Especialmente en aquellos lugares de cosecha “del pasado“, como muelles de carga, o carros de caña de azúcar almacenados en cobertizos de paja cerca de rastras, utilizadas para abrir surcos tirados por ganado (bueyes). Estos viajes suelen traer el disfrute de “un museo al aire libre en su hábitat natural”, mientras que en otro plano, los duendes locales te invaden y te transportan a tu infancia, sobre todo las personas más longevas.
Este memorial está relacionado con una foto enviada ayer al diario La Gaceta, donde se puede ver un rastra cañera cargando dos paquetes de caña de azúcar, las cuales son jaladas por animales que ingresan a la fábrica azucarera Ñuñorco. De hecho, si la foto es en blanco y negro, aparecerá en el Álbum de Historia del Azúcar de Tucumán.
Sin embargo, su entorno y color permiten emprender el camino de la realidad. Este transporte es el sucesor moderno del famoso “carro de caña de azúcar” del Chango Rodríguez cruzando la laguna de la isla de Zamba en “De Simoca”. El sucesor, utilizado para transportar materias primas a las fabricas azucareras tucumanas, hasta que los tractores sustituyeron al ganado y luego a los caballos, y aparecieron camiones con remolques o “rastras cañeros”. En la actualidad ya usan volquetes.
Tras lo registrado en la jornada de ayer, se anunció que no era el único que frecuentaba Ñuñorco. Según un trabajador de la fábrica, es utilizado por “muchos” pequeños productores “, que poseen 6, 8, 10” hectáreas de caña de azúcar.
Estos pequeños agricultores de Monteros realizan todas las tareas culturales en su propia tierra, cuidan la cosecha y cargan los carros con caña de azúcar. Así es como se reducen los costos.
Hablando de historia, hacia 1910, el número de trabajadores de la industria azucarera llegaba a 60.000 solo en Tucumán, cifra que hoy ocupan todas las industrias azucareras y alcohólicas del noroeste argentino.