Desde Roma
¿Cómo podrían cambiar el mundo los periodistas? ¿Realmente podrían hacerlo? Estas y otras preguntas se han tratado de responder durante el Jubileo del Mundo de la Comunicación que comenzó el viernes 24 de enero en el Vaticano y terminará el domingo. Es el primer mini-Jubileo -sobre un total de 36- en este año del “Jubileo de la esperanza”, como lo ha querido llamar el Papa Francisco pensando a los desastres, las guerras, las crisis económicas y sociales que están padeciendo millones de personas en el mundo.
Francisco quiso dedicar a la prensa este primer mini jubileo no sólo por la importancia que tienen los medios de comunicación sino también porque el 24 de enero se celebró la fiesta de San Francisco de Sales, que en Italia es considerado el patrono del periodismo. Ese día, que además celebraba la 59a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Francisco dedicó un mensaje a toda la prensa.
Pero el Papa argentino también participó, aunque brevemente, en el encuentro que el 25 se hizo en el Aula Paulo VI del Vaticano con más de cinco mil exponentes del mundo de la comunicación de todo el mundo que lo aplaudieron repetidamente y gritaban “Viva el Papa, viva el Papa”.
Francisco no leyó el mensaje que había preparado para ellos, tal vez por cansancio porque desde la mañana había tenido una larga serie de audiencias privadas, entre ellas con el presidente de Panamá, José Raúl Mulino. Pero el mensaje fue luego publicado. Igualmente dijo algunas palabras agradeciendo a la prensa por su trabajo, “un trabajo que construye la sociedad, construye la Iglesia, que hace que todos vayamos adelante”.
“Más que una profesión, es una misión”
Francisco comenzó su mensaje agradeciendo a todo el mundo de la prensa, en especial a los que “exponen la propia vida para buscar la verdad y contar los horrores de la guerra” y recordó en particular a los periodistas que han sacrificado la propia vida este año en lugares de conflictos. Pero también recordó a los que están en prisiones por haber sido “fieles a su profesión de periodistas, fotógrafos, video operadores, por haber querido ir a ver con los propios ojos y que han tratado de contar lo que han visto. Francisco pidió a los países de todo el mundo “que en ocasión de este Jubileo, sean liberados los periodistas injustamente arrestados”. Y pidió además que sea defendida la libertad de prensa.
La del periodista “es más que una profesión: es una vocación, es una misión”, sabemos que “el lenguaje, la actitud, los tonos pueden ser determinantes, hacen la diferencia entre una comunicación que enciende la esperanza, crea puentes, abre puertas, y una comunicación que aumenta las divisiones, la polarización, la simplificación de la realidad. La vuestra es una responsabilidad particular. Ustedes tienen una misión importante”, subrayó el Papa.
Francisco destacó asimismo la importancia del “coraje” que se necesita para cambiar la historia y superar las mentiras y el odio. “Aprovechemos este Jubileo para encontrar el coraje de liberar el corazón de aquello que lo corrompe”, dijo haciendo otro llamamiento a los periodistas para que cuenten no sólo historias de dolor sino “historias de esperanza, historias que nutren la vida”.
En el mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebró el viernes pasado, Francisco había escrito: “En este nuestro tiempo marcado por la desinformación y la polarización, donde pocos centros de poder controlan una masa de datos y de información sin precedentes (…) hay necesidad de vuestro esfuerzo corajudo para poner al centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo”. Y agregó que invitaba a todos a “ser comunicadores de esperanza” porque demasiado a menudo “la comunicación no genera esperanza sino miedo, desesperación, juicios, rencor, fanatismo y odio”, haciendo alusión en particular a los social media y a los talk show televisivos en los que prevalece la “competencia”, la “manipulación de la opinión pública”.
“Los estimulo a descubrir y contar las tantas historias escondidas detrás de la crónica, a imitar a los buscadores de oro que excavan incansablemente hasta encontrar una minúscula pepita. Es bello encontrar estas semillas de esperanza y hacerlas conocer. Ayuden al mundo a ser un poco menos sordo al grito de los últimos, un poco menos indiferente, un poco menos cerrado (…) Traten de practicar una comunicación que cure las heridas de nuestra humanidad (…) Traten de ser testigos y promotores de una comunicación no hostil, que difunda una cultura de la cura, que construya puentes y penetre en los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo”, concluyó el Papa argentino.
Una cumbre de periodistas
Del Jubileo del Mundo de la Comunicación participan miles de periodistas, fotógrafos, camarógrafos, empleados de medios de comunicación, productores, de al menos 138 países, según se informó en una rueda de prensa el viernes que difundió también un video donde jóvenes mujeres y hombres hablaron en muchos idiomas de lo que esperaban y de lo que significaba para ellos este Jubileo. El encuentro en el Aula Paulo VI estuvo centrado en la intervención de tres expertos del mundo de la prensa, el periodista italiano Mario Calabresi, la periodista filipina Maria Ressa y el escritor irlandés Colum McCann.
Calabresi, periodista de larga experiencia que ha trabajado en dos de los diarios más importantes de Italia, La Stampa de Turín y Repubblica de Roma, destacó la necesidad de trabajar mirando hacia la esperanza. “El mal hay que contarlo. No nos queda otro remedio. Pero no puede ser la única noticia, no puede ocupar todo el espacio (…) Una información que sólo muestra el mal destruye la sociedad, estimula la rabia, el odio. Tenemos siempre la posibilidad de elegir de qué lado estamos”, destacó Calabresi.
Maria Ressa, Premio Nobel de la Paz 2021, es una periodista filipina que vive actualmente en Estados Unidos. Arrestada en Filipinas en 2019, fue premiada con el Nobel junto al periodista ruso Dimitry Muratov por “haber salvaguardado la libertad de expresión”. “Estamos viviendo un período de profunda transformación de nuestro mundo (…) Persiguiendo el poder y el dinero, las tecnologías permitieron una insidiosa manipulación de la democracia (…) creando una epidemia del aislamiento y volviendo a los vecinos contra los vecinos. Los periodistas fueron los primeros que sufrieron ataques”, dijo Ressa en la conferencia en la que además contó su experiencia en Filipinas donde fue arrestada y acusada de 10 delitos solo por cumplir su papel como periodista.
Los Big Tech (un grupo gigante y mundial de nuevas tecnologías) “transformaron los social media de una herramienta de conexión en un arma para controlar el comportamiento masivo. Esas plataformas no son tecnologías neutrales. Tienen sofisticados sistemas para explorar nuestra profunda vulnerabilidad psicológica”. Ressa contó además que en 2018, un estudio realizado por el prestigioso instituto tecnológico de Estados Unidos MIT (Massachusetts Institute of Technology) demostró que en los social media las mentiras se difunden seis veces más rápido que en otros lugares. “Se puede contar una mentira millones de veces y entonces se transforma en una verdad. Si usted puede hacer que la gente crea que las mentiras son hechos verdaderos, usted puede controlar esa gente (…) Esto no es una causalidad, un hecho accidental. Hay un diseño pensado, una arquitectura para las ganancias que brinda cientos de billones de dólares por año a esas empresas”, destacó la experta filipina.
Y refiriéndose a las guerras, Ressa subrayó que las actuales guerras no están hechas solo con misiles y tanques sino “con algoritmos, desinformación y sistemática destrucción de la verdad”. Concluyó su intervención con cuatro sugerencias para mejorar el mundo: colaborar con otros estrechando relaciones humanas que puedan cerrar las fracturas de la sociedad, hablar de la verdad con claridad moral porque el silencio es complicidad, proteger a los más vulnerables apoyando a periodistas, defensores humanitarios y activistas que arriesga la vida, y reconocer el propio poder porque construir la paz no está reservado a los héroes. Es el trabajo colectivo de los que rechazan aceptar y vivir con las mentiras”.
Escritor y profesor irlandés que vive en Estados Unidos, Colum McCann dijo que “estamos viviendo una época extraordinariamente humana y profundamente deshumana al mismo tiempo. Hemos logrado cosas espectaculares a nivel de la ciencia, de la medicina, de la tecnología, pero al mismo tiempo este progreso está acompañado de una “epidemia de soledad y aislamiento”.
Entre las preguntas que se hace McCann: ¿Cómo podemos aprender a reconocernos y comprendernos el uno con el otro? Según el escritor irlandés “las historias cuentan, tienen el poder de cambiar el curso de la historia. Pueden salvarnos. Son el pegamento que nos mantiene unidos, sin historias no podemos comunicar, sin comunicación no somos nada”. Es importante que se cuenten las historias de la gente para que otros puedan conocer un mundo que no conocen, subrayó.
Negar a una persona su historia, y en consecuencia su existencia, “es un instrumento de poder devastador, que siembra el miedo, alimenta el aislamiento, que deshumaniza” (…) “El poder sabe bien que si controla, y en consecuencia limita, la historias de los otros, controla todo, hasta las personas. Sin una historia, la existencia de los otros desaparece. En estos tiempos turbulentos, compartir nuestras historias y escuchar la de los demás, podría ser una de las pocas cosas en grado de salvarnos”, destacó.
McCann contó la historia de dos hombres, un palestino y un israelí, que perdieron sus propios hijos en dos momentos diferentes de la actual guerra. Cuando se conocieron, se contaron la propia historia y desde entonces son amigos y llevan su amistad por todo el mundo compartiendo su experiencia. Y ellos dicen: “No es necesario que nos queramos, no es necesarios que nos gustemos. Pero necesitamos entendernos, de lo contrario estamos perdidos”. Y así se han transformado en “peregrinos de la esperanza”, concluyó Mc Cann aludiendo al nombre del Jubileo. El evento masivo concluye este domingo con una misa que celebrará el Papa Francisco en la basílica de San Pedro.
Fuente: pagina12.com.ar