InicioMonteros¿Quién fue el monterizo Juan Zelarayán? ¿Por qué le cortaron la Cabeza?

¿Quién fue el monterizo Juan Zelarayán? ¿Por qué le cortaron la Cabeza?

Las calles Zelarrayán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de Bahía Blanca recuerdan su personalidad.

“Valiente y prestigioso”, el comandante Juan Zelarayán, el monterizo que le cortaron la cabeza y se la enviaron a Rosas. El militar no omitía sacrificio para hacer triunfar su idea patriótica, Eduardo Gutiérrez traza una semblanza de su personalidad.

“Él personalmente, hacía los trabajos de tocar a éste o aquel amigo, como de llegar a los ranchos y proclamar a los paisanos con lenguaje sencillo y entusiasta. Zelarayán era un carácter noble y franco, pero serio y hombre de pocas palabras. Era muy competente para dirigir el movimiento que tramaba, pero poco a propósito para seducir afiliados, por su palabra breve e imperativa”.

Las calles Zelarrayán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de Bahía Blanca recuerdan su personalidad.

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Juan Zelarayán

Juan Zelarayán Montenegro (Monteros, provincia de Tucumán, 17 de enero de 1790-Río Colorado, Buenos Aires, 13 de julio de 1838) -citado con frecuencia como Juan Zelarrayán- fue un militar argentino que llegó al grado de coronel, y siendo comandante de la fortaleza Protectora Argentina, se sublevó contra Rosas en 1838.

Familia

Nació en el seno de una antigua familia tucumana, de añejo arraigo en la provincia, fue bisnieto de Ygnacio de Çelayarán y Ugarte.

Fue bautizado de seis meses el 17 de enero de 1790, en la iglesia parroquial de Monteros, siendo sus padres Feliciana Montenegro y Lorenzo Zelarayán.

Se casó hacia 1828 con una vecina de Chascomús, Micaela Villarreal. Sus hijos fueron: Damiana, Ángela, Luis, Bernabela, Juan y Manuel.

Actividad militar de Juan Zelarayán

En 1826, Juan Zelarayán se unió al contingente de tucumanos que se unió a la guerra del Brasil bajo el mando del coronel José Ignacio Helguero.

Durante la campaña de 1829 contra Lavalle, Zelarayán sirvió como uno de los tenientes de Rosas, destacándose por su lealtad al gobierno emergente y ganándose un lugar en los límites de la frontera bonaerense.

Para diciembre de 1829, ya se desempeñaba como comandante del 1° escuadrón del Regimiento 5° de Campaña en Chascomús.

Posteriormente, Zelarayán se unió a las tropas de Rosas en la Campaña al Desierto, donde su arrojo y valentía en los enfrentamientos con los indios ranqueles le valieron prestigio.

Formando parte del Regimiento 5º de Milicias de Caballería, Zelarayán actuó en la vanguardia bajo el mando del general Pacheco. Al concluir esta campaña, ascendió al rango de teniente coronel en el Regimiento 5º de Campaña, pero fue dado de baja el 3 de agosto de 1835 al unirse al recién formado Regimiento de Blandengues como segundo del coronel Francisco Sosa.

En diciembre de 1835, Zelarayán asumió el mando de esta fuerza, ya con el rango de coronel. Participó con éxito en múltiples enfrentamientos contra los indígenas liderados por los caciques Cañuquis, Yanquetruz, Painé, Carriague, Cañuante y Calfino, demostrando una vez más su valentía y habilidad militar.

Sublevación en 1838 y muerte

En julio de 1838, Juan Zelarayán se comunicó con un compañero de armas para revelar el descontento generalizado hacia el gobierno y la planificación de una conspiración masiva. Se proyectaba que entre el 17 y 18 de agosto se sublevarían un escuadrón en Azul, otro en Dolores y los blandengues en Bahía Blanca, con el respaldo de varios oficiales y los generales Rolón, Alvear y Vidal.

Sin embargo, un prisionero que había sido invitado a unirse a la conspiración traicionó a Zelarayán, lo que llevó a su captura por una partida federal en las orillas del río Colorado. Durante su captura, Zelarayán resistió con disparos, y en el enfrentamiento, también fue capturado su asistente, el soldado Santiago Pardo.

La cabeza decapitada de Zelarayán fue enviada a Rosas y expuesta en el patio del cuartel de Retiro durante tres días ante el teniente coronel Manuel Germán Céspedes y el capitán José Ríos, quienes habían respaldado el intento de sublevación de Zelarayán.

Trágicamente, José Ríos sufrió un colapso mental y falleció quince días después de estos eventos.

El Trágico Desenlace de Juan Zelarayán y la Violencia de la Época

El triste destino de este monterizo refleja la brutalidad y la violencia política de la época. Su cabeza fue cortada y llevada ante Rosas como trofeo, siendo tratada con sal para su conservación.

El escritor José Rivera Indarte relató este macabro episodio en su obra “Rosas y sus opositores”, evidenciando la crueldad y el extremismo de la política de la época.

«”Rosas y sus opositores” narra la impactante historia del destino final de Juan Zelarrayán desde la perspectiva del autor, detallando cómo Rosas ordenó la decapitación de Zelarrayán y el trato macabro que recibió su cabeza.

Rosas desplegó varias partidas, incluyendo una de indios pampas, con la instrucción de cortar la cabeza de Zelarrayán dondequiera que fuera encontrado y llevarla ante él. Este acto atroz tuvo lugar en la costa del Río Colorado, donde Zelarrayán fue capturado sin resistencia y decapitado.

La cabeza fue luego llevada desde Bahía Blanca hasta Rosas por el teniente coronel Ventura Miñana, quien recibió una recompensa de 2,000 pesos del Tesoro Público y fue ascendido a coronel por su participación en la ejecución.

Rosas trató la cabeza de Zelarrayán de manera grotesca y salvaje, manoseándola, escupiéndola y pisoteándola. La exhibió en el patio de su casa antes de enviarla al cuartel del Retiro.

Además, exigió a Céspedes y a otro amigo de Zelarrayán, que estaban bajo custodia en capilla, que se arrodillaran ante la cabeza durante tres días consecutivos, durante cuatro horas cada día, como condición para salvar sus vidas.

En este escenario desgarrador, los generales Corvalán y Rolón supervisaron el cumplimiento de esta cruel orden, evidenciando la brutalidad y la crueldad del régimen de Rosas en aquel tiempo.»

Legado y Recuerdo

A pesar de su trágico final, el legado de Zelarayán perdura en la memoria colectiva. Calles como la Zelarrayán en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Bahía Blanca honran su memoria y mantienen viva la historia de este militar tucumano que desafió a Rosas y sufrió las consecuencias de la intriga y la traición en un contexto político convulso y violento.

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