MILAGRO INESPERADO| Silvina Avellaneda, originaria de Catamarca, se inscribió en el registro de postulantes a guarda adoptiva junto a su madre con un firme deseo de ser madre a los 29 años.
Su corazón estaba abierto a recibir a un hijo sin importar su condición de salud, y así fue como se encontró con la oportunidad de adoptar a un bebé con hidrocefalia que estaba internado en un hospital de Catamarca tras el fallecimiento de su madre biológica.
La historia de Silvina y el bebé que llegaría a cambiar su vida comenzó a escribirse en un momento inesperado.
El llamado que lo cambió todo
El 11 de julio de 2007, mientras se encontraba en una peluquería, Silvina recibió una llamada del juzgado informándole sobre un bebé en estado crítico en la ciudad de Córdoba que necesitaba urgentemente un hogar.
Sin dudarlo, Silvina aceptó la responsabilidad y se preparó para encontrarse con el pequeño que necesitaba desesperadamente amor y cuidados.
El nacimiento de una familia
Tras superar los trámites legales, Silvina pudo finalmente ingresar a la terapia intensiva donde se encontraba el bebé. Con apenas nueve meses de edad y un peso de 2 kilos 700 gramos, el pequeño parecía un recién nacido.
Sin embargo, en los brazos de Silvina comenzó a mostrar signos de vitalidad y conexión emocional. Así comenzó el viaje de crecimiento y sanación tanto para el bebé como para su nueva madre.
Un amor inquebrantable
A lo largo de los años, Silvina acompañó a su hijo, a quien nombró Francisco en honor a su abuelo, en su lucha por la vida. A pesar de los desafíos y diagnósticos médicos, Francisco demostró una fuerza interior y una alegría contagiosa que inspiraron a todos los que lo rodeaban. Con el apoyo de su familia y amigos, Silvina logró brindarle a su hijo las herramientas necesarias para su desarrollo físico, emocional y educativo.
Un futuro lleno de esperanza
Hoy en día, Francisco celebra sus 17 años con una sonrisa radiante y un espíritu indomable. Sus sueños de convertirse en policía y su pasión por la vida son un testimonio del amor incondicional que ha recibido de su madre adoptiva.
Silvina, por su parte, continúa siendo su mayor apoyo y guía, asegurando que su hijo tenga todas las oportunidades para alcanzar su máximo potencial.
Un mensaje de amor y aceptación
La historia de Silvina y Francisco es un recordatorio poderoso del poder del amor incondicional y la importancia de brindar oportunidades a aquellos que más lo necesitan. A través de su valentía y dedicación, Silvina ha demostrado que el acto de adoptar a un niño con necesidades especiales puede traer una alegría y gratificación incomparables.
Su mensaje de esperanza y aceptación resuena en todos aquellos que se animan a abrir sus corazones a la diversidad y la inclusión.