Panorama Internacional: Estados Unidos, la estrategia del caos

En enero de 2021, Donald Trump aún mandatario, estimuló el asalto al Capitolio en Washington para obstruir la certificación presidencial de Joe Biden. Un fallido autogolpe que evidenció la ausencia de límites en su ambición de poder. Por un motivo semejante, vale señalarlo, su aliado brasileño Jair Bolsonaro, se encamina en estas horas a ser condenado a prisión.

La actual ofensiva en California, con escuadras de soldados desplegadas en las calles, y legiones de marines, tiene el perfil autoritario de aquel episodio de Washington. Nada de lo que sucede en esa ciudad de rechazo a la cacería racista de migrantes merece semejante nivel de disuasión. Pero la militarización de Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de EE.UU., y la orden al Pentágono para alistar ese procedimiento a nivel nacional, describen el avance hacia otro tipo de país, con instituciones alineadas bajo un liderazgo que no admite filtros legales y constitucionales.

Quienes reflejan en este panorama la acrobacia parainstitucional de Viktor Orban en Hungría, posiblemente se queden cortos en la comparación. Stephen Miller, subjefe de gabinete de Trump, y halcón factótum de esta ofensiva, revela que el gobierno considera suspender los habeas corpus, la herramienta que protege contra las detenciones arbitrarias.

El contexto es sencillo. California cuenta con una amplia población de inmigrantes hispanos. En Los Ángeles hay distritos como Paramount, donde cerca del 90% de sus habitantes se identifica como latino. Por eso se ha hecho común la aparición en las protestas de la bandera mexicana, una forma de mostrar orgullo por sus raíces. Son hijos y nietos de migrantes, al igual que Trump de su abuelo alemán y su madre escocesa.

Esa gente repudia los métodos represivos con los cuales la policía del ICE (el control de inmigración y aduanas) cazan a los extranjeros sin documentos en cantidades crecientes; los encarcelan como si fueran delincuentes; los separan de sus hijos y los envían a penales alrededor del mundo violando órdenes judiciales en contrario. Es una estructura anticivilizatoria.

Represión en Los Angeles. Trump ordenó el  despliegue de miles de elementos de la Guardia Nacional y los marines. Foto XinhuaRepresión en Los Angeles. Trump ordenó el despliegue de miles de elementos de la Guardia Nacional y los marines. Foto XinhuaEl desembarco de oficiales de la Guardia Nacional y los marines enviados desde la base de Twentynine Palms, en Mojave, a 200 km de Los Ángeles, ha sido combustible premeditado sobre esas llamas. Una autocracia, como denuncia en The New York Times, la escritora Michelle Goldberg: “En un entorno posrealista, resulta que el presidente no necesita esperar una crisis para lanzar una represión autoritaria. En cambio, puede simplemente inventarla”.

Protestas y la estrella del gobernador

Esta crisis desnuda dos grandes fenómenos. Hay un reguero de manifestaciones en todo el país contra la Casa Blanca. Una respuesta popular ante el silencio de las instituciones, salvo algunos jueces y la firmeza de la universidad de Harvard de no permitir ser sometida. Esa confrontación, sin embargo, es lo que Trump estaría buscando exponiendo al país al riesgo de un descontrol mayor, para imponer su modelo autoritario.

Un paso que considera necesario frente a la probable tensión que se disparará si el Senado da su voto definitivo al Presupuesto que incluye un severo ajuste sobre los sectores menos favorecidos, a los que pertenecen en gran medida quienes ahora protestan. Esa trasferencia de ingresos es el contrato que Trump establece con el tope de la pirámide para liberar el camino a un control total sobre las libertades civiles.

Para eso esgrime la fuerza militar. Se ha anticipado a estos hechos. Cuando el fin de semana ordenó la movilización de la Guardia Nacional evitó citar a California. Instruyó al Pentágono para alistar fuerzas “en cualquier número que considere apropiado a su discreción”.

La disposición involucra a todo el país violando leyes que prohíben ese uso del poder militar, y hasta le agrega un capítulo patético. Este sábado el presidente cumple 78 años de edad y lo celebrará con un desfile militar en Washington por primera vez en décadas, aprovechando que ese día se cumple el 250 aniversario del Ejército. No es casual la coincidencia. Trump la aprovecha para mostrar que gobernará con las Fuerzas Armadas y que esa exhibición de poder se confunda con el homenaje al líder.

El otro fenómeno junto a la reacción popular, es el crecimiento político del gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, quien a sus 57 años se encuentra en su segundo mandato, y era hasta hace horas considerado un pato rengo, camino a un segundo plano en su propia fuerza.

El asalto de Trump sobre el Estado y la cuidadosa respuesta del gobernador lo elevaron como el eventual caudillo que su partido necesita. La energía le llega prestada, como sucedió con los liberales canadienses que iban camino a una segura derrota hasta que Trump chacoteó con la soberanía de ese país y puso en duda su derecho a existir como república, lo que sacó de la contiendan al favorito populista Pierre Poilievre, jefe del Partido Conservador y admirador contumaz del mandatario norteamericano.

Aparte del desgaste y la imposibilidad de un tercer mandato que lo mantuviera en la vidriera, Newsom, un político dialoguista y que tuvo una intensa cercanía con Joe Biden, está acorralado por los rojos fiscales del Estado agigantados por las pérdidas de los incendios de este año. Soporta además el viento de frente de la Casa Blanca que ha buscado demolerlo desgastando proyectos centrales para California como el tren de alta velocidad, las políticas medio ambientales y el carácter multicultural del Estado que enerva a los trumpistas.

El gobernador demócrata de California  Gavin Newsom junto al presidente Donald Trump antes de los incidentes. Foto APEl gobernador demócrata de California Gavin Newsom junto al presidente Donald Trump antes de los incidentes. Foto APBien asesorado, el gobernador encontró en esta crisis inventada su plataforma de sobrevivencia y lanzamiento. El martes dirigió un discurso con intención nacional. Allí denunció una noción destinada a crecer: “La democracia está bajo ataque ante nuestros ojos. Ha llegado el momento que temíamos”.

Una llave retórica para aparecer como alternativa y exponer el sentido democrático de las protestas contra el gobierno y un presidente al que describe como un déspota. “Puede que California sea el inicio, pero está claro que esto no acabará aquí”, afirmó y elevó el disparo: “El Congreso no aparece por ninguna parte”.

Faltan más de tres años para las próximas presidenciales e incluso aún mucho para las legislativas del año próximo, de modo que cualquier pronóstico es aventurado. Pero hay una certeza: hasta el momento Trump ha avanzado como quiso, incluso con la parodia del desfile por su cumpleaños, porque no ha encontrado resistencia.

Ni los sindicatos

La contundencia de la victoria del magnate republicano paralizó a la oposición y a sus críticos. Ese deterioro ha tenido extremos sugestivos. En los primeros días de junio fue arrestado David Huerta, un norteamericano nieto de mexicanos que lidera el Sindicato Internacional de Servicios en California (SEIU), una organización con más de 700 mil trabajadores del sector público y de servicios. La respuesta de la gigantesca confederación ALF-CIO, con 14 millones de miembros, o de su propio sindicato fue de extrema moderación, apenas llamando a enviar cartas de queja al Congreso.

La rápida extensión a al menos 20 Estados de la ofensiva contra Trump parece tomar la forma de una respuesta popular, que como en el caso del gobernador Newsom, estimule a las instituciones e incluso a sectores del Partido Republicano para marcar los primeros límites.

Estados Unidos tiene una variedad de defectos, pero las instituciones suelen regresar al lugar en que las colocaron los fundadores del país. El intento de golpe del 6 de enero de 2021 en el Capitolio lo frenó Mike Pence, el vicepresidente de Trump, que avaló el derecho constitucional de Biden. Trump ve ese recuerdo con ojos de venganza, pero debería serle instructivo.

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Fuente: clarin.com

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