Es la pregunta que surgió en el mercado ni bien Toto Caputo anunció la baja de las retenciones a la exportación agrícola: ¿qué tan importante puede ser el refuerzo de dólares si las cosas salen como espera el gobierno y el campo liquida en corto plazo? Respuesta: en el mejor de los escenarios, sólo por la soja, podrían entrar u$s5.500 millones en el corto plazo.
Es lo que ocurriría si la totalidad del stock guardado en los silobolsas -casi 18 millones de toneladas– fuera anotada para ser exportada en el plazo que pidió el gobierno, y teniendo en cuenta el precio internacional, que justo las últimas semanas cobró un impulso y subió hasta u$s389 por tonelada, después de haber estado varios meses rondando los u$s360.
La cuenta daría unos u$s7.000 millones, a los que habría que restarle el 20% que queda en el mercado del “contado con liquidación”. Por lo tanto, en las castigadas arcas del Banco Central entraría un refuerzo de unos u$s5.500 millones en plena temporada veraniega, es decir antes de que empiecen a llegar los dólares de la nueva campaña a partir de abril.
La cifra es elocuente respecto de por qué Caputo tomó esta decisión. Se vio en la disyuntiva de sacrificar ingresos fiscales -los analistas estiman que el nuevo “dólar soja” hará que el gobierno resigne un 0,1% por el primer semestre en que se aplique la medida- para obtener un refuerzo de las reservas.
Y no es casualidad el “timing” del anuncio: justo cuando se está renegociando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que no ha ocultado su preferencia por una corrección devaluatoria a la que el gobierno se niega de plano. Fue en medio de esta discusión que tomó fuerza en el mercado la versión de que se podría implementar un sistema de banda de flotación, similar al que se aplicó en el último año de la gestión macrista.
Para ponerlo en perspectiva, la cifra que Caputo espera “cosechar” de la liquidación de soja equivale a más del 40% de lo que está negociando con el FMI en estos momentos, un desembolso de u$s13.000 millones
Una señal de calma al mercado
En el gobierno están convencidos de que el ancla cambiaria es un pilar del plan económico, y también un potente argumento electoral con vistas a las legislativas de octubre. Es por eso que la opción devaluatoria no entraba en el menú, pero los funcionarios debieron reconocer que la caída de rentabilidad en el campo se estaba transformando en un problema.
Si la apuesta de Caputo saliera bien y se produjera en el corto plazo una masiva venta del stock que sigue guardado, entonces la posición negociadora de Argentina con el FMI se reforzaría y, sobre todo, se daría un mensaje de tranquilidad al mercado, que en los últimos días vio señales preocupantes. A pesar de que el BCRA sigue comprando divisas, se vio obligado a vender bonos por u$s619 millones en la primera mitad de enero para contener la cotización del dólar en el mercado paralelo.
¿Alcanzaría con u$s5.500 millones para traer calma nuevamente? No es una cifra que saque a las reservas del BCRA de la zona negativa, pero implica una drástica mejora sobre la capacidad de cumplimiento de las obligaciones externas. Después de todo, en el gobierno se había presentado como una señal de confianza del mercado global la obtención de un préstamo “repo” por u$s1.000 millones.
¿Le sirve vender al productor?
Pero hay más preguntas que surgieron tras el anuncio de la baja de retenciones. Y la fundamental es si la mejora es suficiente como para incentivar a los productores a sacar su stock de los silobolsas y a las cerealeras a conseguir la prefinanciación para poder liquidar las divisas.
A juzgar por el antecedente de los programas de incentivo exportador que implementó Sergio Massa durante la gestión anterior, hay chances relativamente altas de que se note un impulso exportador. El entonces ministro aplicaba una mejora que, a grandes rasgos, equivalía a la suspensión de retenciones por un mes.
Uno de los elementos clave para determinar si al productor le conviene vender radica en la brecha cambiaria. Cuanto mayor es la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, menor será el porcentaje del precio internacional que logre captar el productor.
Así, durante el peor momento de la crisis cambiaria de 2022, los sojeros apenas se podían quedar con un 30% del precio internacional. Los programas de incentivo de Massa -conocidos como “dólar soja”- hacían que ese porcentaje subiera al entorno de 50%.
Y, en los últimos meses, luego de que Caputo lograra controlar la brecha y traerla al entorno del 15%, el porcentaje del precio global que les quedó en el bolsillo a los productores pasó del 60%. Es lo que explica que, a pesar de las quejas, la liquidación agrícola haya mantenido un ritmo parejo.
De todas formas, sigue habiendo un gran volumen retenido en los silobolsas. Es algo como ocurre como consecuencia de varios factores. El externo es el de los precios, que habían tenido una fuerte caída. Ahora se recuperaron, pero los analistas creen que un aumento de la oferta, sumado al “efecto Trump” sobre los mercados de commodities, revertirán esa situación en poco tiempo. Desde ese punto de vista, el “timing” juega a favor de Caputo.
El otro gran factor es el climático: A pesar de algunas lluvias veraniegas que habían traído la esperanza de un gran aumento en la cosecha, sigue habiendo zonas con déficit hídrico, lo cual obligó a recalcular a la baja las proyecciones iniciales: hoy se está hablando de 49 millones de toneladas, en vez de las 52,5 millones originales. Este punto juega en contra del gobierno, porque refuerza el tradicional comportamiento conservador de los productores, que en momentos de incertidumbre prefieren vender “por goteo” a medida que van necesitando saldar obligaciones financieras.
Decodificando el mensaje de Caputo
Y, finalmente, el otro factor, acaso el más relevante, es el cambiario. La medida de Caputo es, es definitiva -como antes habían sido las de Massa- una forma indirecta de devaluación por la vía fiscal. En el campo había sido mal recibida la noticia de que el crawling peg ralentizaría su ritmo al 1% mensual, algo que agravaba todavía más la ecuación de negocios de productores por debajo de la línea de rentabilidad.
De manera que el mensaje de Caputo que están decodificando los productores es el siguiente: el gobierno no va a devaluar porque todo su programa depende de la estabilidad cambiaria, pero está otorgando al campo un tipo de cambio sectorial más alto, que el productor puede aprovechar colocando los pesos a rendir en el carry trade -con una tasa anual efectiva de 30%-. Y mejor vender ahora, porque es probable que los precios del mercado internacional bajen en los próximos meses.
Ya en la previa del anuncio sobre las retenciones, se había generado un áspero debate entre los analistas del campo, con dos sectores bien diferenciados respecto de si había que vender o esperar. Uno promovía la necesidad de asegurar el precio en el corto plazo, usando para ello las herramientas del mercado financiero, como los contratos de futuros. Otra, en cambio, defendía la actitud conservadora de mantener el stock, y acusaban a las grandes cerealeras de “cartelizarse” en detrimento del productor, y con la anuencia del gobierno.
Haciendo cuentas
Hablando en plata, ¿cuánto significa la mejora para los productores sojeros después de la medida anunciada por Caputo? Hasta el día previo, se quedaban con u$s238 por tonelada vendida, lo que implica que lograban captar un 61% del precio internacional.
Ahora, al caer la retención del 33% al 26%, entonces el precio a embolsar subió a u$s263,50, lo que equivale al 68% del precio internacional.
Hay que notar que un factor que influye en esta cuenta es la cotización del “dólar contado con liquidación”, dado que un 20% de lo que recibe el exportador no entra al BCRA y queda en una cuenta del exterior. Por lo tanto, cualquier efecto que achate al CCL -algo que, de hecho, ocurrió el viernes- incidirá en la cuenta final.
En definitiva, la medida de Caputo tiene el efecto equivalente haber subido la cotización del dólar oficial un 10,7%, lo que implicaría recibir hoy mismo un tipo de cambio de $1,161. Es, casualmente, el precio del dólar que se prevé que esté vigente recién para fines de este año.
Los próximos días dejarán en claro qué tan atractiva resulta la oferta. En principio, todo indica un 10% de mejora no parece ser suficiente para revertir los problemas de competitividad, pero resultará un estímulo para apurar la venta.
Fuente: iprofesional.com