En contra de los pronósticos, cayó el precio del petróleo: Argentina tiene que festejar?

Lo que está pasando con el precio del petróleo da la pauta de que el escenario global ha cambiado, al punto de que los paradigmas con los que se analizaba la geopolítica están quedando obsoletos. Hasta hace poco tiempo, un conflicto a gran escala que involucrara a un país petrolero solo podía traer como consecuencia una disparada en la cotización. Sin embargo, tras el bombardeo estadounidense a Irán y la respuesta de la nación islámica, el precio del petróleo cayó. Y ahora, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Israel e Irán acordaron un “alto el fuego completo y total” y que, tras el cual, la guerra entre ambos terminará.

El fin de semana, al conocerse el ataque ordenado por Donald Trump a la base nuclear iraní, los mercados se prepararon para lo peor. La cotización, que estaba en torno de u$s73 para el tipo WTI superó los u$s80 y algunos reportes de analistas advertían sobre una posible suba por encima de u$s150 el barril.

Desde ese momento, el mercado se llenó de especulaciones, tanto a nivel global como en Argentina. Contagios de precios a las naftas, encarecimiento de insumos del agro, reversión del proceso desinflacionario y suba de las tasas de interés fueron las consecuencias que de inmediato los analistas empezaron a avizorar.

Fue con ese estado de ánimo que el mercado bursátil sintió el golpe, con caídas en la valuación de acciones argentinas, tanto en la bolsa porteña como en Wall Street.

Y también estaban quienes celebraban el impacto positivo sobre el ingreso de divisas, dado que en pleno boom productivo de Vaca Muerta, el gobierno apuesta a que la exportación petrolera sea el contrapeso de la merma de divisas aportadas por el campo.

Hablando en plata, a inicios de año, con el precio en torno de los u$s78, la expectativa oficial era que este año la balanza comercial energética subiera un 30% respecto del año pasado y dejara un saldo neto de u$s8.000 millones.

Alivio en el precio del petróleo

Al final, nada de lo pronosticado ocurrió. Lejos de dispararse, el precio cayó por debajo de los u$s70 -el barril Brent a u$s69,40 y el WTI a u$s68,50. Es decir, mucho más cerca de los mínimos que había tocado en mayo que de los valores del fin de semana.

¿Qué pasó? Para empezar, en contra de las predicciones, no se concretó el temido bloqueo del estrecho de Ormuz, por donde transita la cuarta parte del tráfico mundial de crudo. En una orilla del estrecho está Irán, y enfrente Omán y los Emiratos Arabes Unidos. El estrecho es, además, la puerta de entrada al Golfo Pérsico, donde se embarcan buques petroleros de Arabia Saudita, Irak y Kuwait.

Varias veces se temió por un bloqueo, pero Irán no llegó a ese extremo. Ya había ocurrido el año pasado, cuando ambos países intercambiarios ataques con misiles que no provocaron daños de cuantía. Y ahora, a pesar de que la escalada bélica fue mucho mayor, el ataque israelí se centró en blancos militares y no en dañar la infraestructura energética.

De la misma manera, la represalia iraní sobre Qatar no generó daños y fue considerada por analistas como más “simbólica” que como una medida tendiente a subir la escalada del conflicto.

Pero el detalle más importante no vino desde el gobierno estadounidense, sino desde China. Ocurre que la mayor parte del volumen de crudo que exporta Iran tiene como destino el mercado chino. Y, por lo tanto, un cierre del estrecho afectaría el suministro a la potencia asiática, que vería seriamente encarecidos sus costos industriales y de transporte marítimo.

China, de momento, es uno de los principales aliados del gobierno de Teherán, lo que hace que el régimen de los ayatolas tome precauciones antes de adoptar medidas que puedan afectar esa relación y debilitar su postura frente a Occidente.

Lo cierto es que la confianza de Donald Trump sobre la falta de vocación iraní por escalar el conflicto lo llevó a anunciar que la guerra israelí-iraní duraría sólo 12 días.

Precio del petróleo: por qué hubo errores de predicción

La pregunta, entonces, es por qué los análisis del fin de semana erraron tanto sobre lo que ocurriría con el petróleo.

Primero, porque hubo una aprobación oficial por parte del parlamento iraní para el cierre del estrecho de Ormuz. Sin embargo, en la nación islámica el poder no reside en el poder legislativo, sino que es el gobierno quien toma la decisión final, y todo indica que, al menos por el momento, ve más perjuicios que beneficios en un cierre del estrecho.

Pero, además, muchos análisis se vieron influenciados por los antecedentes de conflictos recientes, particularmente la invasión rusa a Ucrania de 2022. En aquella oportunidad, los precios en el mercado internacional tocaban niveles astronómicos -con el barril de petróleo en un pico de u$s130 y el gas a u$s50 por millón de BTU-.

Pero se trataba de una situación diferente: Rusia era el principal proveedor de gas natural para Europa, lo que produjo un colapso en la oferta y cambió por completo el escenario energético global. Además, como ambos países son potencias agrícolas, también se produjo una escalada en los precios de alimentos -algo que no ocurre hoy, como lo demuestra la estabilidad del precio de la soja en torno de u$s390 la tonelada-.

El petróleo puede seguir cayendo: los motivos

¿Qué ocurrirá en adelante? Si la actitud mostrada por Irán se mantiene, entonces hay más probabilidades a una baja que a una suba del precio del petróleo. Porque, si se dejan de lado los conflictos geopolíticos, en el mercado había motivos para esperar una oferta que sobrepasara la demanda.

Para empezar, por la presión estadounidense. Ya en la campaña electoral, Trump había hecho del petróleo un tema central de su propuesta: planteó que el incremento de la producción era una forma de bajar la inflación, además de una revitalización de ciertas economías regionales y una disminución de la dependencia de proveedores problemáticos.

En contra de la agenda ambientalista de la “izquierda woke”, Trump se erigió en un firme defensor del petróleo shale -el mismo tipo que existe en Vaca Muerta-, que exige la técnica del fracking -fractura de la roca mediante presión de agua-.

En el propio discurso de asunción, Trump pronunció el célebre eslogan “drill, baby, drill”. Y los expertos conjeturaban que, para compensar la inflación que causaría su política de suba arancelaria, Trump haría lo posible por bajar el precio del petróleo debajo de los u$s60.

Y al incremento de la producción estadounidense se le agrego el “efecto OPEP”. Pocas semanas antes de que estallara el conflicto israelí-iraní, una de las mayores potencias petroleras, Arabia Saudita había anunciado que se incrementará la oferta de crudo en hasta 2,2 millones de barriles diarios hacia el último trimestre de este año. El anuncio implica no sólo que este país subirá su producción sino que, además, aplicará sanciones a otras naciones petroleras que se mostraban renuentes a subir su cuota.

Arabia Saudita es el principal aliado de Estados Unidos en el Medio Oriente, y la decisión de incrementar la oferta ocurrió, no por casualidad, a pocos días de una visita de Trump en la que se discutió un acuerdo sobre defensa y armas nucleares.

Fue así que, en mayo, se llegó a un precio mínimo de u$s56 por barril, un nivel que no se veía desde la pandemia. Fue para esa fecha que YPF anunció en el mercado doméstico una baja promedio de 4% en sus combustibles.

¿Argentina tiene que festejar el precio del barril?

Ante la baja del precio del barril y el relativo alivio del mercado, ¿hay motivos para que Argentina festeje? No una situación todavía clara. Las empresas petroleras del mercado local ya tenían definido un aumento en los precios, y hasta que el panorama internacional no clarifique del todo, es difícil que puedan dar marcha atrás -salvo que haya una presión del gobierno en ese sentido-.

Pero, por otra parte, se debe considerar que si el petróleo cae, también se resentirá la balanza comercial argentina. La situación no deja de tener un costado irónico, porque si esto hubiese ocurrido hace tres años, cuando el país era un fuerte importador neto de energía, cualquier baja en la cotización de los combustibles habría sido una buena noticia.

La dependencia del gas licuado de petróleo era tal, que en el año de la invasión a Ucrania las importaciones de combustibles llegaron ese año a una inédita cifra de u$s12.868 millones -un 15,8% del total importado-. El peor momento se dio en julio de ese año, cuando el alto consumo de gas hizo que la importación de energía ascendiera a u$s2.400 millones, el 29% del total de las importaciones argentinas en ese mes.

Ahora, en cambio, las importaciones de combustible representan un ínfimo 3% del total de las compras al exterior. En cambio, la exportación petrolera acumulada hasta mayo representó un 13% de las ventas.

Y el ministro Luis Toto Caputo, en un intento de llevar tranquilidad al mercado, dijo que esas exportaciones contribuirían a mantener la estabilidad cambiaria en el segundo semestre. Pero cuando Caputo hizo esas cuentas, el barril estaba cerca de los u$s80. ¿Qué pasaría si, como se propone Estados Unidos, el precio cae debajo de los u$s60?

Es un escenario que nadie quiere imaginar, pero que tiene probabilidades de ocurrencia si el conflicto de Medio Oriente desescala. Será, en ese caso, una buena noticia para el mundo, pero una preocupación para los argentinos que siguen diariamente la cotización del dólar.

Fuente: iprofesional.com

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