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Lijo, la crónica de una candidatura anunciada

La postulación de Ariel Lijo como juez de la Corte es la crónica de una candidatura anunciada hasta al hartazgo y construida desde hace dos años con paciencia, con el apoyo de su principal sponsor, el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti. Está motivada en la propias necesidades del juez de la Corte y en un escenario que pretende darle sustento judicial y mayor gobernabilidad a Javier MIlei.

En plena campaña electoral, y antes de las PASO, ya se mencionaba a Lijo como candidato a la Corte en caso de que ganara Horacio Rodríguez Larreta. Lijo está de novio con Genoveva Ferrero, que fue en el último tramo del mandato de Rodríguez Larreta subsecretaria de Seguridad de la ciudad. Hoy es funcionaria de la Justicia porteña. Pero la PASO la ganó Patricia Bullrich.

En el mismo año, Lijo sonó como candidato de Sergio Massa a la Procuración General de la Nación. Fue, otra vez, una posibilidad fallida. Hasta que Milei se consolidó como la sorpresa electoral a fines del año pasado. Lorenzetti, que tiene diálogo fluido con Milei, postulaba a Lijo para la vacante en la Corte. Al mismo tiempo, allegados a Lijo se acercaron a Karina Milei con la misma sugerencia. ¿Quiénes fueron? El abogado Santiago Viola, a quien el candidato libertario había nombrado apoderado de su partido, y el exfuncionario sciolista Guillermo Scarcella, cercano a Lijo y a su hermano Alfredo “Freddy” Lijo, con quien ahora están distanciados.

MIlei ya estaba en funciones desde el 10 de diciembre, y su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, tenía hecho un casting de candidatos para la Corte Suprema de Justicia. Eran mayormente mujeres. Recorrió la Justicia de instrucción, pidió opiniones y hasta se reunió con posibles candidatas.

Pero Milei tenía otros planes y las cosas a su alrededor se movieron rápido. El nombre de Lijo ya estaba en boca de todos y el diputado de la Coalición Cívica Juan Carlos López le preguntó en la Cámara de Diputados al ministro Cúneo Libarona si era verdad la postulación de Lijo para la Corte. “Quiero creer que es una broma”, le lanzó el legislador, que ya venía denunciado a Lijo por su patrimonio y le manejo de la causa por la venta de YPF. Cúneo Libarona, que como abogado penalista está acostumbrado a convertir a sus parcos imputados en hábiles declarantes, se escabulló y eludió definiciones.

A mediados de enero fue el periodista Carlos Pagni el que primero publicó la noticia. El 11 de enero, en su trabajo “El cogobierno con la maldita casta” escribió que Lijo, auspiciado por Lorenzetti, sonaba como candidato de Mieli para la Corte. Era el síntoma de una acuerdo con el kirchnerismo para garantizarse que no avanzaran las causas contra Cristina Kirchner. A los pocos días, otra nota de LA NACION de Damián Nabot y Candela Ini completaba el panorama: enmarcaba la postulación de Lijo como la primera fase de un plan que incluye la ampliación de la Corte.

Y el final de la primicia la tuvo Joaquín Morales Solá en la edición del miércoles pasado, donde describió el malestar que había en la Corte, especialmente en Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Ronsekrantz, por la inminente postulación de Lijo como candidato del Gobierno a integrar el máximo tribunal. La columna exponía los piolines detrás de la postulación, el rol de Lorenzetti y su afán de recuperar la centralidad en la Corte.

Al día siguiente, el 20 de marzo, el Gobierno formalizó el anuncio de la candidatura del juez Lijo en un comunicado de la Oficina del Presidente. Lijo estaba en el living de su casa hablando con su hija cuando escuchó la noticia. A pesar de que se trató de la primicia más anunciada del último año, de todos modos se sorprendió.

No por conocida la noticia dejó de tener impacto. En los tribunales de Comodoro Py la llegada de Lijo a la Corte fue festejada como la consagración de uno de los propios. El edificio de la justicia federal, que carga con el estigma de la corrupción y el manejo político de los expedientes judiciales, vivió la postulación como una reivindicación. Asordinada, solo se escuchó la queja de dos fiscales que ante el anuncio dijeron a LA NACION sentirse desencantados. “Lijo a la Corte, cerremos y tiremos la llave. La verdad, siento que todo el trabajo es inútil”, comentó uno de ellos. Temen que si el juez llega a la Corte, una negociación política frustre el avance de los casos de corrupción en los que se comprometieron con sus acusaciones.

Otra objeción más ruidosa provino de las asociaciones de jueces y fiscales, pero no eran contra la postulación de Lijo sino con la falta del Gobierno al no haber propuesto a una mujer para integrar la Corte Suprema de Justicia. Este se alza como el principal escollo que pueden tener las senadoras para levantar la mano en apoyo de su postulación, más que sus antecedentes en el manejo de las causas del poder. Luego llegó la dura objeción del Colegio de Abogados de la ciudad, que consideró “inaceptable” la postulación de Lijo.

Mientras tanto, la política entró en una fase de negociaciones con final abierto. Es evidente que la propuesta para la Corte ha movido el avispero.

Conocé The Trust ProjectFuente: lanacion.com.ar

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