Uno de los catorce vicepresidentes de la República Islámica de Irán, Sharan Dabiri Oskouei, entró a la Argentina evitando los controles de los organismos de control y desató un escándalo de consecuencias aún desconocidas. La teocracia de Teherán es considerada por nuestro país como un régimen que promueve el terrorismo mundial. Clarín reveló que Dabiri Oskouei visitó Ushuaia para viajar en un crucero que lo llevó a la Antártida: también publicó en sus redes fotos en Buenos Aires. La agencia de información estatal de Irán difundió que ese costoso viaje le costó el cargo de vicepresidente a cargo de los asuntos parlamentarios del Gobierno de su amigo Masoud Pezheskian. Irán pasa por una fuerte crisis económica.
Este diario informó también que Dabiri Oskouei mintió sobre su verdadero rol político cuando tramitó su visa en el consulado argentina en Teherán. La Cancillería y la SIDE chequean en sus bases de datos la identidad de cada una de las personas que viven en países considerados de riesgo cuando tramitan su visado. De acuerdo a fuentes oficiales, las autoridades del espionaje nacional enviaron a servicios de Inteligencia del extranjero el nombre del iraní y no se encontró objeción para que ingresara a la Argentina. Desatada la polémica, en el Gobierno se coordinó un nuevo método para que no vuelva ocurrir una falla similar. Pero ya hay consecuencias nacidas por esta trama sospechosa y que generó paranoia gubernamental.
Fuentes oficiales afirmaron a Clarín que se les prohibirá la entrada a la Argentina a setenta y dos iraníes que pidieron una visa para llegar todos juntos a la provincia de San Juan. Se trata de los supuestos jugadores y asistentes de la selección nacional de voley del régimen acusado por la Justicia federal de haber promovido los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. Hasta ahora, la selección de voley de Irán, que tiene un desempeño destacado en competencias como las olimpíadas, se iba a enfrentar al equipo de voley de la Argentina el 5 y el 6 de junio próximos en el estadio sanjuanino “Aldo Catoni”. Esos matchs iban a servir como entrenamiento para la Liga de las Naciones de Voley (VNL, en sus siglas en inglés). No pasará, al menos que las autoridades de control de la seguridad, la diplomacia y el espionaje cambien de opinión. Difícil. De los setenta y dos iraníes que solicitaron viajar a San Juan, cuarenta y dicen ser voleibolistas, es decir jugadores de un deporte en el que se enfrentan equipos con seis jugadores en la cancha y que, si se consideran todos los integrantes del plantel, suelen contemplar a veinte deportistas. ¿Y el resto de la delegación a qué se dedica?
“Después de que el vice de Irán hiciera lo que hizo, más allá de nuestras responsabilidades en el caso, no podemos dejar de investigar a estos setenta y un ciudadanos iraníes que pidieron nuestra visa. Preferimos denegarles el permiso”, adelantó a Clarín una fuente con influencia en el espionaje nacional, que además agregó que la SIDE debería desplegar sobre esos hombres un operativo de prevención confidencial y secreto para estar informados sobre sus movimientos.
Quien invitó a esos persas a la Argentina fue la Federación Argentina de Voley. La visita furtiva de Dabiri Oskuei, que fue autorizada pesar de que “truchó” sus documentos, fue interpretada por el Gobierno, como mínimo, como una provocación del régimen iraní. El convencimiento es que el gobierno persa sabía y apoyó las mentiras documentales del ahora ex vicepresidente. No solo afirmó que solo se dedicaba a la medicina, si no que también presentó un pasaporte que usó en otra época de su vida: declaró que vivía en Tabriz, no en Teherán, y aportó un documento de un escribano, traducido al castellano, que aseguraba que era parte del directorio de un hospital y también su gerente.
La información diplomática que llegó a Buenos Aires indica que Dabiri Oskuei pidió permiso en el consulado nacional en Teherán el 20 de marzo.
Desde que se dio a conocer la historia, se sucedieron hechos sospechosos vinculados a la relación conflictiva entre Teherán y Buenos Aires, un vínculo roto debido al impulso que desde la teocracia persa le da al terrorismo internacional y, sobre todo, a la organización Hezbollah y su participación en atentados en Buenos Aires.
Si bien es cierto que el dirigente debió renunciar a su puesto debido a que él mismo difundió imágenes de su travesía por Argentina en sus redes sociales, igual que su pareja, los interrogantes en el mundo de la Inteligencia, como siempre, se multiplicaron.
¿Por qué Dabiri Oskuei le mintió al consulado argentino en Teherán sobre su verdadero rol político en la nación dominada por los Ayatolás?
¿Tanta es su pasión por el turismo que decidió correr el riesgo de que sus falsedades se descubrieran, lo que habría provocado un incidente mayor entre ambos países. Y más: ¿cómo es posible que, luego de organizar una coartada para ingresar a la Argentina, terminó difundiendo su estadía en el país a través de sus redes sociales?
Los agentes nacionales ya indagaron sobre los días en la Argentina de Dabiri Oskouei. Además de que pasó por Buenos Aires, y estuvo en Ushuaia, se detectó que el crucero que lo paseó los mares helados del sur, llegando hasta la misma Antártida, también tenía como pasajeros a ciudadanos de Rusia y China.
¿Dabiri Oskouei podría haberse reunido con alguna autoridad de esas dos naciones no alineadas con los Estados Unidos mientras su crucero surcaba las aguas más frías del planeta?
Aunque Sahram Dabiri Oskouei no está siendo investigado por la Justicia que aun intenta dilucidar qué pasó en la voladura de la AMIA, es uno de los mejores amigos del presidente Pezsheskian.
Como todo hombre del poder del régimen teocrático que financia atentados o ataques contra objetivos rivales de su país en cualquier punto del planeta, Dabiri Oskouei ha hecho declaraciones que demuestran que no es un “moderado”. No hay lugar para “tibios” en Teherán.
El ahora ex vicepresidente iraní Shahram Dabiri Oskouei, por ejemplo, hizo de vocero oficial del régimen el día que Israel atacó y asesinó al líder histórico de la agrupación terrorista Hezbollah, Hassan Nasrallah.
En aquel momento, el aun vicepresidente de relaciones parlamentarias de Irán declaró ante los medios que su país iniciaría, a modo de represalia, un ataque contra Israel. Y ahondo su verdadero pensamiento: “Vamos a terminar con el Estado de Israel”.
Los diplomáticos argentinos en Teherán son muy pocos. Viven bajo asedio de los servicios iraníes.
Desde que se dio a conocer la visita de Dabiri Oskouek, sucedió un hecho sospechoso: la embajada argentina en Israel recibió una falsa alarma de ataque con bomba.
Y una acción concreta del régimen teocrático de Irán: en coincidencia con este “affaire”, la Justicia argentina pidió la detención del líder espiritual iraní Alí Kamenei, lo que a su vez provocó que la Cancillería de ese país convocara al encargado de negocios de nuestro país en Teherán (no fue quien autorizó la visita del renunciado vicepresidente) para pedirle explicaciones sobre el tema, Son diplomáticos que trabajan casi en soledad contra un régimen todopoderoso.
¿Cuál de los dos hechos es más grave para la Argentina? ¿La visita del vice que renunció? ¿O la escalada diplomática que acaba de comenzar?
Todo se da en un contexto de extrema delicadeza respecto a la feroz persistencia del régimen iraní en la región. Bolivia, un país con fronteras permeables con la Argentina, firmó una serie de memorandos de entendimiento con Teherán. Incluyen compra de tecnología. Empresas persas avanzaron hasta adueñarse de mineras de “tierras raras” en el país vecino, y hay sospechas de que el terrorismo de Hezbollah financia al narcotráfico boliviano.
Asi lo informó un informe confidencial realizado por las autoridades anteriores de la Dirección de Inteligencia Criminal (DNIC), elevado a las autoridades este año.
Hay más datos intrigantes. El viajero Dabiri Oskouek había negado en forma personal ser funcionario del Gobierno ante las preguntas de la diplomacia en Teherán. Y, ahora se sabe, se presentó a hacer sus trámites con el pelo teñido, como si fuera pelirrojo, y sin usar anteojos. O sea: disfrazado.
Fuente: clarin.com