Eufórico estaba Pablo Quirno. Histriónico, repetía convencido: “Venimos de dar la vuelta olímpica en Washington”. Ocurrió en la cena de la Fundación Libertad. Lo decía frente a cada banquero que se le acercaba. Se refería al acuerdo con el FMI. Algunos lo palmeaban y otros preferían silencio. Toto Caputo –su jefe- afirmó: “La inflación va a colapsar”.
Encima, Javier Milei extrapoló índices y armó su fantástico número: “La economía crece al 10%. Como ‘pedo de buzo’”. El trío construye un relato victorioso para enfrentar las elecciones. La estrategia política se centra en tres axiomas: contener la inflación, apoyar el rebote y mantener el dólar en calma.
Ahora Caputo liberará la utilización de dólares. Clarín confirmó que Economía evalúa flexibilizar el uso de dólares del blanqueo. Y también otra medida: eliminar el impuesto al cheque para futuras cuentas corrientes en dólares.
El acuerdo con Washington le permitió a Milei retomar la iniciativa y volver al discurso triunfal: en marzo, la inflación saltó y el dólar comenzó a derrapar. La actividad –incluso- se frenó. La “profesión” es más cauta y expone aún dudas. Milei conoce ese diagnóstico y, furioso, grita en Olivos: “La tienen adentro”.
Los lobos de Wall Street ponen paños fríos. Insisten en que el acuerdo con el FMI es bueno, pero que siguen las acechanzas e interrogantes sobre Argentina. La cuestión la expusieron dos influyentes financistas -habitualmente- cercanos a Toto y que apoyan a rajatabla a Javo. Ambos hablaron de atraso cambiario. El capo del JP Morgan afirmó: “Las multi están viendo si aumenta o no el consumo, si bajan los impuestos y si Milei gana en octubre”.
Facundo Gómez Minujin se sinceró: “Queremos ver si Milei va a poder hacer las reformas”. Fernando Sedano, del Morgan Stanley, completo con un Exocet: “Hay dudas sobre la fortaleza del tipo de cambio”.
La cuestión surgió exactamente después del cónclave del FMI. En esas jornadas los auditores de Argentina tuvieron encuentros secretos con banqueros de Wall Street.
Algunos fueron en grupos pequeños y otros individuales. Todos siempre herméticos y lejos de la visión pública.
Entre ellas, la eliminación de la tablita cambiaria, la eliminación del blend y la instrumentación de las bandas. Según confirmó Clarín, los banqueros preguntaron por el actual valor del billete y la decisión de llevar “el dólar Milei a 1.000 pesos”.
Los burócratas fueron cautos. Evitaron una definición tajante. El equipo de Cubeddu lo definió así: “Acordamos objetivos, ahora el FMI va a mirar, pero no va a intervenir hasta junio”.
Así -interpretan- Cubeddu dejó flotando una idea en Wall Street: que Washington no entiende por qué los Totoboys no aprovechan ahora para comprar dólares y fortalecer las menguadas reservas.
El desafío de la inflación
El 13 de junio se hace la primer revisión y el BCRA debe acumular US$ 5.000 millones. Sucede que Toto tiene una mandato electoral: bajar los precios y sofocar el salto inflacionario de marzo. Abril daría en torno al 3% y eso reflejaría una cuestión: la pauta anual del 18% no se va a cumplir.
Por eso –a lo Guillermo Moreno– el ministro les ladra a los formadores de precios. Esta semana amenazó a una automotriz. Su directivo es flamante vice de la UIA: el influyente Rodrigo Pérez Graziano.
La estrategia inquieta a las multi. Ya se sabe que el ex secretario de Comercio del kirchnerismo fue un verdadero coleccionista de fracasos. El tema intranquiliza en la COPAL, las fábricas de alimentos. Están en guardia, pero no van a enfrentar a la Casa Rosada. Las multi le tienen pánico al látigo de Javo y al destrato de Toto.
Kristalina Georgieva banca a muerte a Milei y su plan. Su actitud fue decisiva y pretende que la plata del FMI ayude a la estrategia electoral de Javo. Por eso se metió en ese jardín político. Fue un polémico sincericidio. En Washington dicen que la búlgara necesita que las cosas anden bien en Argentina para fortalecer su mandato.
Clarín lo había anticipado: había varios directores rebeldes contra la Argentina. El núcleo inicial estaba formado por el director de Alemania, Países Bajos y hasta Japón.
Son detractores eternos, cansados de los históricos disloques argentinos. Pero ahora se habrían acumulado funcionarios que habitualmente avalaban y ahora ya no apoyaron. Entre ellos, el delegado de Brasil, Andres Roncaglia, y de Colombia, México y España como Xiana Margarida. Estos desertores son fruto de la errática política exterior de Milei.
Bloomberg –la prestigiosa agencia- informó que la mitad del directorio expresó preocupaciones y que el cierre del acuerdo fue una decisión política. Se trata de una orden de Donald Trump que instrumentó Bessent y acató Georgieva. La búlgara quiere salvar su cabeza. La estrategia de Kristalina obligó a llamados directos a las “bases”.
En la jerga del FMI, las “bases” son los propios ministros de cada nación, para sofocar la rebeldía. Y conversaciones en su propia oficina para “domar “ a los últimos díscolos. Georgieva les dio a todos una garantía: que primero Toto anunciaba las medidas que exigía el FMI y recién después el directorio aprobaba el préstamo.
Dólar sin cepo
Así ocurrió. La salida del cepo fue exitosa. Milei pretende hacer bajar el dólar, para contener los precios. El billete está –apenas– como el ex dólar blend.
Esa cotización inquieta al campo. El lunes hubo una reunión secreta y crítica de la Mesa de Enlace. Carlos Castagnani afirmó: “La rentabilidad está comprometida”. El cuarteto venía de Rosario, del encuentro en la Bolsa de Comercio. El campo se reunió con emisarios de Toto. Federico Furiassi –director del BCRA- justificó el dólar barato: “La prioridad es sostener el proceso de desinflación”.
Después, intentó un tono doctoral y dijo: “Aplicamos el modelo japonés, de apreciación cambiaria”. Juan Pazo –el jefe de ARCA –repitió: “El negocio para el campo es vender y hacer carry trade”.
Ocurre mientras la interna en la Casa Rosada no cede. Karina Milei aprovechó el traspié del Pibe en el debate. Santiago se mandó otra escena Peaky Blinders emulando a su ídolo –el jefe de la banda– Tommy Shelby.
Este jueves le cortaron la cabeza a Franco Mogetta. Hacía tiempo que le serruchaban el piso, porque hay una pelea declarada con Juan Schiaretti, su padrino político. Ahora se habla –otra vez– de Mariano Cúneo Libarona. Se insiste en que lo reemplazaría un amarillo y sería un batacazo: Guillermo Montenegro, el intendente de Mar del Plata que coquetea con Milei.
Fuente: clarin.com