Marcos Novaro es analista político, profesor en la UBA e investigador del CONICET. En diálogo con Clarín, plantea cuáles fueron las causas de la baja participación que tuvieron las elecciones legislativas en la ciudad de Buenos Aires, donde hubo un récord histórico de ausentismo y solo votó el 53,35% del padrón electoral.
-¿Por qué votó tan poca gente votó en las elecciones porteñas?
-Hay un fenómeno de crisis estructural, que continúa y se prolonga con la elección de Milei, de muy poca confianza en el sistema institucional, con mucha gente que no espera nada de él y no quiere participar en el juego. Además está la propia estrategia del Gobierno, para que los sectores moderados no vayan a votar, en un escenario de fragmentación y confusión que empeora las cosas.
-¿Cuál fue la estrategia del Gobierno para que la gente no vaya a votar?
-El Gobierno sabe que espanta a los votantes con este tono virulento que le pone a la cosa pública. Esto es algo que han hecho este tipo de gobiernos populistas en todos lados, donde saben que los votantes moderados no votan. El clima es muy favorable para el gobierno, porque los que no votan son los menos politizados, menos fanatizados, que el gobierno no quiere que voten. La estrategia es muy eficaz y consigue lo que busca, que no voten. Al Gobierno le interesa espantar a los ciudadanos y tener la facción más fuerte. Es como el grupo de matones que espanta al resto y queda en el centro de la escena.
-¿En qué otro gobierno populista funciona de este modo la baja participación electoral?
-En Estados Unidos claramente es así. Hacen todo lo posible para que la gente no se registre ni vaya a votar. Mientras menos gente vote, para ellos es mejor. Allá les ponen todo tipo de obstáculos, para que vote la menor cantidad de gente. Y lo hacen del modo más explícito posible. Acá funciona de la misma manera. Les funciona a los que tienen una facción muy motivada. Es la estrategia de cabeza de ratón, del 30%, porque eso les ahorra tener que negociar para llegar al 50% de los votos. Y llegan al 50% cuando van a un balotaje y es “nosotros o la inflación”. Es la lógica muy explícita de Milei y su grupo. No están queriendo reparar la distancia con el sistema político. Ellos quieren que la gente se mantenga lo más lejos de la política.
-También mencionó la fragmentación, como otra causa de la baja participación.
-Claro, a eso sumale la fragmentación en la ciudad de Buenos Aires, donde tenés fuerzas políticas que echan a los disidentes, que están perdiendo a parte de sus seguidores. Y a esos grupos no les importa. ¿Vos ves que Santoro haya querido incluir a Abal Medina? Lo mismo hizo Karina Milei con Marra. Y el PRO fue más grave, en el centro político, con la torpeza enorme de los Macri, que pensaron que iban a exterminar a Larreta. El factor fragmentación también desalienta mucho a los votantes. La mayor parte de la gente que se quedó en sus casas fueron votantes no mileístas.
-¿Cómo funciona el sistema con estas características?
-Es un sistema que funciona bien, para Milei, con baja legitimidad democrática y bajo nivel de protesta, porque la gente está recluida en su casa y en sus problemas. Es sumisión o inflación. Entonces, te sometés. Es probable que haya habido menos votación en los lugares donde había más voto peronista o macrista histórico, mientras que el mileísmo más entusiasta no se abstuvo de votar. Los que perdieron más convocatoria son los que perdieron la elección. Eso confirma que la abstención le conviene a Milei.
-¿Qué se puede esperar para las próximas elecciones nacionales?
-Siempre las elecciones nacionales convocan un poco más. Pero hay que ver las ofertas electorales, porque si el dilema es “inflación o sumisión”, podría repetirse la baja participación. Eso le conviene al gobierno, pero a la gente la deja insatisfecha. El que está entusiasmado con la baja inflación y con Milei, va a ir votar; pero al que te propone Santoro, que caiga el gobierno, o los que propongan Kicillof y Cristina… Se entiende que mucha gente se quede en su casa, más la fragmentación y la desconfianza estructural. Uno quisiera que esta gente recapacite y haya una oferta más agregada y no haya 17 listas, pero es probable que eso pase. En el radicalismo están más peleados que el PRO. Y el PRO ya tiró la toalla, en la provincia de Buenos Aires se van a entregar de pies y manos. Y además, si eso pasa en provincia, ¿qué va a pasar a nivel nacional? En términos de secuencia, el centro político quedó mal para lo que viene. Los que son más moderados son los que no han ido a votar y no se van a sentir convocados en esta opción de “sumisión o inflación”. Si uno tiene que apostar, las cosas ya han quedado moldeadas así.
-¿Vamos a un nivel de votación cercano al de los países donde es opcional el voto?
-Sí, yo creo que sí. Es probable que no haya muchas diferencias con esos países y con Estados Unidos. Si uno ve cómo funciona en los Estados Unidos, el escenario es muy polarizado, con muy poca variación, ya que el voto está muy cristalizado, con dos subculturas, dos mundos separados, que consumen medios diferentes y viven en actividades diferentes. La Argentina se puede parecer a eso, con bajo conflicto, más gobernable y cierta estabilidad con esa cabeza de ratón que puede gobernar un tiempo. Pero la amenaza sería esa baja legitimidad, que en algún momento puede estallar, como en Chile, que es una sociedad muy desigual, que fue muy poco conflictiva, por un sistema estable, pero de baja legitimidad, que terminó explotando. Tal vez le pase eso a Milei, que funcione a nivel económico, pero tienda al autoritarismo y sea más comparable a Chile que a los Estados Unidos.
-¿Milei podría formar una coalición o va a priorizar ir solo con La Libertad Avanza?
-No creo que Milei vea la posibilidad de formar una coalición, porque el 30% es de él. Y va a conseguir el 50% en una segunda vuelta, porque va a tener la chance de conseguir ese plus gratis, como hizo en 2023. En una segunda vuelta, ese voto moderado lo puede acompañar, para que no haya inflación ni esto se hunda, como propone Santoro. Es más razonable eso, que una negociación difícil con Macri. Además, Milei no cree que haya que compartir el poder con nadie. No es que alcance solo con la fragmentación, tampoco que la provoque Milei, pero todo ayuda en un contexto estructural donde la gente no se siente motivada a votar.
-¿Cómo influyó que la elección a legisladores porteños haya ido desacoplada de la elección nacional?
-En la elección nacional quizás también vote menos gente, si hay polarización con fragmentación de todo el resto. No es simplemente el desdoblamiento, porque esta elección local era atractiva, había mucho en juego, con candidatos atractivos y había motivos para ir a votar. ¿Por qué la gente no fue? Hay otras razones, porque ya había baja predisposición a votar. Es un fenómeno más amplio, la crisis continúa. Es la misma crisis que venimos arrastrando de tiempo atrás, que a la gente no le gusta como están las cosas y no mejoran demasiado. ¿Para qué votar? Si lo mío no mejora. Eso pasa en todos los países que tienen democracias de baja intensidad.
-¿Esto ya venía pasando en los últimos años o es algo que se ve recién ahora?
-Desde hace diez años que vienen bajando las tasas de participación electoral, se empezó a profundizar desde el ocaso del kirchnerismo. Es una cuestión de época. Tiene factores estructurales, que son difíciles de corregir, como la insatisfacción de las sociedades con la democracia. Eso pasa en todos lados, pero en la Argentina empeora más, porque tenés 17 partidos en una elección local. Y esa listas son pedacitos de los otros partidos, cuya única función era jorobar a sus anteriores compañeros de partido, porque se quedaron fuera del juego o los excluyeron. Por ahora tiene poca solución, porque a Milei le conviene esto, saca provecho de la baja participación electoral.
Fuente: clarin.com