En un paso significativo en la lucha contra las adicciones, el gobernador Osvaldo Jaldo inauguró el “Hogar Nuevo Nacimiento” en Concepción. Esta propiedad, que ahora servirá para la recuperación de jóvenes con consumo problemático, fue decomisada al narcotráfico por la Unidad Fiscal de Narcomenudeo (UFINAR) y cedida a la Fundación Camino de Esperanza.
La iniciativa representa la tercera propiedad recuperada con este fin, consolidando una política de Estado que busca transformar los espacios del delito en oportunidades de vida.
“Es una gran decisión que viene tomando la justicia de la provincia de Tucumán”, destacó Jaldo, refiriéndose a la política del Ministerio Público Fiscal, a cargo de Edmundo Jiménez, de destinar los bienes recuperados del narcotráfico a fundaciones abocadas a la rehabilitación.
El gobernador subrayó que la “lucha frontal contra la comercialización de drogas es una política de Estado de los tres poderes”, y que los indicadores actuales muestran un avance en este camino, aunque aún queda mucho por hacer.
El ministro Público Fiscal, Edmundo Jiménez, reafirmó que esta iniciativa es parte de una política de su cartera para que “lo que se recupera de las investigaciones del delito lo volcamos en instituciones sin fines de lucro”. Resaltó el apoyo del Poder Ejecutivo provincial, sin el cual estos hogares no podrían funcionar, evidenciando el “fuerte compromiso” de Jaldo con la Ley de Narcomenudeo y el respaldo a las organizaciones que combaten las adicciones.
Transformación de Espacios y Testimonios de Esperanza
“Esta casa fue recuperada del delito. Acá se vendía droga y hoy será un lugar de contención”, explicó Esteban Marcos Duarte, coordinador de Políticas Reparatorias del Ministerio Público Fiscal. La propiedad cuenta con amplias instalaciones y ya alberga a diez jóvenes, con planes de expansión para más de 25.
Julio González, presidente de la Fundación Camino Esperanza, enfatizó que este hogar es un “gran paso” para la recuperación de jóvenes, donde además de contención, se ofrecen actividades para su reinserción social.
Los testimonios de los jóvenes residentes, como Andrés y Enzo, conmovieron a los presentes. “Mi vida antes era desordenada, sin un rumbo y en tinieblas”, compartió Andrés, mientras que Enzo expresó su gratitud: “Hoy en día puedo ser restaurado. Puedo estar bien y contento en este lugar”.
Mery Brito, madre de uno de los jóvenes, reflejó el sentir de muchas familias: “Es una bendición muy grande… encontrar un lugar así para que contengan a nuestros hijos y vuelvan a ser útiles a la sociedad me llena el alma de alegría”. Estos relatos refuerzan la visión de Jaldo: que estos jóvenes se conviertan en “espejo” y “ejemplo” para otros que buscan salir del consumo problemático, demostrando que “sí se puede rehacer la vida”.