“Me resulta imposible no comenzar mi voto poniendo de resalto lo poco pulcra que ha sido la instrucción de la causa y su correlato con la acusación“. Así comienza el juez Alejandro Rodríguez Rey -presidente del Tribunal Oral en lo Criminal N° 6 de Morón- el desarrollo de sus razonamiento por el cual, el miércoles al mediodía, él y sus colegas absolvieron a los cuatro acusados por el secuestro y crimen de Candela Sol Rodríguez (11).
Podría pensarse que la crítica del juez se quedó ahí. Pero Rodríguez Rey apenas estaba tomando carrera. Lo que sigue en la sentencia -a la que tuvo acceso Clarín– son 10 páginas durísimas contra la Policía bonaerense y los fiscales de Morón que instruyeron la causa. Porque a 13 años de iniciado el expediente no se pudo responder qué le pasó exactamente a Candela ni cuál fue el móvil.
Si bien en el año 2017 se condenó a dos hombres –Hugo Elbio Bermúdez (66) y Leonardo Jara (46)– como autores materiales del crimen, la inmensa mayoría de las circunstancias que rodearon al secuestro y muerte de la nena -ocurrida en agosto de 2011- permanecen en el misterio. Y no parece que las incógnitas se vayan a resolver, menos aun luego del reciente fallo absolutorio del TOC 6.
Sigue el juez Rodríguez Rey, asegurando que se trató un la investigación “compuesta de falsedades , errores y falencias (…) Poniendo al descubierto un entramado putrefacto del que formaron parte altos mandos de las agencias de seguridad, gente de mal vivir y que derivaron en que los titulares de la acción pública (los fiscales) parecieran revestir la calidad de meros testigos de actuación“.
¿Qué hará el fiscal Mario Ferrario, que había pedido la prision perpetua para todos, excepto para Altamirano, a quien no acusó? Por lo pronto, apelar la resolución, ya que considera que el tribunal no valoró prueba importante, según las fuentes consultadas por Clarín.
Hipótesis testaruda
Candela Sol Rodríguez tenía 11 años cuando fue secuestrada el 22 de agosto de 2011 a metros de su casa de Hurlingham. Encontrarla se convirtió en una causa nacional que fue perdiendo fuerza a medida de que crecían los rumores de una venganza narco contra la familia.
La nena apareció muerta a los pocos días del secuestro, el 31 de agosto. Aunque era buscada por 1.500 agentes, helicópteros, 140 patrulleros y 16 perros rastreadores, la encontró un cartonero, entre la basura, sobre Cellini al 4700, a 30 metros del cruce con la colectora de la Autopista del Oeste, en Villa Tesei.
El rol de Moreira y Chazarreta –según el alegato– habría sido levantar a Candela a la vuelta de su casa en Hurlingham. Para esto, sostuvo la acusación, usaron la camioneta Ford Eco Sport del policía bonaerense, que quedó filmada. Las imágenes –aunque borrosas– fueron peritadas y se determinaron coincidencias (portaequipaje, calcomanías) compatibles con las de Chazarreta.
El párrafo: “Todas esas irregularidades me llevan a coincidir con la señora Carola Labrador -al momento de explicar por escrito los motivos por los cuales abandonaba su calidad de Particular Damnificada- en que los encargados de la causa se obstinaron con una línea de pesquisa que, pese a la falta de pruebas, los condujo a desestimar cursos de investigación absolutamente válidos“.
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“Todos los días me pregunto por qué estoy en esta causa”, afirmó el capo narco detenido, quien dijo vivir “un calvario”.
Rodríguez Rey hasta parece enojado cuando describe que la camioneta que quedó filmada cerca de la casa de Candela es claramente “negra” mientras que la de Chazarreta es (de fábrica) “gris grafito“.
“Resultó razonable seguir insistiendo en la camioneta ‘negra’ de Chazarreta?¿Pudieron pasar por alto los responsables de la investigación por más de una década que el vehículo era de color gris? ¿A ninguno de los investigadores se le ocurrió constituirse hasta la dependencia policial donde fue llevada y tomar contacto directo con la misma?“, se pregunta el presidente del tribunal.
Y sigue: “Tal como mencionaron los magistrados del denominado caso Candela 1 se advierte, a lo largo de la prueba producida, falacias que con total desparpajo dejaron en evidencia, caminos de investigación no desandados, diligencias manipuladas y un oscuro proceder policial que capea toda la causa“.
“Villalba- incluso reconocido por él – es un ladrón, un narcotraficante y sin duda ninguno de nosotros compartiría tiempo con él, ninguno quisiera tenerlo como vecino, pero de ahí a adjudicarle tamaña participación, no deja de ser una posibilidad de las tantas probables“.
Desde el día uno todo lo que rodeó al secuestro y muerte de Candela fue muy oscuro. Y lamentablemente todo parece indicar que se quedara así, muy oscuro.
Fuente: clarin.com