El Luna Park: una historia con hitos deportivos que no se sabe si podrá tener una continuidad

De repente, la historia del Luna Park, que es una historia cultural y política, adquirió una vigencia inusitada. Se escriben notas en portales web, se hacen reels de Instagram y videos de TikTok para repasar su larga vida de sucesos determinantes para la Argentina. Desde actos del nazismo en la década del 30, la vez en que se conocieron Juan Domingo Perón y Evita, el casamiento de Diego Armando Maradona con Claudia Villafañe y hasta los inolvidables conciertos de Frank Sinatra.

Pero la historia del Luna Park es también –o sobre todo– deportiva. En ese rincón de Buenos Aires se vivieron algunos de los hitos más importantes del deporte nacional. De hecho, lo llaman hasta hoy el Palacio de los Deportes. Y si bien se asocia al Luna con el boxeo por las veladas históricas de los campeones Horacio Accavallo, Carlos Monzón, Nicolino Locche, Ringo Bonavena y Pascual Pérez, y porque Juan Carlos “Tito” Lectoure lo convirtió en el reducto por excelencia de esa disciplina, allí se consagraron o se gestaron otros hechos relevantes de otros deportes.

Quizás el mayor, además de los campeones del mundo de boxeo, fue el Mundial de básquet que Argentina ganó en 1950, y que nunca más pudo repetir (la Generación Dorada llegó a la final en 2002 y 2019, pero no logró coronar).

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Cuarenta años después, en 1990, el Luna Park volvió a ser la sede del Mundial de básquet, ya con la televisión dominando la atención en las casas de casi todo el mundo. Y aunque Argentina no pudo repetir el título del primer Mundial de la historia, un hecho ocurrido en el parquet del Luna Park es todavía recordado en los Balcanes. Un hombre de bigote, con pulóver, que llevaba una cartera de fotógrafo, agitaba una bandera de Croacia luego de que Yugoslavia le ganara la final a la Unión Soviética. Vlade Divac, serbio y figura de la NBA, le sacó la bandera croata a este hombre. Algunas personas aseguraron que la pisoteó. Pero lo cierto es que esa escena, ocurrida el 20 de agosto de 1990, desencadenó un conflicto internacional en una zona que meses después entraría en una guerra sangrienta.

Escribió el periodista Andrés Burgo en 2017: “En el momento pareció un incidente mínimo, una anécdota en comparación con el reciente título del mundo, pero el asunto estallaría al regreso a los Balcanes. Aquella pelea fue el combustible para una geografía que se prendía fuego. Divac sería considerado un ‘héroe’ en Serbia y un ‘guerrillero’ en Croacia (periodistas locales dijeron que, además de haber agarrado la bandera, la había escupido y pisado), incluso para su hasta entonces amigo Petrovic, quien ya no le volvería a dirigir la palabra, sin saber que estaba próximo a morir en un accidente de autos en 1993, en la cúspide de su carrera, durante una gira con la flamante selección croata”.

Antes y después de ese hecho, que en estos días no se narra en Argentina pero que sí llegó a Zagreb y Belgrado, hubo deportistas argentinos que tuvieron sus momentos más felices en el Luna. Monzón, Locche, Bonavena y Pérez fueron símbolos. Pero hubo veladas inolvidables protagonizadas por Justo Suárez, Luis Ángel Firpo, José María Gatica, Alfredo Prada, Eduardo Lausse y Víctor Galíndez. Los fundadores del estadio, Ismael Pace y José Lectoure, tuvieron esa visión: convertirlo en un multipropósito, pero especialmente vinculado con el deporte en general, y con el boxeo en particular. Juan Carlos “Tito” Lectoure asumió esa misión en la década del 50 y la llevó hasta lugares y momentos inimaginados. Hubo básquet y boxeo, obviamente, pero también Liga Mundial y Mundial de vóley, Copa Davis y fútbol sala. Toda una historia que, ahora, no se sabe si podrá continuar.

Fuente: perfil.com

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