, Argentina bien plantada en defensa, y pocas situaciones en los dos arcos.

¿Por qué esta selección campeona del mundo convierte estos partidos en algo aburrido? ¿Será porque le alcanza con poco para plantarse, incluso ante equipos fuertes como el uruguayo? ¿O será porque los dos sabían, en el fondo de sus cabezas, que van a clasificar al Mundial de Estados Unidos, México y Canadá pase lo que pase? También es cierto que sin Messi y sin Lautaro Martínez por lesiones, y sin Ángel Di María y sin Luis Suárez –el de anoche fue el primer clásico desde que se retiraron de las selecciones–, el duelo del Río de la Plata perdió algo de valor. El fin de una época.

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Pero siempre, como todo en la vida, hay una renovación histórica. Y si la última vez que Argentina y la Celeste se habían enfrentado en el Centenario, Di María había marcado un golazo inolvidable, esta vez, el que lo hizo fue Almada. La figura del Botafogo campeón de la Libertadores le dio un chanflazo de derecha, con el pie abierto, y la clavó en el ángulo izquierdo de Rochet, que se tiró sin chances de despejar el tiro.

Ese gol de Almada fue una homologación. Porque en ese momento –y antes y después– Argentina tuvo el dominio de la pelota y tuvo varias chances para marcar antes. La Scaloneta anuló al equipo de Marcela Bielsa, que miraba casi resignado. Y lo anuló porque convirtió al mediocampo en una zona blindada, y los delanteros siempre tuvieron la posibilidad de transitar cerca del arco celeste. Así fue casi hasta el final: Argentina, sin Messi, lo ganó con autoridad.

Fuente: perfil.com

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