El amor y la pasión por las carreras y los fierros hicieron de Osvaldo “Queso” Medina, una trayectoria de más de 50 años en la mecánica del automotor en la ciudad de Monteros. Entres muchas anécdotas, aún lo recuerda todo. Desde su vuelta con el reconocido ídolo Nasif Estéfano, las amistades, hasta sus visitas a las diferentes competencias de carácter mundial.
Sus primeros pasos nacen en la época de Dardo Mendía, después continuó junto a su hermano Conrado (reconocido piloto y padre del piloto Sergio “Cabudo” Medina) sobre calle 24 de septiembre antes de llegar a la plaza. Por aquel entonces, taller de Popi Buffo. para después arrancar con el propio, donde se encuentra actualmente el Jarama, en calle Domingo Aráoz, siempre junto a su hermano (recuerda emocionado).
Exactamente 51 años de mecánica explica a EL MONTERIZO. “Fue durante los primeros días de marzo cuando empezaron las carreras, los rallyes, la Vuelta del Noroeste, El Impenetrable, La Vuelta de Monteros, La Vuelta de Concepción, todas las carreras que se hacían aquí por supuesto en ese tiempo”, detalla.
“Había que competir en los caminos de Tafí del Valle que eran de ripio y angostos. Pero era la diversión de los fierros y el compañerismo. Sobre este último, hace una pausa y sostiene: “Yo creo que debe ser uno, de la unión más grande que puede haber en persona, como amigo, como compañero, los fierros. Por que en ese tiempo la mecánica y las competencias se hacían en parques cerrado y duraba una semana”.
“Se hacían los parques cerrados y se armaba un fogón grande. Allí se colocaban las parrillas. Hay muchas personas que llegaban desde el sur como el Dr Augones de Río Negro y bueno, por supuesto que de aquí de Monteros estaban varios, había mucho entusiasmo, mucha unión y todos éramos fierreros, por que sabíamos y no sabíamos. El que no sabía, era el que hacía las letras de la propagandas en los autos”.
Los fierros son para mí, todo
Se pasó frío, hambre. Pero el entusiasmo de fierro, ese no se olvide, destaca quien es uno de los primeros mecánicos de Monteros.
“Yo tengo una anécdota grande cuando fui a viajar con el fallecido Negro Bazán (da su pésame) al impenetrable en la provincia de Buenos Aires. Ahí estuve con Nasif Estéfano, quien nos colaboró con todas las cosas a los de aquí de Tucumán, con todos los corredores y nos invitó a acompañarlo a dar unas vueltas en el reconocido circuito Nº 9. Que desgraciadamente a la semana, justo perdió la vida. Esos son recuerdos grandes, explica emocionado”.
Las historias junto a su hermano
Luego, junto a su hermano, con quien estuvo en las malas y las buenas. Me acuerdo en la primera etapa, por que esas eran, tres, cuatro, cinco etapas que se hacían las carreras en ese tiempo que duraban como mínimo cinco días y hasta 10 días. “La Vuelta al Noroeste” que eran Tucumán, Salta, Catamarca, Santiago del Estero.
“En las primeras etapas todo era pollo al espiedo y por supuesto que a la tercera etapa todo era comer mortadela ya como alpargatas después de la tormenta, por que ya no había más para comer, dice entre risas. Y agrega, que el entusiasmo era grande. Se pasó frío y heladas grandes como ahora. Y así, se conoció mucha gente”.
“Cuándo las competencias se llevaban a cabo en Monteros, mi taller era el taller de todos. Todos nos colaborábamos en todo. Y en la ruta también. Una vez me tocó ir a Salta a hacer de auxilio y me quedé en Río Tala con el auto. Vino un cordobés que era auxilio, me dijo: ¿Qué estás haciendo? Le respondí se me rompió el auto. Bueno, engánchalo y te llevo”.
“En ese entonces no te interesaba quién era, te ayudaban, te colaboraban. Anécdotas muy, muy interesantes de estos 50 años del taller“.
A pesar de sus años continúas con la mecánica, pero esta vez en el rally tucumano
“Se fue mi hermano y tengo a mi sobrino Sergio, que es sobrino, ahijado, compadre y doblemente ahijado. Por que es ahijado de casamiento y bautismo. Y él, es el compañero que tengo en el taller junto con el auto de carreras. Por supuesto medio bajado (jerga tuerca) por que el auto está listo hace un año y medio y no se lo puede correr (actividad suspendida a raíz del coronavirus)”.
“Todo muy lindo. Historias sin fin. Es él deporte que más amigo me brindó, sobre todo por que uno lo hace sin interés de por medio. Hay un entusiasmo, una pasión. Además cuenta, que nunca falta una costilla, un vinito, ahora más que todo el fernet, antes no era de eso, pero se comparte todo. El que tenía hambre se acercaba a la parrilla de cualquiera y comía”.
Ha compartido con incalculable personas de diversos puntos del país, en estos tantos años y momentos de grasa
“Y ese es el recuerdo de uno ya con 71 años encima, que son las satisfacción más grande que tengo y que me quedaron, cuenta con emoción y de vez en cuando brota una lágrima con cada recuerdo”.
El equipo cuenta con una combi que solía tener guardado su hermano, el reconocido “Yayo”. “La hemos sacado con mi sobrino y la hemos modificado todo adentro sin que mi hermano se diera cuenta. Atrás le hicimos unos bancos para trabajar con cajones y cajoneras, le incorporamos un tablero para colocar las herramientas y en los laterales preparamos lo que jamás debe faltar en una carrera, como lo es la parrilla”.
“Cuando Conrado “Yayo” Medina, padre de Sergio (actual piloto de rally provincial) se dio cuenta de que la combi ya estaba con las letras, se ha puesto a ver y adentro ya estaba todo modificado, se enojó y lo retó a su hijo un poco, pero quedó satisfecho. La combi está en el taller esperando por salir en cualquier momento, por que es exclusivamente para los rallyes”, explica.
El antes y la actualidad de la mecánica
En las primeras carreras era todo a pulmón, la tecnología era el martillo, el cortafierros, la sierra y el soplete. Más que todo era, todos sabíamos, pero más que nada era con sacrificio, con la idea de cada uno. Hasta el que estaba mirando a veces aportaba ideas.
Ahora, en la actualidad sí es muchísimo más cómodo. Por qué ahora uno acerca la computadora a un vehículo y soluciona todos los problemas. Antes no, antes era martillo, cortafierros y el soplete para enderezar y poder seguir, sostiene.
“Una vez, un vehículo volcó en la primera etapa y el sábado siguiente había otra carrera. Todos estábamos con las masas enderezando el techo y poniendo la jaula para la otra semana seguir compitiendo”.
“Son satisfacciones. Yo creo que las de antes eran mucho sacrificios, pero con muchos más compañerismo”, detalla.
“Ahora si la tecnología es más moderna, ya si no es la computadora, son las piezas de los autos que ya se cambian mucho. Pero la diferencia es que antes eran semanas, 10 días al menos, era lo que duraba una carrera”.
Sin embargo, a pesar de todo ello. Todavía se aplica la vieja escuela, sostiene “El Queso”. En este sentido, aclara que se aporta toda la experiencia, sobre todo lo que tiene que ver en el tiempo que uno puede ganar a la hora de solucionar un problema. Asimismo, destaca que el avance tecnológico es tanto, que si uno no tiene una computadora es difícil darle el punto exacto a un auto o sacarle el mejor rendimiento.
“Antes no, antes se lo hacía con el punto del motor, con el árbol de leva, el cigüeñal, la biela, las válvulas. Era el trabajo que se lo hacía, a veces en noches enteras, a pulmón”.
Con el avance de la tecnología la mecánica es más limpia ahora, sostiene “Osvaldo Queso Medina” tras más de 50 años de mecánica del automotor en Monteros.
¿Cómo es trabajar contra reloj?
Sobre este tema, Osvaldo no duda en señalar que habiendo cariño habiendo empeño, contra reloj es lindo, por que a uno le pone una meta y esa meta es la alegría de estar en la llegada de los autos cuando finalizan las carreras. “Ahí es donde uno encuentra la satisfacción, se ha olvidado de que ha pasado frío, hambre y desvelos.
Son sensaciones de triunfo de uno
Agradecimientos
Para terminar, Osvaldo no quiere olvidarse de agradecer y de saludar a todos y mientras cuenta una de sus tantas historias, trae a sus recuerdos la memoria de “Cacho” Sharruf, de quien no quiere olvidarse de mencionar y le envía su pésame.