Ariel Lijo movió cielo y tierra para lograr su nominación como juez de la Corte Suprema de Justicia. Habló personalmente con varios senadores y también con un puñado de gobernadores. Tiene contactos de una punta a la otra de la Argentina, conoce a todo el Poder Judicial del país. Pero su candidatura igual quedó bloqueada en el Senado.
Aunque se tomó licencia esta semana, algunos magistrados amigos de Comodoro Py lo contactaron. No lo escucharon golpeado, aunque dicen que sí se sintió manoseado. Pese al escenario adverso, mantiene viva su expectativa. “Sigo con dictamen en el Senado”, le dijo a un allegado.
En diciembre desde el Gobierno lo habían sondeado para ver si aceptaba ser nombrado por decreto. Rechazó la oferta. Dijo que prefería buscar el acuerdo del Senado.
Ahora -y contra las versiones que corren– hace trascender que no cree que el Gobierno tenga en sus planes ofrecerle de nuevo la vía del decreto, aunque le dijo a allegados que no tiene claro qué haría si eso ocurriera. “Lo evaluaré si pasa”, mandó decir.
Eso sí: el nombramiento en comisión tiene un plazo. El 28 de febrero de 2026, cuando venza el actual período legislativo, el Gobierno debería volver a nombrarlo por decreto. Cualquier cambio de viento político, lo podría perjudicar, más allá de su muñeca.
La idea de nombrar a Lijo fue acercada al Gobierno por el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti. Desde que se anunció su nominación, hubo severas dudas de que pudiera conseguir los 48 votos que necesitaba en el Senado. Incluso, en el propio oficialismo.
La lectura en amplios sectores era que alguien -¿Lorenzetti?- le había vendido al Gobierno el buzón de que Lijo conseguiría los votos del peronismo. Era cierto, pero en parte.
El factor Cristina
El mayor problema fue que, más allá del cargo formal de Cristina Kirchner, en el peronismo no hay un jefe al que respondan todas sus tribus. Lijo consiguió bastantes apoyos. Ahí están, por ejemplo, las firmas en el dictamen de los senadores de UxP Lucía Corpacci, Claudia Ledesma y Sergio Uñac. Y había 14 senadores de los 34 que tiene el bloque dispuestos a votarlo en el recinto.
Lijo entiende que Cristina pesó mucho para que su pliego no avance sin una negociación por la otra vacante en la Corte. Algo más. Entre jueces federales interpretan que el kirchnerismo no le tiene confianza a Lijo: al final fue el juez que detuvo y proceso en su momento a Amado Boudou.
Hay un dato que revela que el peronismo duro prefería a otro candidato en vez de a Lijo. Cuando arrancaron las conversaciones hace 11 meses, desde el bloque de UxP le hicieron una contraoferta a un enviado de la Casa Rosada: ¿por qué no proponían a Miguel Pichetto en vez de al juez?
Pese que rompió con Cristina y el PJ, en el kirchnerismo y otros sectores políticos y judiciales había coincidencia en que podía ser un buen juez de la Corte.
El plan finalmente no llegó a avanzar porque, enterado, el propio diputado lo abortó. Alegó su edad -ahora tiene 74- y que a los 75 debería retirarse del máximo tribunal o lograr un nuevo acuerdo.
“Si se tiene que caer, que se caiga”, dramatizó. UxP y la UCR no aceptaron: interpretaron que ir a la sesión sin los votos era exponer a Lijo a una maniobra del Gobierno que lo dejaría herido. ¿Para qué?
Fuente: clarin.com