Los nervios en el Gobierno y las teorías conspirativas que van desde Cristina Kirchner a Mauricio Macri

Hasta hace menos de quince días, cada vez que hablaba frente a sus ministros y, sobre todo, ante quienes -en reuniones privadísimas- lo consultaban con inquietud sobre la escasez de reservas en el Banco Central y las especulaciones temerarias del mercado, Javier Milei repetía una frase: “No miren la cotización del dólar, no miren el riesgo país, no miren las reservas. No miren nada, sigan haciendo lo que tienen que hacer”.

Los funcionarios salían del despacho presidencial con un semblante distinto al que habían entrado. Respaldados, seguros, con una confianza ciega en el líder libertario. Algunos lo veneran como a un mesías: su palabra es sagrada. Pero algo comenzó a cambiar en los últimos días. Los saltos en el precio del dólar paralelo y del contado con liquidación, la venta permanente de divisas del Central y la incertidumbre que se expande en el establishment por la demora en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional pusieron en estado de alerta al Gabinete, como no había pasado desde el cambio de era político. ¿Todo va de acuerdo al plan, como dicen los militantes en las redes sociales que tienen conexiones con la cima de la Casa Rosada?

El Triángulo de Hierro, siempre hermético, se cerró aún más. Los nervios lógicos por la situación incentivó las teorías conspirativas de los hermanos Milei y de su gurú todopoderoso, Santiago Caputo. Los tres creen, y en especial Milei, que una serie de actores trabajan no solo para desgastar al Gobierno, sino para voltearlo. El peronismo y Cristina Kirchner aparecen al tope de ese supuesto objetivo desestabilizador. El grupo incluye a políticos, economistas, empresarios, sindicalistas, a la izquierda combativa y hasta a periodistas. No importa si tienen diferencias entre sí. Según la mirada del Ejecutivo, se unen con un mismo fin. ¿Y Mauricio Macri? El fundador del PRO fue un aliado fundamental para que prosperaran los proyectos oficialistas en el Congreso, pero hoy está en la mira libertaria, mucho más desde el viernes, cuando dijo que los problemas institucionales afectan la economía. “Todos contra nosotros”, conjeturan en Balcarce 50. Sus miembros eran “la casta”. Ahora, en la intimidad, les pusieron una nueva denominación: “Los adoradores del Estado”.

Al Gobierno le bastaba esa particular visión sobre los distintos actores para minimizar los rumores y defender su relato, la famosa “batalla cultural”. Ya no. El peso de algunos hechos obligó a manifestaciones inesperadas que desnudaron que existe una preocupación real en el poder. La conferencia de prensa del jueves de Luis Caputo, en la que el ministro de Economía anunció que el monto que destinará el FMI a la Argentina alcanzará los 20 mil millones de dólares fue pensada para aliviar los mercados.

El impacto no resultó el esperado. El Central volvió a sacrificar reservas y acumuló diez ruedas a la baja, con una venta de US$ 1.637 millones, lo que derivó en que las reservas terminaran el viernes por debajo de los US$ 26.000 por primera vez en los últimos catorce meses y el riesgo país escaló a casi 800 puntos. La gran pregunta es cuándo y de qué modo llegarán los desembolsos del Fondo. De esos US$ 20.000 millones, unos US$ 14.000 millones serían para cumplir con los pagos al organismo y una buena parte del resto se destinaría a cancelar Letras intransferibles que el Tesoro le colocó al Banco Central para sacarle dólares. En el entorno presidencial consideran que bastará para llevar calma y quedar más cerca del levantamiento del cepo cambiario.

Pero persisten dudas. La principal: el futuro del tipo de cambio. El FMI pide flotación y la eliminación del dólar blend. El blend fue un invento de Sergio Massa -aprovechado también por la actual gestión- para incentivar la comercialización de granos, ya que les permite a los exportadores liquidar un 80% de sus divisas en la plaza oficial y el otro 20% en el CCL. En el Gobierno, que llevaron el crawling peg -el ajuste del dólar oficial- del 2 por ciento mensual al 1 desde el 1° de febrero para -dijeron- ayudar a la baja de la inflación, ahora se discute cómo seguirá después de que se concrete el acuerdo con el Fondo y se revelen los detalles y las fechas de los giros. No hay certezas.

La incertidumbre crece y no colabora con las metas oficiales. El FMI se limitó a decir que las negociaciones “están avanzando con los procesos internos habituales”. Si quiso ayudar, lo hizo de manera más que módica. Lo mismo que la portavoz, Julie Kozack, quien al cierre de la semana confirmó que el préstamo solicitado por Argentina trepa a los 20 mil millones de dólares, pero advirtió que se transferirá “en partes”.

El mundo tampoco ayuda. Los conflictos bélicos no cesan y el 20 de enero, desde la asunción de Donald Trump – que La Libertad Avanza celebró, acaso anticipadamente- el clima se enrareció todavía más. La estrategia proteccionista del presidente de Estados Unidos primero se enfocó en los países de la región y esta semana se expandió al mundo en general, al menos en la industria automoriz. Trump fijó aranceles del 25% a todos los vehículos y autopartes que no sean fabricados en su país. El anuncio generó estupor incluso en los países considerados aliados y un sacudón en Wall Street. En medio de ese escenario de más restricciones comerciales y menos crédito, Milei y su canciller, Gerardo Werthein, negocian una bilateral con Trump. ¿Para cuándo? “Para cuanto antes”, dicen en la Cancillería. Werthein intentará agilizar el encuentro en la reunión que tiene agendada para el martes próximo con el secretario de Estado, Marco Rubio.

La pelea por el relato y la conversación pública -obsesiones del mileísmo- entraron en zona de penumbras desde la presentación en el Foro Económico Mundial de Davos, el 23 de enero, cuando Milei orientó su discurso a la ideología woke y a confrontar con la comunidad homosexual. A los pocos días, Karina decidió la expulsión de Ramiro Marra -otro hecho que dividió aguas en su propia feligresía- y el 14 de febrero Milei lanzó la criptomoneda $Libra desde sus cuentas de Instagram y X. Su administración quedó atrapada en una crisis de la que todavía no puede escapar.

La Libertad Avanza debió resignar la monopolización de la conversación, que hasta entonces había manejado con destreza. En simultáneo, los cimbronazos en los mercados instalaron la duda sobre si el incremento del dólar se trasladará a los precios -aunque más no sea mínimamente-, lo que podría poner en riesgo las proyecciones oficiales de que en las próximas mediciones del Indec la inflación arrancará con un uno adelante.

El proceso electoral, ya en marcha frente a la apatía social, asoma como telón de fondo. En la Casa Rosada, más que antes, sostienen que se deben ganar las elecciones para ahuyentar fantasmas. Eso explica dos maniobras arriesgadas, que hasta hace pocas semanas Karina Milei, la dueña de la lapicera, descartaba. La primera se conoció la semana anterior, cuando la secretaria general de la Presidencia citó a Cristian Ritondo y a Diego Santilli para explorar una alianza con el PRO en la provincia de Buenos Aires, pese a que Milei había condicionado la alianza electoral a todos los distritos o a ninguno. La segunda jugada se acaba de conocer: Manuel Adorni será candidato a legislador porteño. “Te necesito”, le dijo Karina el lunes, cuando se reunieron a solas. Adorni prefería no competir, pero no se resistió. “Voy donde Javier y vos lo dispongan”, contestó. El portavoz presidencial buscará interrumpir la serie de implacables victorias macristas en la Ciudad.

La difusión de la apuesta por Adorni se precipitó el jueves, cuando los estrategas libertarios recibieron la información de que Marra había decidido presentarse. El cimbronazo se sintió en la jefatura de Gobierno porteño, que hasta entonces no tenía candidato. Jorge Macri y su estratega. Antoni Gutiérrez Rubi -que recomendó el adelantamiento de la elección, una estrategia que ahora muchos cuestionan– hablaron con Mauricio Macri. El conductor del PRO pidió que la lista la encabezara Silvia Lospennato y no Fernán Quirós. En realidad, Macri quería a María Eugenia Vidal, pero la ex gobernadora se negó en todos los idiomas.

Leandro Santoro y el kichnerismo se ilusionan, por primera vez, con pelear de igual a igual en la Ciudad. Los beneficia la irrupción de dos protagonistas que traman su venganza: Marra, que podría quitarle votos a Adorni, y Horacio Rodríguez Larreta, que afectará la performance del PRO.

Un escenario inédito y decisivo se abre en el bastión de Macri.

Fuente: clarin.com

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