Desde el punto de vistas del periodismo y la historia, la decisión del Gobierno de Javier Milei de desclasificar todo el archivo de la SIDE sobre la violencia de los 70 es una decisión positiva según coinciden los especialistas, aunque aún falta saber cómo se llevará a la práctica.
Pero Milei, luego de que Donald Trump desclasificó los documentos de la CIA y el FBI sobre el asesinato de John Kennedy, hizo formular el anuncio el día de la Memoria sobre el 24 de marzo de 1976, con un objetivo político.
Desde 1983, la SIDE contestó a todos los pedidos de desclasificación de documentación sobre la represión ilegal solicitados, en una gran mayoría, por organismos de derechos humanos aliados de Néstor y Cristina Kirchner que los usaban como prueba en los juicios de lesa humanidad, pero no sobre el accionar violento de los guerrilleros de Montoneros, ERP u otros grupos.
En base al decreto 4 del 2010 de Cristina Kirchner se mandará el archivo de la SIDE al Archivo General de la Nación, que dirige el historiador Emilio Perina.
Entonces, en unas semanas el archivo ya sea su parte en papel y su parte digitalizada, llegará a las manos profesionales del equipo de Perina que lo deberá terminar de digitalizar y catalogar para su preservación y luego ponerlo al acceso de todos. Se supone que también incluirá el Archivo de la Memoria que funciona en el museo de la ESMA y tiene un sesgo kirchnerista.
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Consultado por Clarín sobre este punto, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, respondió “La idea y el espíritu es ordenar y simplificar todo. No duplicar organismos del Estado. Es la único que le puedo decir por ahora”.
Si bien Perina tuvo hace unos meses una consulta informal sobre el traslado, se enteró por los medios de comunicación de la decisión del gobierno de Milei. Y lo primero que preguntará un historiador es de cuántos metros de documentos y bytes de información recibirá. La AGN, que tiene un prestigio internacional en la materia, posee pocos recursos y pese a las promesas de los distintos gobiernos nunca se terminó la segunda parte de su edificio de Parque Patricios sobre la ex cárcel de Caseros.
Más allá del problema logístico, la intención política del gobierno es que se hagan públicos los informes de la SIDE “sobre la violencia de los dos bandos, los guerrilleros y los militares”, coincidieron tres fuentes consultadas por Clarín. Y esa documentación podrá servir para, por ejemplo, la reapertura del atentado montonero contra el comedor de la Policía Federal de 1976 que dejó 23 muertos, dicen las fuentes.
La documentación que se hará pública será importante aunque durante la dictadura el “cerebro” del espionaje militar no era la SIDE, sino el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército que tenía su sede en la esquina de Callao y Viamonte. Pero el último jefe del Ejército de la dictadura, general Cristino Nicolaides dio la orden de quemar toda la documentación sobre la lucha antisubversiva antes de la entrega del poder al gobierno democrático de Raúl Alfonsín en diciembre de 1983.
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Aunque aún un misterio histórico saber si algún militar escondió una copia de las órdenes de operaciones de los grupos de tareas que funcionaban en el Ejército y la Armada, al margen de la estructura oficial, antes de quemarlas.
La Justicia argentina, en algunos juicios, debió recurrir a los archivos de la CIA y el FBI para reconstruir la cadena de mandos de esa época gracias a las desclasificaciones de Bill Clinton y otros presidentes de EE.UU.
Sin embargo, desde 1983 en adelante la SIDE desde su dirección de Contrainteligencia, en manos del ex espía Antonio Stiuso hasta el crimen del ex fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, en enero de 2015, contestó todos los oficios judiciales pedidos por la Justicia. Incluso, ex agentes de la SIDE de la dictadura terminaron presos gracias a la entrega de sus legajos personales. Entonces, la base de dato de Asuntos Jurídicos de la SIDE será otra fuente de información.
En fuentes militares se afirmó que “la mejor recopilación de documentos” de esa época la hizo el teniente general (RE) Francisco Gassino para una edición del Círculo Militar de edición limitada pero que no incluye esos informes secretos quemados.
Hasta el año pasado el periodista y ex jefe de la SIDE de Menem, Tata Yofré, fue uno de los que más escribió sobre la violencia guerrillera y en contra del concepto K de “la teoría de un demonio (las FF.AA.)”, como dijo el spot del Gobierno. Néstor y Cristina Kirchner desacreditaron la “teoría de los dos demonios” del prólogo del Nunca Más que escribió Ernesto Sábato. Y hasta incluyeron un prólogo distinto que, por suerte para la Historia, Eudeba luego quitó.
Fuentes cercana a Yofré negaron que sea el ideólogo a la desclasificación de los archivos de la SIDE desde su puesto de director de la Escuela Nacional de Inteligencia. El año pasado en una entrevista con Clarín, cuando se le preguntó si era cierto que tenía los archivos de la SIDE de la década del 70, contestó “los que dicen eso son unos burros porque que no me leen. A lo largo de mi trayectoria yo no recibí archivos completos sino retazos de archivos”. Yofre depende del titular de la SIDE, Sergio Neiffert, un hombre de Santiago Caputo.
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El archivo principal de la SIDE está en la central de 25 de Mayo. Una fuente de inteligencia negó que haya otro archivo en la “base” de la calle de los Estados Unidos, mientras que el archivo del atentado contra la AMIA estaba en el pasaje Barolo.
En sectores del oficialismo ya se piensa en un mecanismo que incluya otras etapas históricas. Algunos desearían que se desclasifique desde 1973 hasta el ataque del Movimiento Todos por la Patria de Enrique Gorriarán Merlo de 1989 para incluir el accionar de la Triple A del ex ministro peronista de Bienestar Social, José López Rega. Y otros desde 1959 para sumar a Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación, conocidas popularmente como Uturuncos. Pero este ya es un debate de historiadores. Pero por lo pronto, falta saber si el Gobierno a esta decisión política sumará el mecanismo técnico eficiente para la desclasificación y el presupuesto necesario para concretarla, o quedará solo como un anuncio efectista en el Día de la Memoria.
Fuente: clarin.com