Igual, pero distinto. El superclásico del fútbol cordobés terminó, una vez más, con el sabor agridulce del consabido empate de mutua conveniencia. La diferencia, en este caso, es que ni Talleres ni Belgrano se fueron conformes, a decir de las muecas de fastidio con las que sus respectivos entrenadores, Alexander Medina y Ricardo Zielinski, acompañaron el pitazo final del árbitro Sebastián Zunino, uno que sí jugó al empate.
‘El Cacique’ justificó su gesto de contrariedad en la conferencia de prensa posterior al 1-1 ante el Pirata: “Siento que fuimos superiores en líneas generales. Nuestro primer tiempo fue mejor que su segundo tiempo”.
El DT charrúa no profundizó demasiado en el funcionamiento de su equipo. Después de aquella primera definición, gambeteó a las preguntas de los periodistas como en sus tiempos de delantero, hablando de lo que el viento le llevó al partido y de la molestia que le provocó jugar ante Belgrano en domingo o vestir de blanco en el Gigante de Alberdi.
Decir que el clásico fue un tiempo para cada uno sería caer en una simplificación. Talleres pudo haberlo ganado en el segundo tiempo, si Rick acertaba en el primer contragolpe, Depietri conectaba con certeza un centro de Girotti o ‘Bebelo’ Reynoso no buscaba reinventar la táctica del fútbol en un tiro libre que se le ofreció inmejorable en las puertas del área grande.
Sí es cierto que lo mejor de la ‘T’ estuvo en el primer segmento, cuando a la prioridad de no correr riesgos, y de lucir ordenado, le sumó algo de atrevimiento con las gambetas del brasileño Lima Morais, que resultaron indescifrables para la discretísima defensa del conjunto anfitrión.
Fue ‘el Agente 77’ el que descubrió las grietas que dejaba el local entre la soledad de Santiago Longo y la fragilidad del tándem Grillo-Ostchega. De todos modos, el tardío despertar del hombre de los seis millones de dólares resultó insuficiente por falta de compañía. Con Ortegoza, Galarza Fonda y Botta demasiados contenidos, jugando a la espera sin presionar en campo contrario, Nahuel Bustos quedo expuesto como el ‘9’ de área que no es.
En el complemento, Zielinski sorprendió a Talleres con tres cambios de nombres que promovieron una estrategia diferente, y el partido se le hizo cuesta arriba al elenco de barrio Jardín. La presencia de ‘Uvita’ Fernández le dio vuelta la cancha a Gastón Benavídez, el hombre del fondo que más vocación ofensiva había mostrado hasta entonces, y los centrales ya no lucieron tan cómodos frente a un ataque más ancho y con más variantes.
Cuando ‘el Cacique’ y su tribu comprendieron que la mejor forma de defenderse era tratando de atacar, Belgrano ya empataba y había estado ‘ahí’ de dar vuelta el marcador. El ida y vuelta del final terminó dándole un toque digno y emotivo al superclásico, que terminó en una igualdad que alivia sin curar demasiado, pero que tampoco profundiza heridas.
¿A qué juega Talleres? El pueblo albiazul todavía quiere saber de qué se trata. Lejos de la primera versión de Medina, aquel equipo intenso, de presión alta y ataque directo, el modelo 2.0 todavía sigue en prueba piloto. En el Estadio Julio César Villagra, igual que en la final ante River Plate en ‘La Nueva Olla’ de Asunción del Paraguay, eligió ser más cauto, abroquelarse en el medio, y por momentos le alcanzó para hacer negocio.
Con muchos problemas para ganar y convertir -suma siete partidos sin victorias y marcó seis goles en 11 partidos-, el Albiazul sigue en deuda en el Torneo Apertura y fuera de los puestos de playoffs.
La participación en la Copa Libertadores, cuyo inicio está a la vuelta de la esquina, le permitirá cubrir el déficit de competencia e ingresos ante una eventual prematura eliminación. No haber votado este mamotreto de campeonato no lo exime de responsabilidades, aunque no deja de ser una buena bandera para enarbolar puertas adentro, en caso de emergencia.
“Me quedo con lo que hicimos en el primer tiempo y con que hay que mejorar las cosas en las que fallamos después, cuando Belgrano nos atacó directo por las bandas y nos incomodó”, sintetizó el arquero y capitán de Talleres en las zonas bajas del Gigante de Alberdi, con los guantes guardados en el bolso y la mente puesta en Sao Paulo de Brasil.
“Ahora hay que pensar en el miércoles”, completó Medina, cuyo nombre sonó con fuerza en las últimas horas como posible sucesor de Martín Lasarte en Nacional de Montevideo. Aunque el funcionamiento y los resultados no son los deseados, desde la intimidad de Talleres dejaron en claro antes del clásico que sólo ‘una catástrofe futbolística’ podría sacar del cargo al entrenador, teniendo en cuenta la proximidad del debut copero.
Punto y seguido.
Fuente: perfil.com