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El crimen de Emiliano Daversa: un accidente fatal, dos familias enfrentadas y una venganza por encargo

El joven tenía 18 años cuando lo asesinaron de seis balazos en mayo de 2002. La Justicia condenó a prisión perpetua a los autores intelectuales del crimen, pero al sicario nunca lo encontraron.

Luciana Soria Vildoza

04 de mayo 2024, 05:57hs

Emiliano D'aversa tenía 18 años cuando lo asesinaron en mayo de 2002. (Foto: TN).

Emiliano D’aversa tenía 18 años cuando lo asesinaron en mayo de 2002. (Foto: TN).

El 25 de diciembre de 2000 Emiliano D’Aversa tuvo un accidente de tránsito y en el choque murió su amigo, Guillermo “Willy” Salomón. Él se salvó, pero solo por dos años. El 20 de mayo de 2002 un hombre entró a la perfumería que atendía el adolescente en Villa Bosch, le pegó seis tiros con una calibre 22 con silenciador y escapó del lugar sin robar nada. El caso D’aversa fue uno de los crímenes por encargo más conmocionantes de las últimas décadas, pero al asesino nunca se lo encontró.

El accidente fue el punto de inflexión en la relación de las dos familias. “Con el transcurso de la investigación entendí que la familia de Guillermo Salomón estaba convencida de que al momento del choque no era él quien manejaba su propio auto, sino Emiliano”, explicó a TN Fernando Arin, el abogado que representó a la familia D’aversa. Y remarcó: “Entonces la familia Salomón empezó a organizar la venganza”.

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Como una suerte de Ley del Talión, los acusados buscaron compensar la muerte de su pariente con la de Emiliano D’aversa, pero el plan que idearon para eliminarlo fue casi obsceno. Todos en el barrio sabían que “su cabeza tenía precio” y también quién estaba dispuesto a pagarlo. “Fue muy a la vista el comportamiento de la familia Salomón”, reforzó Arin. A tal punto que fueron prueba de eso “los cruces de llamadas, los testimonios y sus propios dichos en las declaraciones indagatorias”.

Ante este escenario, se ordenó la detención del padre y de la hermana de Guillermo – Alfredo y Claudia Salomón – y ambos fueron condenados en 2006 a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por promesa remuneratoria en el grado de instigadores. “Fue la primera vez que se condenó a los autores intelectuales sin tener preso al sicario”, destacó el abogado.

El fallo, indudablemente, le dio cierto alivio a la familia de la víctima. No obstante, Norma Fritz, su mamá, expresó: “Hubiese preferido que Emiliano muriera en el accidente porque Dios hubiese decidido que partiera ese día, y no que entrara un asesino a sueldo y le pegara seis disparos”.

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El accidente

Todo empezó en la Navidad de 2000. Esa noche Guillermo pasó a buscar a su amigo y concuñado Emiliano D’aversa con su Fiat Palio y ambos jóvenes se fueron a dar una vuelta, pero solo uno de ellos volvió a su casa.

El auto en el que iban chocó contra un guardarraíl a 120 kilómetros por hora y volcó en avenida Márquez y ruta 201, en El Palomar. “Willy” Salomón no sobrevivió al violento impacto y en un principio Emiliano estuvo a punto de ser imputado por homicidio culposo.

Sin embargo, con el avance de la investigación sobre las circunstancias en las que se produjo el accidente, se determinó que era Salomón el que manejaba el vehículo. Además, se demostró que al coche le habían bajado la suspensión con bolsas de arena, algo típico de quien sale a correr “picadas”.

En definitiva, D’aversa nunca fue procesado por el hecho, pero la familia de “Willy” ya lo había declarado culpable.

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La sospecha, un supuesto cambio de roles y un crimen anunciado

Convencidos de que al momento del choque Emiliano, con 16 años y sin registro, era quien manejaba, la familia de Guillermo Salomón insistió para que se lo investigara. “Ellos pusieron plata, por eso queda libre de culpa”, aseguraba Claudia Salomón, hermana de “Willy”, sobre la presunta estrategia de los familiares del joven para despegarlo del trágico final de su amigo. Insistieron durante meses hasta que dejaron de hacerlo y aquel “silencio” en el que se hundieron repentinamente gestó la sentencia de muerte para D’aversa.

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La familia D’aversa empezó a recibir amenazas. “Ellos (la familia Salomón) tenían un plan para matar a todos mis hijos”, dijo oportunamente Norma, la madre de la víctima, en una nota con TN. Ya en los primeros meses de 2002, la venganza de los Salomón ni siquiera era un secreto: en las calles se decía que habían ofrecido hasta 14 mil pesos para que alguien fuera a matar a Emiliano. Incluso, hubo indicios de que habían sacado créditos para pagarle al sicario. Lo cierto es que hubo un tirador y la amenaza se cumplió.

El dibujo del caso Emiliano D'aversa, presentado en Cámara del Crimen. (Foto: Instagram/ miguelparadisoarte).

El dibujo del caso Emiliano D’aversa, presentado en Cámara del Crimen. (Foto: Instagram/ miguelparadisoarte).

Seis balazos por encargo

Fue el 20 de mayo de 2002. Ese día Emiliano se había quedado solo en el negocio familiar, la perfumería “Arco Iris” ubicada en la calle Santos Vega al 5900, cuando entró un hombre y lo llevó por la fuerza al baño del local. Allí, sin ningún testigo posible, lo acribilló de seis balazos y se fue.

La cuadra empezó a llenarse de curiosos primero, de vecinos y finalmente la familia de Emiliano llegó a la escena del crimen. “Lo primero que veo es a toda la gente murmurando con la cabeza gacha… yo me imaginé lo peor, quedé ciego”, relató a TN Antonio D’aversa sobre aquel dramático momento.

“Me llevan al baño y lo veo a mi hijo tirado, con un hilo de sangre que le sale por la boca”, agregó el hombre. Siempre a su lado, su esposa, la mamá de Emiliano, sostuvo: “(El asesino) terminó con todos nuestros sueños, con nuestra vida. Yo creo que respiramos nada más…”.

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El juicio, la condena y el asesino “fantasma”

Cuatro años después, a fines de 2006, se realizó el juicio por el caso en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de San Martín y se sentenció a la pena máxima a Alfredo Salomón y su hija Claudia, al considerar probado que habían contratado a un sicario para asesinar a D´ Aversa, en venganza porque iba en el auto durante el accidente en el que murió el hijo y hermano de ambos, respectivamente. En el mismo veredicto, los jueces absolvieron por el beneficio de la duda al esposo de la mujer condenada, Mario Mongelo, que también había llegado a juicio oral.

“Mongelo no tuvo nada que ver con el homicidio. Sabía lo que estaba orquestando la familia, pero nunca participó en nada, era una persona débil de carácter”, señaló a TN el abogado Fernando Arin, a días de que se cumpla el aniversario número 22 del crimen.

Por otro lado, el letrado se refirió a los motivos por lo que el asesino sigue siendo un enigma hasta el día de hoy. “El sicario nunca pudo ser apresado. Eran otros tiempos, sin cámaras de seguridad ni en el municipio ni en las casas particulares”, apuntó Arin, y especuló: “Probablemente, vino de un país limítrofe y terminado su ‘trabajo’ desapareció… quizás ni la propia familia Salomón lo conociera”.

Años atrás, incluso antes de que se llevara a cabo el debate por el crimen de su hijo, Antonio D’aversa también habló del autor material del hecho y afirmó: “Yo lo perdono a ese hombre, porque no supo lo que hizo”.

Fuente: tn.com.ar

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