La localidad de Capitán Cáceres, ubicada en el departamento Monteros de la provincia de Tucumán, se vio conmocionada recientemente por la presencia del misterioso Kakuy o Urutaú.
Esta ave, conocida por su esquivo comportamiento y su característico grito similar a un lamento humano, ha generado gran interés en la comunidad, que lo ha apodado también como el “Pájaro Fantasma”.
El Kakuy ha sido objeto de diversas leyendas escalofriantes que han contribuido a su reputación como un ser enigmático y misterioso. Su presencia exclusiva en los bosques, su camuflaje con la corteza de los árboles y su grito agudo y melancólico, han llevado a que algunos habitantes del noroeste argentino lo consideren un pájaro de mal augurio.
PUEDE INTERESARTE: «La Llorona: La leyenda de la mujer que llora en la noche»
La oportunidad de avistar al Kakuy es sumamente inusual, ya que suele ser más escuchado que visto, especialmente durante las noches en los montes y bosques. Por esta razón, cuando el video de la aparición del Kakuy en Capitán Cáceres fue compartido en Facebook por la cuenta de Francisco Amado Rodriguez, la comunidad se vio sorprendida y emocionada.
La emoción de presenciar al enigmático Kakuy
En las imágenes capturadas en el video, se puede observar la emoción de Rodríguez al encontrarse cara a cara con el imponente Kakuy. El asombro y la alegría de presenciar a esta criatura única en su esencia, que normalmente se mantiene oculta en la oscuridad de la noche, se reflejan en la reacción de los vecinos que no podían creer lo que estaban presenciando.
El Kakuy, considerado como una especie en peligro de extinción, ha despertado un interés renovado en la importancia de proteger y conservar la biodiversidad de la región.
La Leyenda del Kakuy
En tiempos remotos, en el norte argentino, específicamente en lo que hoy conocemos como Santiago del Estero, se narra la leyenda del Kakuy. Esta historia tiene como protagonistas a dos hermanos, una mujer y un hombre, quienes habitaban solos en una modesta choza en lo más profundo de la selva, tras la partida de sus padres. La bondad del joven contrastaba con la crueldad de su hermana.
El hermano demostraba su afecto hacia su hermana llevándole regalos selectos, como las mejores algarrobas, la miel más exquisita y frutos exóticos, a pesar de recibir indiferencia a cambio. En una ocasión, al regresar exhausto y herido tras perseguir una perdiz, solicitó a su hermana un poco de hidromiel, pero ella lo derramó deliberadamente ante sus ojos. Esta actitud desencadenó una serie de eventos que cambiarían sus vidas para siempre.
Cansado de los maltratos de su hermana, el joven ideó una manera de cobrarle sus maldades. Invitó a la chica a recolectar miel en lo profundo del bosque, donde la llevó a un enorme árbol y la incitó a subir a la rama más alta. Mientras ella ascendía, él iba desgajando el árbol sin que ella se percatara, dejándola atrapada en lo alto cuando intentó descender.
Abandonada en la oscuridad de la noche, la mujer gritaba desesperadamente en busca de ayuda, pronunciando las palabras “¡Turay, turay! ¡kakuy, kakuy!”, que en lengua quichua significan “hermano mío” y “muchacho mío”. Con el paso de las horas, notó una extraña transformación en su cuerpo: sus manos se convertían en alas, sus pies en garras y su piel se cubría de plumas.
El Kakuy: un ser nocturno y misterioso
Así nació el Kakuy, un ave nocturna cuyo lúgubre canto estremece a quienes lo escuchan, rememorando eternamente el dolor humano. La leyenda del Kakuy perdura en la tradición oral como un recordatorio de las consecuencias de la crueldad y la venganza, transformando a la hermana despiadada en un ser alado que perpetúa su sufrimiento a través de su inconfundible grito en las noches de la selva.