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Manchester United – Liverpool: una función emocionante con golazos en el Teatro de los Sueños

Sin espacio para la distracción, un ritmo frenético y un espectáculo a la altura de la circunstancias. El duelo entre Manchester United y Liverpool dominó la escena de la Premier League y los dos equipos respondieron con todos los condimentos que pretenden los fanáticos y con Old Trafford como la escenografía de lujo. El cruce entre Alexis Mac Allister y Alejandro Garnacho fue parte de la cartelera y también se vio el talento de los dos jugadores de la selección argentina. Tras un desarrollo apasionante se repartieron puntos: fue 2-2, en una función cargada de emociones.

El que tomó el control desde el arranque fue Liverpool; no le importó que era la casa del United. El equipo de Jüergen Klopp entendió el partido, porque se prendió en el ida y vuelta de los primeros minutos del juego, no se replegó para soportar la propuesta de su rival y, cuando pudo comenzar a administrar el juego, desactivó por completo cualquier intento de Bruno Fernández, de Garnacho o de Marcus Rashford. Y el hombre que mejor interpretó lo que pedía el juego fue Alexis Mac Allister, que supo controlar el ritmo, leyó dónde estaba la llave de la mitad de la cancha para no dejarlo progresar a Manchester y fue profundo cuando la jugada lo pedía.

No es casual que Liverpool se muestre siempre dominante y voraz. El equipo de Klopp acumula 27 partidos convirtiendo en condición de visitante. Una particularidad que los rivales tienen en cuenta y que lleva un mensaje claro: nadie puede descuidarse porque ofensivamente, con Darwin Núñez, Luis Díaz y Mohamed Salah, el poder ofensivo es casi imposible de contrarrestar.

El grito de Luis Díaz

Con esas herramientas llegó a darle el primer golpe Liverpool a Manchester United. Porque presionó cada salida y no dejó progresar a su rival, en especial con Mac Allister, con Dominik Szoboszlai y Wataru Endo. Y en el área es igual de dominante, por eso Darwin Núñez ganó de cabeza y encontró a Luis Díaz, que quedó de frente al arco y pudo vencer al arquero camerunés André Onana, que hasta el momento era la figura del encuentro.

Pero un error puede romper la lógica de un juego que parecía que nada podía cortar el control pleno del partido que tenía Liverpool. Porque incluso en el segundo tiempo, el equipo de Klopp determinaba cómo debía jugarse el clásico. Pero una mala entrega del lateral británico Jarell Quansah le permitió al United volver al partido: el defensor de Liverpool intentó jugar hacia atrás una pelota para Virgil van Dijk, pero en el camino apareció el portugués Bruno Fernandes, que no dudó y sacó un potente remate casi desde la mitad de la cancha, que encontró adelantado a Caoimhin Kelleher puso el 1-1 y abrió una pulseada diferente.

Una genialidad de Bruno Fernandes

Tanto que Manchester pudo salir de acecho de Liverpool y plantear un juego de golpe por golpe. Y en ese contexto, el equipo de Erik ten Hag se sintió más cómodo para lastimar a su rival. Porque si bien el dominio de la pelota se mantuvo en los pies de Mac Allister y compañía, la profundidad de cada respuesta del United comenzó a darle dolores de cabeza.

Por eso es que mientras parecía que Onana sostenía los embates de Liverpool, Casemiro y Garnacho, junto con la armada ofensiva del United, lograron darle un tremendo golpe a la visita. Así, Manchester United sacó otra perla hermosa sacó de la galera: el volante inglés Kobbie Mainoo encontró una pelota adentro del área grande y, con un zurdazo de colección buscó el palo más alejado de Kelleher para poner el 2-1 y desatar la furia de Klopp que no dudó en hacer gestos de fastidio por la falta de reacción de sus defensores para evitar el remate.

La perla de Mainoo

No se rindió Liverpool, sino que mantuvo vivo su deseo de victoria. Ya sin un domino abrumador y atento a cada ataque de su rival. Sufrió, es verdad, no tuvo una búsqueda sencilla. Porque United lo inquietó cada vez que pudo y porque cuando atacó pareció no tener demasiadas definiciones claras ante la figura de Onana en el arco de Manchester. Sin embargo, sobre el final del partido, encontró un penal, claro de Aaron Wan-Bissaka sobre Harvey Elliott, que Mohamed Salah dejó sin aire a Old Trafford porque marcó el 2-2 y le dio otra vida a Liverpool.

El empate de Salah

El cierre del show resultó igual de vertiginoso que el arranque del partido. Dos equipos a puño limpio buscando una victoria. El United para tratar de recuperar la confianza y Liverpool obsesionado por no perder el escalón más alto de la Premier League, que finalmente no pudo sostener y ahora está en manos de Arsenal (ambos tienen 71 unidades, pero los gunners tienen mejor diferencia de gol). Terminaron en tablas, pero regalaron una auténtica función en el Teatro de los Sueños.

LA NACION

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Conocé The Trust ProjectFuente: lanacion.com.ar

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