Un equipo internacional de académicos probó aplicar técnicas de análisis filológicos, pero potenciadas por un algoritmo de Inteligencia Artificial. Y con eso analizó diferentes secciones de textos del Antiguo Testamento. ¿Su objetivo? Revelar cómo y quiénes fueron escribiendo la Biblia, hace ya 2.800 años.
Vale recordar que la interpretación canónica cristiana (y judía) es que Moisés escribió los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Ahora, la conclusión preliminar de este trabajo, que se publicó en un artículo en la prestigiosa revista científica PloS One, confirma que la Biblia no fue obra de una única persona, sino que es el resultado de un colectivo de autores.
Para llegar a esa conclusión con certeza, algo que era una hipótesis de muchos años, los expertos sometieron diversos capítulos del Antiguo Testamento al análisis de la fuerza bruta que puede aportar la IA.
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El algoritmo analizó las sutiles variantes en la frecuencia de uso de diferentes palabras y de sinónimos en los textos sagrados. Y el equipo de científicos afirma haber logrado distinguir al menos tres “estilos” de escritura diferentes en los primeros nueve libros de la Biblia.
Paper. Los filólogos que estudian los textos antiguos saben que la Biblia es el resultado de un largo proceso de relatos, charlas y transmisiones orales y escritas que se fue extendiendo a lo largo de varios siglos, por diferentes relatores. Y aunque los investigadores coinciden en este proceso, hay muchos debates acerca de cómo reconstruir las diferentes “capas” de textos, sus fechas relativas de composición y sus contextos históricos.
El equipo que ahora publicó este nuevo análisis innovó y recurrió a la técnica de moda: la IA. Y con eso intentó desentrañar la cuestión de las autorías de los textos bíblicos, apoyándose en análisis estadísticos relacionados con las frecuencias de uso de ciertas palabras y frases usadas en forma repetida.
Conclusiones. Según los expertos que incluyeron profesores de matemática, de estadística, de filología y de estudios bíblicos provenientes de diversas universidades de EE.UU., de Israel y de Francia, el análisis indicó varios puntos muy interesantes:
◆ En el 84% de los casos, la atribución de la IA coincidió con las evaluaciones ya realizadas por diferentes expertos en estudios bíblicos”. Este trabajo confirmó que el Deuteronomio y los libros históricos eran más parecidos entre sí que a los textos sacerdotales, algo que ya era un consenso entre teólogos y filólogos.
◆ También hubo otros descubrimientos llamativos. Por ejemplo, aunque las dos secciones de la narrativa del Arca en los Libros de Samuel abordan el mismo tema y a menudo se consideran partes de una misma narración, el análisis concluyó que fueron escritos por autores diferentes.
“La mayoría de los eruditos piensan que las narraciones de Samuel I y Samuel II pertenecen a la misma historia, mientras que una minoría considera que la primera es una historia originalmente independiente. Nuestro análisis indica que la opinión de la minoría es la correcta”, explicaron los investigadores.
Esta herramienta también se aplicó a textos cuyo origen es más debatido, como el Libro de Ester o algunos pasajes sobre Abraham en el Génesis.
En ambos casos, el algoritmo concluyó que no se ajustan a ninguno de los tres estilos principales, lo que respalda la hipótesis de que fueron redactados más tarde o por autores externos a las corrientes dominantes de la Biblia hebrea.
Fuente: perfil.com