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El dolor de la viuda del prefecto asesinado en Lomas de Zamora: Duermo abrazada a su camisa de trabajo

Sonia Silva y Carlos Loira cumplían su aniversario 28 el día que a él lo asesinaron a balazos. Se pusieron de novios con el primer beso y no se separaron más: tuvieron dos hijos y ella cumplió con el pedido que le hizo su suegro antes de morir.

Gonzalo  Molina Prado

30 de marzo 2024, 05:55hs

Sonia Silva junto a Carlos Loria el día que se casaron por iglesia. (Foto: gentileza Sonia Silva).

Sonia Silva junto a Carlos Loria el día que se casaron por iglesia. (Foto: gentileza Sonia Silva).

Carlos “Pepo” Loira, el prefecto asesinado en Lomas de Zamora, conoció a Sonia Silva allá por el año 1996. Ella trabajaba en la carnicería de su padre y é, en un mayorista que le vendía mercadería. Los cruces eran esporádicos, pero según cuenta ella, él había quedado obnubilado.

Con el paso de los días, los “hola bonita” que le decía Carlos se hacían cada vez más frecuentes. Ella respondía con una mirada tajante que parecía sentenciar las posibilidades de quien luego sería su pareja por 28 años. Un día se terminaron las insinuaciones y “Pepo”, como le decía su abuela de chiquito, pasó a la acción: “Que linda chica, ¿tiene novio?”, fue la pregunta que deslizó, pero que no tuvo respuesta.

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Las indirectas siguieron por un tiempo, pero ella trató de esquivarlas. Sin embargo, en la cabeza ya rondaba la idea de darle la chance y conocerse. “Yo siempre fui reacia porque tengo mi carácter”, contó Sonia a TN.

El 23 de marzo de 1996, Carlos tomó el valor necesario para invitarla a salir. Ella, de armas tomar, decidió el lugar en el que se iban a encontrar que, a juzgar por su nombre, no era nada casual: la placita de los enamorados en Monte Grande.

Sonia vivía en esa localidad bonaerense, pero llegó en colectivo desde el trabajo. Lo vio, según cuenta, sentado en un banco y empezaron a hablar. Apenas un “¿probamos?”, le alcanzó para envalentonarse y darle el primer beso. “Desde ahí no nos separamos más, quedamos flasheados los dos”, dijo.

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

“Él decía que yo sabía que lo amaba, pero que era una ‘heladerita’. En el fondo yo también sabía que lo amaba”, recordó Sonia sobre aquellas épocas en las que comenzaban a salir como novios.

Dos años pasaron hasta que “Pepo” decidió anotarse en la Prefectura. “Él antes había estado en el Liceo, su sangre siempre fue para la fuerza. Decidió entrar a la Prefectura porque la policía siempre le resultó más riesgosa”, contó Sonia.

Los vaivenes lógicos de una relación prematura y el ingreso de Loira a la Prefectura Naval Argentina (PNA) demoraron las formalidades como pareja, pero unos meses después le pusieron rótulo a la relación. De todos modos, ellos ya tenían su fecha de aniversario: el 24 de marzo de 1996.

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

Sonia reconoce que el ingreso de ambos a la familia del otro costó, pero que con el correr de los años las relaciones se fueron afianzando. “Mis papás lo querían a él como a un hijo”, contó.

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La viuda de Carlos contó que era la debilidad de su suegro. “No sé como una chica tan linda e inteligente se fijó en mi hijo”, solía decir irónicamente el padre del prefecto para molestar a su hijo.

En ese contexto de confianza familiar fue que el suegro de Sonia le pidió a ella que cumpla con una promesa en la última charla que tuvieron, unas horas antes de morir por un cáncer terminal, a los 56 años.

“Prometeme que vas a hacer de mi hijo un hombre de familia. Yo sé que lo vas a hacer un hombre de bien”, fue una de las últimas frases que esbozó Loira desde una cama del hospital Gandulfo en Lomas de Zamora.

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

Sonia, conmocionada por el trágico momento que vive, considera que pudo cumplir con esa promesa: “Lo logré. Fue un buen marido, un buen papá y mi suegro estaría orgulloso de lo que fue su hijo”.

Sonia reconoció que el paso de los años desgastó la relación en la pareja, pero que siempre buscaban tener sus momentos. En el último tiempo, contó ella, ambos habían tenido gestos muy románticos con el otro.

“En noviembre lo trasladaron a General Lavalle y me di cuenta de que lo extrañaba mucho. No podía estar sin él, le pedía que vuelva o que lo trasladen, pero a la vez no quería entorpecer su carrera”, contó Sonia.

Para el día de su cumpleaños, el 28 de noviembre, tomó una intempestiva decisión: “No teníamos auto porque nos habíamos fundido, entonces mi papá me prestó su camioneta. Me fui a General Lavalle y le caí de sorpresa. Era como revivir esa etapa de cuando éramos novios”.

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

De la ternura del aniversario al dolor de sus hijos: el antes y después del crimen

El domingo 24, día en el que se cumplía el aniversario 28, Sonia reconoce que estaba de mal humor por distintos motivos. Sin embargo, el logró “aflojarla” -como dijo ella- con su característico romanticismo.

“Me preguntaba por qué estaba enojada y no fue a jugar a la pelota porque quería compartir una película conmigo. Miramos una película juntos, me acurruqué en sus brazos y él me decía que estaba aflojando”, contó Sonia. Al día siguiente, recuerda que él le llevó un alfajor para compartir en pareja.

En ese contexto fue que rememoró la charla que tuvieron el mismo día en el que lo asesinaron: “Nos levantamos con un llamado de mi mamá que me pedía que lleve al médico a mi papá por un cólico renal. Él se levantó conmigo y me sacó la camioneta antes de irse a trabajar”.

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

(Foto: Gentileza Sonia Silva).

La mujer contó que luego Carlos le envió un audio para consultarle cómo estaba su papá y si podía irse a trabajar. “Si yo le decía que estaba mal, él se pedía el día y me acompañaba al hospital para estar conmigo”, aseguró Sonia. Pero, cuando volvió del trabajo, el prefecto se ofreció a ayudarla con el reparto de las verduras del emprendimiento familiar y fue asesinado por ladrones que le quisieron robar la camioneta.

Con tanta ternura como gracia, recuerda la última charla que tuvieron por el “outfit” que iba a llevar al trabajo: “Se puso una camisa manga larga y yo le dije que estaba pesado el día, entonces se puso una camisa hawaiana que no pegaban ni con mocos”.

“Él me desfilaba la ropa hasta que le dije que estaba bien vestido. Me dio un beso y nos saludamos”, recordó Sonia, quien se lamentó el momento en que aceptó que él fuera a transportar las verduras del emprendimiento familiar: “Lamento tanto el momento en que se subió a la camioneta y bajé yo. Ojalá pudiera retrocederlo”.

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Ahora, Sonia se encarga de tratar de sostener emocionalmente a sus hijos y mantenerse fuerte: “Están muy mal los dos, están muy pendientes de mí. Ayer mi hijo me pidió dormir conmigo y yo terminé durmiendo agarrada a una camisa de trabajo de ´Pepo´”.

La viuda de Carlos contó que él había estado 25 años al servicio de la Prefectura Naval Argentina (PNA) y que en septiembre iba a llegar a los 26, momento en el que tenía pensado retirarse para seguir otros caminados ligados a la seguridad. “Él ya se quería retirar. Estaba estudiando licenciatura en seguridad porque quería ser político y cambiar algo en Lomas de Zamora”, reveló.

Fuente: tn.com.ar

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