En un país donde la plata rara vez alcanza y el ingenio para estirar el dinero es parte del ADN nacional, el aguinaldo siempre fue algo más que un ingreso extra: fue una bocanada de aire, una pequeña ilusión de descanso, una escapada, o ese gusto que durante meses quedó en pausa. Sin embargo, la coyuntura 2025 ofrece una postal distinta. Este año, el argentino promedio parece tener claro que el disfrute puede esperar. La prioridad, esta vez, es llegar a fin de mes.
El 31% de los argentinos destina el aguinaldo de junio a cubrir gastos generales, de acuerdo a un relevamiento de Focus Market, realizado sobre 7.500 casos en todo el país. Hablamos de expensas, servicios, colegios, medicina prepaga y otras obligaciones cotidianas que, aún con una macroeconomía más ordenada (menor inflación y dólar contenido), siguen siendo difíciles de afrontar solo con el salario mensual. Un dato que, en la superficie, puede parecer poco impactante, pero que habla de una transformación silenciosa en el patrón de consumo del argentino.
El 31% de los argentinos destina el aguinaldo de junio a cubrir gastos generales
Cambia el destino tradicional del aguinaldo
Este comportamiento representa una clara señal de cambio respecto al destino tradicional del aguinaldo. En diciembre de 2024, las vacaciones lideraban las prioridades de los trabajadores. Para este junio 2025, el rubro vacaciones desciende al cuarto lugar, profundizando una caída que ya se venía registrando. La baja no parece ser un fenómeno puntual, sino parte de un giro más profundo en las decisiones de consumo. Además, es importante considerar que el aguinaldo de mitad de año nunca tuvo el mismo peso turístico que el de diciembre: no todos los trabajadores tienen vacaciones en invierno, los chicos sólo cuentan con dos semanas de receso escolar, y en muchos casos el contexto no permite organizar una escapada. Así, aunque el panorama macroeconómico actual muestra mayor estabilidad y previsibilidad que en años anteriores, la realidad cotidiana indica que los ingresos aún no alcanzan para cubrir todos los gastos del mes. En otras palabras, el salario se estabilizó… pero sigue sin rendir.
Entonces, ¿por qué si hay cierto orden, incluso expectativas de mejora, el aguinaldo termina usándose para pagar cuentas? Porque, aun con emisión cero y un dólar relativamente contenido, los salarios no despegan lo suficiente. La baja nominalidad y el rezago en los ingresos hacen que, en muchas familias, este ingreso semestral sea la única forma de ponerse al día. Lo que antes era una oportunidad para proyectar (ahorrar, invertir, darse un gusto), hoy es apenas un salvavidas para sostener el consumo esencial del hogar. Que el 31% de los argentinos lo destine a eso no es un síntoma aislado: es una señal.
En diciembre de 2024, las vacaciones lideraban las prioridades de los trabajadores
Comprar dólares con el aguinaldo, en segundo plano
Aun así, hay una diferencia clave con los tiempos de volatilidad extrema: esta vez, no hay apuro por sacarse los pesos de encima. La urgencia del consumo inmediato, propia de los momentos de crisis o devaluaciones inminente, parece haberse desactivado. Ya no se gasta por miedo a la devaluación. Ni siquiera el dólar es hoy ese refugio automático que solía ser. La compra de moneda extranjera quedó en segundo plano. Incluso perdió espacio entre las opciones para el aguinaldo.
En su lugar, empieza a jugar otro tipo de lógica: la del rendimiento. Quienes pueden ahorrar o invertir, ya no miran al dólar como la única alternativa. La estabilidad del tipo de cambio y la apertura parcial del cepo dieron paso a estrategias más sofisticadas, como el carry trade. En criollo: vender dólares, invertir en pesos a tasas altas, y después recomprar dólares con la ganancia. El instrumento estrella del momento son las Lecaps, que ofrecen rendimientos atractivos en plazos cortos y con bajo riesgo, especialmente si se aprovecha la ventana preelectoral.
El cambio también se nota en el mundo de las billeteras digitales. Aquella fiebre por dejar el dinero “rindiendo” en apps ya no es tan popular. La gente está más informada, compara, evalúa. Muchos descubrieron que hay herramientas más rentables, como acciones o fondos de inversión. Aunque las billeteras siguen siendo una opción para los que buscan comodidad o menor riesgo, hoy ya no son la primera elección para poner a trabajar el aguinaldo.
Quienes pueden ahorrar o invertir, hoy ya no miran al dólar como la única alternativa
Sólo un 9% de los argentinos destinará el aguinaldo a pagar deudas
Otra diferencia con años anteriores está en el rubro “pago de deudas”, que, si bien sigue presente, aparece con menor fuerza: solo un 9% se destinará a saldar compromisos pendientes.
También pierde terreno la lógica de “stockearse” en el súper. En otro momento, cuando los precios subían día por medio, algunos usaban el aguinaldo para llenar el changuito como forma de resguardo de valor. Hoy, con la inflación más controlada, eso dejó de tener sentido. Ya no se piensa en el changuito lleno como estrategia de ahorro.
Este nuevo mapa de decisiones marca un cambio de era. El argentino ya no es solo el que sobrevive al caos con creatividad, sino también el que, en un contexto menos caótico, busca ordenar sus finanzas. El aguinaldo, en este contexto, deja de ser una fiesta y se convierte en un recurso estratégico. Ya no se trata solo de gastar o ahorrar, sino de decidir con más información, más calma y más foco.
Quizás el dato más revelador no sea qué se hace con el aguinaldo, sino cómo se toma la decisión. Porque si bien la coyuntura apremia, también ofrece una rareza en nuestra historia reciente: previsibilidad. Un bien escaso en la Argentina, que empieza a notarse, incluso en cómo usamos lo que por fin parece un ingreso, y no un salvavidas. Quizás ahí empiece, silenciosamente, el verdadero cambio.
Fuente: iprofesional.com