Hay una única cosa, tal vez, que no se le concede a Javier Milei en el ejercicio del poder. Ni se la permite él ni la verían con buenos ojos quienes más lo acompañan en el trabajo diario desde el 10 de diciembre de 2023. Rebajar la gravedad de los conflictos, ceder con benevolencia o actuar con excesiva tolerancia. Sus adláteres dirían: cualquier cosa menos caer en el buenismo. Alguna vez, en el comienzo de la gestión, alguien que luego caería en desgracia le aconsejó al Presidente que no debía ponerse en todo momento al frente de los conflictos políticos o de polémicas innecesarias con actores o cantantes. Milei le contestó que no volviera a insinuarle algo parecido. “El líder de la batalla cultural soy yo”, le dijo.
Empieza a quedar claro que el estilo de confrontación permanente del Gobierno, con un conductor siempre al borde del paroxismo, se mantendrá hasta el final, y, acaso, se profundice. La baja de la inflación, la salida del cepo cambiario, la victoria electoral en la Ciudad de Buenos Aires, la resignación del PRO y el dominio de la escena pública no son suficientes para llevar sosiego a la Casa Rosada.
“Siempre estamos pensando en la pelea que viene. Es nuestro alimento. Vinimos a romper el sistema”, asumen en su entorno. La personalidad del jefe libertario hace que se castigue a los moderados y se premie a los más extremistas. El viernes, Milei recibió a Daniel Parisini -conocido en las redes sociales como Gordo Dan y apodado en el Gobierno como el ministro de X– y al titular del bloque de La Libertad Avanza en la Cámara de Diputados bonaerense, Agustín Romo. Analizaron el impacto del relato libertario en las redes y las estrategias para amplificarlo. Milei le regaló a Dan un cuadro con una foto suya bailando en el Luna Park. Dan le propuso hacer un nuevo show, con Milei como cantante, cuando la inflación llegue a cero.
El primer mandatario se siente cómodo cuando convive con la tensión. Si asoma cierta calma, necesita pegar un golpe en la mesa para que el universo se altere. Coquetea con los riesgos, aun con los que involucran a sus propios aliados.
Desplante de Milei a Jorge Macri en la Catedral metropolitana. (Captura de TV)Hace siete días, en el Tedeum de la Catedral Metropolitana, dejó con la mano tendida a Jorge Macri, el primo del jefe del PRO, con el que los libertarios se proponen llegar a un acuerdo en la provincia de Buenos Aires. En el mismo acto, eludió a Victoria Villarruel, a quien ni siquiera le dirigió una mirada. Con el correr de los días, la confrontación se trasladó, en dos oportunidades, hacia Ricardo Darín: lo llamó “ignorante” y “operador berreta”, tan solo porque el actor se permitió compartir en un programa de televisión cuánto paga la docena de empanadas en su barrio.
El mileísmo también avanzó de modo polémico con la nueva programación de Paka Paka, que emula al adoctrinamiento de los años kirchneristas, pero en sentido opuesto en términos ideológicos. La semana cerró con declaraciones estridentes sobre el reclamo de los médicos del Hospital Garrahan: Milei atribuyó la pelea por los sueldos a una movida de “los psicópatas kirchneristas”; es decir, pasó por alto la necesaria recomposición salarial que exigen los trabajadores de uno de los centros de salud más prestigiosos.
El viernes había trascendido, durante buena parte de la tarde, que desde el Ejecutivo impulsarían un acuerdo con los médicos. La información se conoció por intermedio de canales informales, aunque eran los propios funcionarios los que dejaban correr el dato. Hasta se dijo que habían hecho una grabación con un anuncio importante. Pero, cerca de las 21, la difusión de ese video se frustró.
Los médicos residentes ya se movilizaron y organizan una nueva marcha para mañana que podría contar con muchas adhesiones de distintos sectores. En el hospital pediátrico se aborda desde la salud de chicos con cáncer hasta trasplantes. El Garraham está arraigado en buena parte de la sociedad, incluso entre quienes nunca hicieron uso de él. La profundización de la protesta y la difusión de los salarios podrían volverse un búmeran para el Gobierno. Hay quienes comparan el conflicto con las movilizaciones en favor de la educación pública, que le costó unos meses de pérdida de popularidad al jefe de Estado.
Milei insiste con que en el Garrahan hay ñoquis y empleados administrativos “dibujados” por el kirchnerismo. Es posible. Pero nada dijo de la situación de una buena parte de los médicos residentes que trabajan hasta 70 horas semanales y que cobran salarios por debajo de la línea de pobreza. El kirchnerismo, a través de Cristina, salió a cuestionarlo, lo mismo que Elisa Carrió, que apuntó directamente contra Luis Caputo.
En cambio, el PRO hizo silencio, pese a su postura histórica de diferenciarse de hechos de esta naturaleza, lo que lleva a muchos dirigentes que habitan el espacio desde 2003 a preguntarse: ¿el partido amarillo se quedará sin relato? A Jorge Macri no solo lo desairó Milei de modo infantil y poco educado; el alcalde también sufrió un desplante de sus propios compañeros de ruta. No hubo ni un tuit para solidarizarse con él.
Ritondo, Santilli y Sebastián Pareja, en la puerta de la Casa Rosada. Foto: Enrique García Medina.El macrismo, tras el fracaso que experimentó en su bastión, ahora prioriza la alianza del otro lado de la General Paz, a la espera de que los libertarios tengan una postura generosa y abran sus listas. El lunes, Cristian Ritondo y Diego Santilli asistieron a la Casa Rosada para reunirse con Karina Milei, Sebastián Pareja, Eduardo y Martín Menem. “Esta es la mesa de las decisiones”, dijo la hermanísima durante la charla.
El gran dilema es cómo se armará la coalición. Esto es: si será la misma para la contienda del 7 de setiembre, cuando se elijan legisladores bonaerenses y concejales, y para la del 23 de octubre, cuando sea el turno de los diputados nacionales. Ritondo pelea, y así se lo dijo a Mauricio Macri, para que en septiembre el PRO y LLA confluyan en un mismo frente, sin el color violeta que domine la boleta y con un nombre a designar. Podría ser “Solo libertad”. Pero, cerca de Santilli y Guillermo Montenegro -que esta semana también estuvo en Buenos Aires para participar de reuniones de campaña- sostienen que, a medida que avance el calendario, los libertarios se negarán a una coalición de igual a igual y que impulsarán que el PRO, simplemente, adhiera alas listas del oficialismo. “Qué frente ni qué frente, tenemos que acompañar”, dijo uno de los dirigentes del PRO más jugados. ¿El premio? Un par de lugares en las listas. Eso es todo.
Milei ha reforzado su idea de que una derrota con el kirchnerismo podría impactar en el rumbo de la economía. En términos de inversiones, un traspié electoral haría las cosas aun más difíciles y proyectaría desconfianza en el establishment y en el exterior sobre la continuidad de Milei a partir de 2027. Así se lo dicen al Presidente economistas y operadores que recitan el credo libertario.
La elección en la Provincia asoma con polarización extrema, a menos que el kirchnerismo y el peronismo terminen fracturados. Axel Kicillof y Cristina Kirchner continúan sin hablarse. El gobernador insistió hace algunas semanas, a través de un interlocutor, con hablar con la jefa del PJ. Cristina le contestó igual que el año pasado. “Decile que conmigo no tiene nada que hablar, que se comunique con Máximo”.
Kicillof, refunfuñando, lo llamó. Se encontró con el Máximo de siempre: una cosa es cuando hablan mano a mano, donde se muestra dócil y hasta atento; y, otra, cuando se da vuelta y ejecuta órdenes para dinamitar los planes de Axel. El mandatario habló el jueves con Sergio Massa y le pidió, de nuevo, que lo ayuden. Massa hace equilibrio y, siempre que puede, lleva agua para su molino. Luego, el tigrense habló con Máximo. El hijo de los Kirchner repite el libreto de otras épocas: “Vamos a hacer lo que diga Cristina”.
Carlos Bianco, mano derecha de Kicillof, dijo en Radio Con Vos que esta vez, a la hora de armar las nóminas, será distinto. Pidió que La Cámpora y Cristina “le den más participación en las listas a los representantes del gobernador” y que, una vez transcurrido el día de la votación, se voten los proyectos kicillofistas “a mano alzada y sin chistar”. Fue como lanzarle un nuevo desafío a Cristina.
“Estamos esperando un llamado agónico para ver si vamos juntos o separados”, confían en el entorno de Kicillof. Al gobernador lo exaspera desconocer si ella será o o no candidata y, eventualmente, si se presentará como postulante a legisladora provincial o nacional. Pero más lo exaspera otra cosa: saber que la decisión de su mentora podría estirarse hasta el mismo día del cierre de listas.
Fuente: clarin.com