Alan es un niño de Santa Lucía, departamento Monteros, estaba aislado en su casa, como todos los compañeros de su burbuja (de 1° año de la escuela técnica) cuando empezó a sentir los primeros síntomas. Fiebre y dolor de cabeza, garganta y articulaciones. También un poco de tos seca. Los malestares de la covid hubieran sido llevaderos para este chico de 12 años, con tendencia a los broncoespasmos, de no ser porque a los tres días de los primeros síntomas empezó a vomitar. “No le podíamos parar con nada. Ningún remedio le hacía efecto”, cuenta su mamá, Maira Romano.
“El primer día tuvo fiebre, el segundo se mejoró y el tercero a las tres de la mañana comenzó con lo peor. De los ocho integrantes que somos en la familia solamente él y el abuelo dieron positivo en los test de covid”, relata la madre ya calmada, después de cuatro días de ver a su hijo vomitando sin descanso y a punto de deshidratarse.
“Lo atendieron en el hospital de Santa Lucía, me costó muchísimo que fuera la ambulancia a buscarlo desde la casa. Pero en el hospital me decían que era todo normal, que así eran los síntomas. ¡Pero no había remedio que le corte el vómito! Lo que comía y bebía lo devolvía. Fueron cuatro días muy angustiantes. Yo pedía que lo lleven a internar en el hospital de Monteros pero me dijeron que no lo iban a recibir porque solamente tenía vómito. Yo digo: ¿están esperando que se agrave? Al final con lo único que le pasó el vómito fue con una medicación que toman los enfermos oncológicos para el malestar por la quimioterapia”, cuenta.
Alan cursa hoy su noveno día desde que explotó la enfermedad. “Solo ha quedado muy débil, le escucho el pecho cargado y está algo mareado. Pero en el hospital no me supieron decir qué órganos le había afectado la enfermedad, solamente le trataron los síntomas”, dice ya más aliviada.
Maira piensa que su hijo no se contagió en la escuela porque pasaron muchos días: “el 27 de marzo nos avisan de la escuela que el docente que les había dado clase había dado positivo y que los alumnos debían aislarse. Pero los síntomas de Alan aparecen el 15 de abril. Creo que se contagió en el barrio porque aquí los contactos estrechos no se aíslan, siguen como si nada, circulando y contagiando”, sospecha.