Elon Musk, el hombre más rico del mundo que invirtió una fortuna en la elección de Donald Trump y que aplicó la “motosierra” en el gobierno federal de Estados Unidos, dijo este martes que planea gastar mucho menos en política.
Su decisión fue revelada por videoconferencia durante un foro de Bloomberg en Doha, Qatar, y es una muestra de su posible desencanto con la política después de su controvertida experiencia con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que encabezó y que enfrentó numerosas demandas judiciales y polémicas internas, incluso con los ministros del gabinete.
Tendría que ver también con el impacto que su intervención en política ha tenido en sus empresas, sobre todo Tesla, que se han visto afectadas enormemente con su presencia en la Casa Blanca. Las ventas han caído y las concesionarias sufrieron violentos ataques.
Más allá de los motivos de su decisión, se estima que podría ser un golpe para los republicanos que verían cerrarse una generosa billetera antes de las elecciones legislativas del próximo año.
“En términos de gasto político, voy a hacer mucho menos en el futuro”, dijo Musk. “Creo que ya he hecho lo suficiente”. Aunque no cerró totalmente la puerta a volver a aumentar el gasto más adelante. “Si veo una razón para hacer gasto político en el futuro, lo haré”, señaló. “Actualmente no veo una razón”.
Millones para la campaña
Musk invirtió cerca de 300 millones de dólares en la campaña de 2024 que llevó a Trump a la presidencia, fue uno de los acompañantes favoritos del republicano en sus actos políticos y una figura omnipresente en la transición y en los primeros meses en la Casa Blanca.
Al comando de DOGE, el dueño de Tesla, Space X, Neuralink, X y otras compañías fue el encargado de aplicar la “motosierra en el gobierno federal”, con un comando de jóvenes tecnócratas que accedían a información privilegiada.
Despidió miles de empleados públicos y eliminó programas y departamentos que consideraba ineficientes, muchos de ellos integrados por técnicos que dirigían importantes programas en áreas de asistencia social, salud o clima y otros temas que el gobierno no considera relevantes. Congeló fondos para ONGs y ayuda humanitaria y cerró agencias como USAID,
Durante los primeros 100 días de Trump en la Casa Blanca, Musk era prácticamente una sombra del presidente: lo acompañaba en los anuncios, viajaba con él a todos lados, su pequeño hijo jugaba en el Salón Oval y participaba en todas las reuniones de gabinete con alto perfil. Compartieron escenario en la reunión conservadora de CPAC en febrero, donde Musk recibió una inmensa motosierra de regalo de parte del presidente Javier Milei.
Roces dentro del gobierno
Si bien su cargo formal era una especie de asesoría externa con vencimiento a fines de mayo (una contratación formal generaba un conflicto de intereses), su creciente figura comenzó a levantar alertas internas y varios ministros comenzaron a cuestionar los recortes indiscriminados que Musk hacía en sus áreas sin consulta previa y la influencia que estaba teniendo sobre Trump.
Ya a comienzos de abril, los rumores sobre el malestar con Musk crecían, sobre todo luego de un golpe político que sufriera el magnate: un juez conservador en Wisconsin, al que Musk había apoyado abiertamente y contribuido con millones de dólares, resultó derrotado en las urnas por 10 puntos en una elección para la Corte Suprema del estado. Los demócratas habían apoyado a una candidata liberal y planteado esta elección como un referéndum contra Musk y sus políticas de recortes.
Al mismo tiempo, las empresas de Musk acusaron el impacto del nuevo rol de su dueño. A principios de abril se conoció que las ventas de Tesla -la compañía de autos eléctricos del magnate- habían caído un 13% en el primer trimestre del año.
Algunos analistas afirman que fue por mayor competencia en el mercado de los eléctricos, pero también por un rechazo a las políticas conservadores y alineamiento total de Musk con Trump. Muchos estadounidenses han comenzado a vender sus Tesla, que era un auto preferido por los liberales, o prefirieron comprar otra marca. También hubo ataques a concesionarias.
En ese entonces, Musk dijo que iba a pasar menos tiempo en Washington y más supervisando Tesla. Este martes, cuando se le preguntó si seguiría siendo el CEO de Tesla en cinco años, Musk dijo: “Sí”. Luego respondió, y agregó: “Bueno, podría morir”.
Musk se encogió de hombros ante la disminución de las ventas de Tesla y dijo que si bien la compañía había perdido algunos clientes liberales por su papel prominente en la administración Trump, había ganado otros entre sus partidarios políticos. “Nuestras ventas van bien en este momento”, dijo. “Ya se ha dado la vuelta”.
Pero, de todas maneras, Musk ya comenzó a cerrar su billetera para la política. O al menos eso dice por ahora.
Fuente: clarin.com