“No tengo fuerzas para rendirme”, es la frase que Cecilia Enrich tiene tatuada en uno de sus brazos y que lleva como lema. Para ella, rendirse nunca fue una opción y cada piedra que se le presentó en el camino no la vio como un obstáculo, sino como una oportunidad para volver a empezar. Hoy, a sus 34 años, la joven oriunda de Moreno, provincia de Buenos Aires, es una de las pocas mujeres en el país que se dedica al mundo del Análisis de Datos y hasta logró crear su propia comunidad en LinkedIn, la cual tiempo después trasladó a WhatsApp: “Data Aventureros”. En diálogo con LA NACION, contó su historia de superación, su pasión por emprender y el desafío de mantener a sus dos hijos, mientras le da batalla al cáncer de mama.
Todo comenzó con la separación de sus padres. En ese momento, Cecilia sabía que la situación en su casa no era la mejor y que para comprarse las cosas básicas que necesitaba tenía que disponer de su propio ingreso. Como su novio de aquel entonces era vendedor ambulante, decidió seguirlo con tan solo 14 años. “Lo hacía los sábados y domingos, porque durante la semana iba a la escuela; pero en ese momento yo pensaba ‘qué pérdida de tiempo’, porque con eso yo me bancaba mis gastos y quería seguir trabajando. Vendía artesanías de todo tipo, hasta que en un momento llegó la posibilidad de alquilar un puesto en la estación de Moreno”, comenzó contando.
En aquel momento, Cecilia no sabía qué hacer: “Tuve una crisis de identidad, porque para mí siempre iba a ser empresaria. Pero en ese momento dije, ‘¿ahora, quién soy? ¿Qué hago?’”. Mientras ella intentaba responderse aquellas dudas, su hermano la recomendó para un teletrabajo de un banco ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, lugar en el que empezó a rodearse de gente de su edad, incluso más jóvenes, que dedicaban parte de su tiempo a estudiar, algo que la motivó a sus 28 años a anotarse a la facultad. “Ahí me empezó a picar el bichito para estudiar y me anoté para hacer el CBC de Psicología en la UBA”, sostuvo.
En el trabajo conoció a Cristián, quien fue su última pareja, y consiguió más estabilidad económica. Pero no solo sus ingresos aumentaban, sino también las ganas de ir por más. Durante los recorridos virtuales que hacía para encontrar alguna propuesta laboral que la convenciera, notaba que la gran mayoría estaban orientadas al área económica, por lo que evaluó cambiarse de carrera a Administración de empresas.
En el medio, decidió tener a su segundo hijo, Bruno, quien hoy ya tiene seis años. En ese entonces, viajaba de Moreno a Capital Federal todos los días para trabajar, estudiaba, era mamá de un niño y, a la vez, transitaba su embarazo. Como sus idas y vueltas comenzaron a dificultarse, optó por estudiar de manera online y, aunque con el tiempo todo parecía acomodarse, la vida le envió un nuevo golpe: su hijo menor fue diagnosticado con autismo a los tres años.
“En esa época, como Bruno era chiquito y no teníamos quien lo cuide, decidimos que Cris, mi pareja en ese momento, dejara de trabajar para quedarse con él porque yo era quien ganaba más”, sostuvo. Aquella decisión familiar le costó algunas amistades, pero al mismo tiempo entendió que era importante romper con los estereotipos de género y compartió su reflexión a través de su cuenta de LinkedIn, con una publicación que no tardó en viralizarse.
Mientras terminaba la carrera de Administración, tejía su propia red de contactos en LinkedIn y, a medida que aprendía sobre la visualización de datos, más le apasionaba. Dejó el banco e ingresó a un broker que la ayudó a poder mantener su hogar mientras continuaba en la búsqueda de un puesto que se adaptara a sus necesidades. Sin embargo, cuantas más ganas de prosperar tenía, la vida le ponía un nuevo obstáculo en el camino: Cecilia fue diagnosticada con cáncer de mama.
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Fuente: lanacion.com.ar