Río de la Plata: al vadeo siempre es mejor

La extraordinaria presencia de dorados en el Río de la Plata en este naciente 2025 hace que los podamos pescar de múltiples maneras. Pero sin dudas una de las más divertidas formas de vivir la acción es metidos en el medio del pez, es decir, con el pescador en el agua, intentando al vadeo.

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Allí podemos sentir un atraque a distancia o a pocos centímetros de nuestra posición, presenciar combates maravillosos en derredor nuestro, saltos imponentes que congelan a la pieza en el aire y escenas de lucha memorables que siempre se guardarán en nuestras retinas. Por eso este año muchos somos los que nos volcamos a transitar las aguas someras rioplatenses, entre CABA y San Fernando, buscando bajadas al río que nos permitan “jugar con los muñequitos” (nuestros artificiales), que siempre deberán tener una acción acorde con la poca profundidad en la que vamos a estar trabajando. 

Elección del artificial

Así, señuelitos de paleta muy corta en formato minnow, otros cranks gorditos que muevan agua y bajen poco y, sobre todo, señuelos deslizadores tipo glidding, nos permitirán trabajar en ese rango de menos de 80 cm de agua en donde el dorado se acerca a acechar presas como sábalos y boguitas. O muchas veces buscamos algo más de profundidad, tirando señuelos lipless río adentro (y trabajándolos con el tip de la caña hacia arriba), contando con la ventaja del buen peso de estos artificiales que pueden darnos buena distancia aún con viento de frente. Y encima, al ganar acción de inmediato, no serán pocas las veces que con apenas un par de vueltas de manija, serán atacados. Otra razón para contar siempre con algún lipless para ganar distancia es que, a veces, los dorados no están tan pegados a la orilla cuando hay mucho pescador dando vueltas. La insistencia tendrá premio y la experiencia irá contándonos qué artificiales van mejor cada día, incluso tomando en cuenta sus colores.

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Lo cierto es que hoy la pesca de dorados se ha hecho muy popular por su abundancia y facilidad de acceso a buenas piezas en toda la franja de zona norte del Riopla, un largo tramo comprendido entre CABA y el Tigre que ha sido muy modificado por obras y se han tirado los escombros al río sin ningún tipo de contención, haciendo que tengamos que caminar con mucho cuidado para no perder el equilibrio.

Algunos consejos básicos

En las pescas al vadeo, siempre es bueno recordarlo, la economía de elementos es fundamental. Bastará una riñonera o bolsito con una cajita señuelera, un par de leaderes de repuesto, una botellita con agua, trapo, bogagrip y una pinza multifunción para sacar anzuelos, abrir anillas para reemplazar triples o simples y cortar multifilamento. Usar guantes de pesca es recomendable para manipular correctamente al pez. Siempre debemos humedecerlos metiendo la mano en el agua antes de tomar a nuestra captura. Seguramente el guante evitará que la pieza se resbale al sacudirse cuando queremos desanzuelar, más allá de darnos otro beneficio que es el de evitar que nos quememos el dorso de la mano por acción del sol.  

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El uso de lentes polarizados es vital en una pesca donde la incidencia en ángulo de los rayos solares rebotando en la superficie nos quemará de abajo. Estos lentes no sólo van a descansar nuestra vista matando esos rayos nocivos sino que además nos protegerán ante un potencial latigazo en el que un señuelo que se desprenda de un pez a pocos metros nos salga disparado hacia el rostro. Además, muchas veces nos permitirá detectar cardúmenes de sábalos y acaso doradillos corriéndolos. Por todo lo expuesto considero que lentes de buena calidad polarizados son imprescindibles en toda pesca señuelera.
El tema de la hidratación es fundamental: muchas veces el pescador inicia su vadeo en horas tempranas, pero luego el sol va subiendo y puede ocasionarnos un desmayo por baja de potasio o deshidratación. Asimismo, tenga en cuenta que el sol es inclemente y es necesario cubrir la mayor parte de la superficie corporal con tela para no quemarnos al rojo vivo.

¿Baitcast o spinning? 

Esa es otra de las preguntas clásicas que se hace el novel pescador que se aventura al vadeo. Mi experiencia indica que, para pescar en estructuras donde necesitamos precisión en los tiros, el baitcast es la técnica más adecuada. Pero en el Río de la Plata, en la gran mayoría de los casos al menos en las pescas costeras urbanas, lo que ocurre mayormente es que tenemos que barrer agua, tirando en forma de abanico desde la posición en la que estamos parados. Si al lograr esa barrida de radar no ha habido suerte, será el momento de moverse unos 50 metros y repetir la maniobra, siempre teniendo la precaución de no aventurarnos más de la cuenta. 

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Otro consejo útil es informarse de la acción de las mareas antes de salir (www.tablademareas.com.ar), para saber cómo se comportará el río. Es bueno tomar referencias, sobre todo cuando visitamos los mismos lugares, para estar atento a las crecidas. Un árbol costero, un palo clavado, el escalón de una escalera o rampa de bajada náutica… todas esas son referencias que debemos rechequear en nuestro deambular al vadeo, para salir a tiempo. Otro tema interesante vinculado a las crecidas y bajantes es que en estas zonas de planicies en suave declive, las grandes bajantes dejan al desnudo las áreas de tosca, estructuras que debemos testear con nuestros señuelos y moscas cuando el agua las cubre. Al verlas al desnudo o semi cubiertas, podemos entender cómo juega el agua sobre esos pedregales, evitar perder artificiales, y definir estrategias de trabajo y horarios convenientes (las dos últimas de bajante y las dos primeras post paro de agua, por ejemplo). También, si tenemos suerte, presenciar escenas de ataques de dorados a sabalitos y mojarras, que evidenciarán sustos mayúsculos con saltos fuera del agua o corridas de espanto ante los predadores.

Entre bancos y juncales

Precisamente ver escenas de ataques de estos predadores sobre sus presas dilectas siempre será una buena señal de que estamos en zona de fuego. Y la situación de pesca al vadeo no aplica sólo a las económicas salidas costeras en donde llegamos al borde del río y nos echamos al agua (muchos con waders, otros con shorts o pantalones viejos), sino también a salidas de embarcados que nos posicionan en rendidores bancos del Río de la Plata o los pasillos barrosos de las islas Oyarvide y Solís.
Es el tipo de pesca que llevan a hacer a sus clientes los buenos guías como Lucas Dini, quien ha tenido un fin de 2024 memorable y un arranque de 2025 a puro pique dorado. Sus pescas, partiendo de San Fernando, son en las zonas de bancos de las islas Martín García, Oyarvide y Solís. Una de las claves es esperar a que el río esté bien bajo (“Que se seque”, dice el guía) para dejar la lancha anclada en una zona de profundidad que permita salir sin inconvenientes, e invitar a su tripulación a bajar con el agua a la cintura, para iniciar un vadeo hacia diversas zonas que el profesional ya tiene bien estudiadas. 

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“Voy adelante con el remo, tocando fondo, mientras mis clientes siguen mis pasos”, dice Dini, quien igual invita “a caminar arrastrando los pies”. Todo sea por evitar un encuentro con una peligrosa raya, pez que suele gustar de los bancos bajos para apostarse. “Hay que mirar las cacerías, los dorados se evidencian solos cuando están en actitud cazadora”, dice el guía, quien no obstante deja derivar una boya con la corriente a modo de testeo para ver si los dorados toman con carnada cuando no se dejan ver. “Cuando cazan se ven los dorados atacando de modo frenético a los sábalos y éstos saltando para todos lados. Es el momento de usar poppers”, destaca el guía, quien muchas veces logra la pesca en menos de 40 cm de agua.
“Cualquier Popper de 10 cm de largo, centímetro más o menos, va a ser atacado, así como algún paseante. En esas situaciones el dorado es como que se activa más cuando la presa se escapa, por lo que recoger con cierta velocidad y rusticidad suele ser recomendable”, concluye.

También, tarariras

Claramente a favor de estas salidas está el paisaje y una situación más natural que la descripta en las pescas urbanas, más allá de poder combinarla con otras pescas al vadeo como la de tarariras. La contra es el costo de una aventura que implica al menos una hora y media de lancha y abonar la tarifa de un profesional. 
Por lo demás, prepárese para una pesca que no siempre da premio pero cuando paga, lo hace con grandes emociones y sensaciones que no pueden ser vividas en otra modalidad. Si nos cansamos de darle a la manijita, una buena alternativa para dejar descansar la muñeca es pararnos en alguna piedra o simplemente permanecer quietos con el agua a la cintura, sacar el señuelo y poner una línea sutil de flote o de fondo, encarnada con bolitas de masa o salamín, y divertirse así con astutas boguitas que también tienen lo suyo a la hora de hacernos arquear una caña. 

Pescar al vadeo siempre nos maravilla y hace que ninguna sea igual a otra aunque estemos con el mismo equipo y en el mismo ámbito. Por eso amigo pescador, anímese a vadear y disfrute de un estilo de pesca inigualable.

Fuente: perfil.com

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