El arbitraje en la Liga: no importan los hechos, solo las interpretaciones y el factor de poder

El árbitro es la figura encargada de garantizar que un juego se desarrolle según sus reglas y que se respeten condiciones justas entre los adversarios. Sin embargo, desde hace un tiempo, en el fútbol argentino, estas premisas están en discusión. Árbitros como Andrés Merlos exponen burdamente cómo funciona el sistema.

Jean Baudrillard fue un filósofo y sociólogo francés que reflexionó sobre la sociedad contemporánea y las particularidades de la posmodernidad. Al bueno de Jean no le gustaba el fútbol y llegó a decir que era un vehículo del poder para “entontecer a las masas”, pero seguramente le gustaría el devenir de esta columna. ¿Por qué? Porque a Baudrillard le gustaba analizar las realidades y sus matices: el arbitraje en el fútbol argentino, pese a tener las mismas reglas que en el resto del mundo, está lleno de interpretaciones bizarras, situaciones grises y momentos inauditos.

“¿Vos dormís tranquilo? Te conozco bien, eh… Si hablo, te prendo fuego”, fue la frase que el entrenador de Vélez, Sebastián Domínguez, le dirigió a Merlos tras la derrota en el epílogo contra Platense. Merlos, en lugar de mantenerse en silencio, le dobló la apuesta: “Yo siempre duermo tranquilo. Vení, vení, Seba… Prendeme fuego acá”, le dijo de manera impúdica, señalando la cámara de televisión.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Merlos es un árbitro del poder que hace más de diez años entendió cómo funciona el sistema y cómo subsistir más allá de los cambios de gestiones. El aprendizaje fue con dolor, cuando se equivocó feo en un partido de Arsenal contra Lanús, recién muerto Julio Humberto Grondona, pero todavía con la familia en el poder. Después de aquel partido –en el que adicionó nueve minutos y dejó jugar hasta que Lanús hizo el gol de la victoria–, a Merlos lo colgaron. Su carrera pendía de un hilo y fue suspendido por tiempo indeterminado.

Con la lección aprendida, y la certeza de dónde no podía equivocarse, y después de haberse arrodillado donde debía, volvió a dirigir en Primera 150 días después.

Aquel incidente fue el primero de decenas de escándalos arbitrales que lo tuvieron como protagonista. A Merlos lo denunciaron, lo denostaron, lo tildaron de muerto y lo quisieron boxear jugadores, entrenadores y dirigentes de fútbol. Algunas vicisitudes han sido inolvidables. La de 2019, con un jugador de Almagro Leandro Acosta, que lo insultó, empujó y agredió después de ser expulsado injustamente en un partido con el equipo santiagueño Central Córdoba. La de Emiliano Vecchio ninguneándolo con su billetera o los idas y vueltas con Andrés Fassi, máxima autoridad de Talleres de Córdoba, fueron algunas escenas que protagonizó en este último tiempo.

Baudrillard plantea que vivimos en una era donde las representaciones ficticias de la realidad (simulacros) han reemplazado a la propia realidad. La reputación, la confianza del público y el respeto de los jugadores eran valores fundamentales para un árbitro. Reflejos de un comportamiento auténtico que hoy jueces como Merlos no comparten, mientras las falsedades se integran en el tejido mismo de lo que consideramos “real” en un fútbol manipulado.

Hoy, las verdades sobre los errores u horrores arbitrales ya no son tan verdades porque incluso los hechos objetivos son relativizados o reinterpretados. Ya no es Domínguez el que denuncia el accionar de Merlos, sino Merlos (con una enorme carencia de pruritos) el que denuncia a Domínguez.

“Se suspende provisionalmente y se autoriza a formular su defensa por escrito dentro del plazo reglamentario, al director técnico Sebastián Enrique Domínguez, del Club Vélez Sarsfield”, reporta el Boletín Oficial de la Asociación del Fútbol Argentino. Merlos sigue dirigiendo y el entrenador se perderá el partido de hoy contra Instituto, por la tercera fecha.

En esta posmodernidad, la línea entre verdad y mentira se ha desdibujado, no porque los hechos objetivos hayan desaparecido, sino porque nuestra capacidad para distinguirlos está desvirtuada, recordamos a Baudrillard. La justicia en el fútbol, como en la vida, siempre ha sido una construcción colectiva, un acuerdo social. ¿Dónde estará?

Fuente: perfil.com

Temas en esta nota:

Exit mobile version